Manolo

Se han cumplido cinco años de la muerte de Manuel García Maya, el singular barman del Bonanza.

Manolo, el del Bonanza.
Manolo, el del Bonanza.
Javier Pardos

Hacer es descansar. Pensar es no saber existir. Vivir es ser otro». Manuel García Maya, Manolo, nos recibía con esta cita de Pessoa cada vez que entrábamos en su bar, el Bonanza. En el bullicio de artistas y bohemios, mis amigos y yo éramos los poetas. Nos hemos cobijado allí muchas noches y todavía hoy es nuestro santuario. A menudo nos sorprendemos contando los chistes crueles sobre suicidas de Manolo, gritando sus sentencias apocalípticas. El 11 de octubre se cumplió el quinto aniversario de su muerte y volvimos a brindar por él. Nos emociona recordar su pensamiento salvaje, su espíritu en permanente estado de rebelión. En el Bonanza creó un mundo aparte donde es posible transformar el desasosiego del solitario en pura alegría de estar juntos sin esperar nada a cambio. En amistad.

Además de un artista plástico único, Manolo es el barman lector más grande de la literatura. Reinventaba aforismos de Nietzsche o Pavese y creaba variaciones a su medida. Todo lo recopilaba en cuadernos, ilustrados con sus dibujos obsesivos, que luego nos regalaba. Leía nuestros libros y memorizaba sus versos preferidos. Todavía seguimos llevándole a su hijo todo lo que publicamos. Manolo es, también, el más increíble disyóquey imaginable. Durante una época pinchó la canción ‘The thrill is gone’ de Chet Baker, desde la apertura hasta el cierre. Una y otra vez. Luego decía de memoria la carta de despedida del Che a Fidel Castro y encendía la luz de cierre. ¡Manolo, otra ronda de risas y de poesía!

Ángel Gracia es poeta y narrador