Macrofestivales que se compran a ciegas

El pasado fin de semana, el Arenal Sound consiguió vender todos sus abonos en apenas unas horas y sin desvelar ninguno de los 100 nombres que estarán en su cartel

Concierto de la bloguera Dulceida como pinchadiscos en la última edición del Arenal Sound.
Concierto de la bloguera Dulceida como pinchadiscos en la última edición del Arenal Sound.
Arenal Sound

Ha agotado el papel nada más ponerlo a la venta –algo de lo que no muchos festivales en todo el mundo pueden presumir– y además lo ha hecho rápidamente. El castellonense Arenal Sound, que el año que viene celebrará su décima edición, uno de los macroencuentros musicales del verano español con más tirón entre los jóvenes aragoneses, vendió en 14 horas sus 50.000 abonos y lo hizo antes de anunciar ninguno de los grupos que compondrán su cartel.

La hazaña aún lo parece más si se tiene en cuenta que los fans ni siquiera tenían conocimiento exacto de cuánto iban a pagar. Comenzando por 40 euros, el importe de esas entradas se fue incrementando durante esas 14 horas, a la par que iban colocándose, alcanzando al final un precio de 140 euros. La máxima expresión de la ley de la oferta y la demanda. El festival solo contaba con un gancho novedoso para atraer compradores: el compromiso de llevar a Burriana, localidad en la que se celebra, a 100 solistas y grupos, para conmemorar su década de vida entre el 30 de julio y el 4 de agosto próximos.

A quienes ya han vivido el festival, no parece extrañarles esta voracidad de los ‘sounders’ que les lleva a comprar a ciegas. Sara Güemes, zaragozana que ha acudido en cuatro ocasiones, dice que "al Arenal la gente va más por la experiencia que por la música. De hecho, algunos te preguntan quién actúa esa noche porque ni se miran el cartel". "Yo siempre he ido por la música. Como ya conoces el estilo, sabes que te va a gustar", explica.

El Arenal Sound no es el único festival con seguidores tan fieles. Las entradas para el británico Glastonbury se agotaron en su última edición en media hora –y eso que el aforo es de 135.000 personas–. Solo un nombre del cartel había sido desvelado: Radiohead.

Si se habla de grandes números, es inevitable mencionar el Tomorrowland, el festival de música electrónica más grande del mundo, en Bélgica, que en 2017 vendió sus 400.000 entradas en una hora. Y las repartió entre los interesados que se habían ‘preinscrito’ cuando aún nada se sabía de quién iba a actuar.

La atracción de lo desconocido

También hay festivales pequeños que buscan ese fanatismo de sus acólitos y mantienen el misterio sobre su cartel hasta el final. Es el caso del Sinsal, que se celebra cada verano en la isla de San Simón Redondela, en la Ría de Vigo: hasta que los festivaleros se bajan del barco, no saben a quién verán.

El objetivo es ofrecer "una experiencia musical más allá de nombres concretos" y parece que les funciona, ya que consiguieron agotar todas sus entradas para su última edición. Maika Makowski, Pixvae o Sons of Kemet están entre los que finalmente actuaron.

Otro festival que se ha apuntado a esta moda es el Vida, que tras cinco años de actividad lanza el encuentro hermano ‘Secret Vida’, también con un cartel secreto. Se celebrará el 7 y 8 de diciembre y sus entradas ya están agotadas.

Martin Garrix, Clean Bandit, Amaral, Bad Bunny o Steve Aoki aparecían en el ecléctico cartel que se materalizó en las playas de Burriana el año pasado. A ver quiénes componen la lista de 100 de este año. Aunque a algunos de los asistentes no les importe...

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