Luz ultravioleta e infrarroja revelan la maestría del pintor aragonés Fray Manuel Bayeu

Trabajos con tecnología punta realizados por la Escuela de Restauración de Huesca en el cuadro ‘La Inmaculada’ aportan importantes datos sobre el modo de trabajo del artista

Descubrimientos tras la aplicación de nuevas tecnologías en el cuadro 'La Inmaculada'
Descubrimientos tras la aplicación de nuevas tecnologías en el cuadro 'La Inmaculada'
HERALDO

La exposición de la obra del pintor aragonés Fray Manuel Bayeu en la Diputación de Huesca es uno de los proyectos más ambiciosos que ha llevado a cabo la institución, y que puede visitarse hasta el próximo domingo. Un total de cien obras del cartujo de Sariñena, de las cuales 14 han sido restauradas para devolverles su esplendor. Un trabajo que ha sido especialmente intenso con el cuadro de ‘La Inmaculada’, cuyo estudio y reparación se llevó a cabo durante todo un año en la Escuela de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, con la implicación de profesores y alumnos, y que contó con la aplicación de las últimas tecnologías: luz ultravioleta, infrarroja y rasante, fotografía microscópica, rayos X y la creación de un modelo en 3D para el marco. «Una investigación que además nos ha permitido saber cómo pintaba Fray Manuel Bayeu, en cuántas acometidas realizaba la obra, qué colores daba primero...», resume Guillermo Torres, jefe del departamento de Restauración.

Gracias a la utilización de la luz infrarroja, que atraviesa la capa pictórica para distinguir el dibujo subyacente, se aprecia que no hay ni un ‘arrepentimiento’ en toda la obra. «‘La Inmaculada’ se hizo a la primera, sin corrección, excepto en una pequeña arruga del manto. Lo cual muestra su enorme capacidad para la realización de la obra». Además, gracias a la luz ultravioleta y los rayos X, junto con el resto de estudios, se ha podido comprobar que Bayeu concibió el cuadro con el objetivo de no ser barnizado como toque final. «A pesar de ser una obra del XVIII, cuando lo común era la capa de barniz final, Bayeu no tenía intención de utilizarla. Esto es importante, ya que el barniz unifica aspectos y, sin él, los colores se aplican brillantes, mates o traslúcidos y la contemplación del cuadro es diferente».

Un marco sorprendente

Los alumnos de la Escuela de Restauración de Huesca llevaron gran parte del peso del trabajo de investigación. Había una fecha límite, que era la inauguración de la muestra, con lo que fue necesario trabajar mañana y tarde y hasta el último día. Con ayuda del profesorado, aplicaron todas las tecnologías disponibles: Luz ultravioleta para distinguir qué materiales son diferentes a los originales de la obra y saber cuál era la suciedad a limpiar, luz infrarroja contemplar el dibujo subyacente, luz rasante para detectar texturas de policromía y conocer la técnica de ejecución de Bayeu (pincelada gruesa, trazo emplastado), fotografía microscópica para distinguir roturas no visibles al ojo humano, rayos X con el fin de detectar materiales y pigmentos... «Toda la información necesaria para saber qué método de restauración era el más adecuado, ya que un producto puede dañar o no la pintura según las partículas del pigmento».

Otra sorpresa fue, además, comprobar el valor del marco, que en un principio se pensaba que estaba hecho con restos de otros cuadros «pero que se realizó con elementos iconológicos de la Inmaculada (estrellas de ocho puntas y flores típicas como rosa, lirios y azucenas) y con dos tipos diferentes de asiento para el oro».

El trabajo fue coordinado por Torres junto a la profesora de Pintura Rita Piquero, la científica Nuria Miguel y José Coarasa, que se hizo cargo de la aplicación de radiografías.

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