Un estudio sobre el ejército que 'nunca' existió: los españoles que lucharon para José Napoleón

Luis Sorando publica un libro que recorre la historia de los "desnaturalizados" que combatieron en el bando francés Las Cortes de Cádiz ordenaron quemar las pruebas de su existencia.

Un estudio sobre el ejército que 'nunca' existió: los españoles que lucharon para José Napoleón
Un estudio sobre el ejército que 'nunca' existió: los españoles que lucharon para José Napoleón
Heraldo

La historia la escriben los vencedores, ya se sabe, y eso hace que muchos episodios permanezcan durante siglos sepultados bajo varias capas de olvido. En 1812, Juan Martín Díez, ‘El Empecinado’, envió al Ministerio de la Guerra dos banderas que había incautado en Guadalajara a un regimiento francés integrado por soldados españoles. Las Cortes de Cádiz, escandalizadas, reaccionaron con rapidez y, a golpe de decreto ley, ordenaron que se quemaran de inmediato. "No deben existir testimonios que trasmitan a la posteridad la abominable conducta de los españoles desnaturalizados que han tenido la osadía de tomar las armas y organizarse en cuerpo para pelear contra la madre patria". La escena fue imponente: se tendieron las banderas en la Alameda de Cádiz, se hizo desfilar a las tropas españolas, pisoteándolas, y el verdugo de la ciudad las quemó ceremoniosamente.

A partir de entonces España destruyó con entusiasmo las pruebas de la existencia de aquellos ‘traidores’ que combatieron en el bando ‘equivocado’ en la Guerra de Independencia. Luis Sorando, uno de los máximos especialistas en ese periodo histórico, ha buscado durante más de treinta años datos sobre esos combatientes que abrazaron la causa de José Napoleón. Y ha recogido el fruto de toda su investigación en el libro ‘El Ejército español de José Napoleón (1808-1813)’, que acaba de publicar Desperta Ferro Ediciones.

Un tema no tratado

"La Guerra de la Independencia fue también en parte una guerra civil, porque hubo españoles integrados en las tropas napoleónicas –relata el historiador–. La cifra es significativa, entre 20.000 y 25.000 hombres. Bien es cierto que los franceses siempre recelaron de ellos, pensaban que desertarían a las primeras de cambio, como en muchos casos así fue. Pero también es cierto que entre la oficialidad hubo un convencimiento firme de que José I era un buen rey para España. Yo, personalmente, creo que sí lo hubiera sido, pero el problema es que no se puede imponer algo a bayonetazos".

El trabajo de investigación ha sido arduo por el afán que se tuvo en su día en borrar todo rastro de estos combatientes. "En los archivos españoles no hay ni un solo documento relacionado con este ejército –asegura–, y hasta ahora no se había publicado nada sobre él".

En su libro, ahora, está todo. A lo largo de más de 530 páginas se desgrana la historia de este ejército, sus regimientos, sus actividades y combates, sus uniformes y banderas. El libro incluye numerosos datos e ilustraciones inéditas. "Para escribirlo he tenido que usar muchas fuentes, desde los archivos del rey José, que están en Francia, hasta la correspondencia incautada a las guerrillas por parte de los franceses".

Cuando José Bonaparte llegó a España pensó que lo suyo iba a ser un paseo militar, pero el ejército español lo dejó solo y su hermano, Napoleón, le volvió a poner en el trono y le mandó parte de la Guardia Real. Luego llegó la batalla de Ocaña, donde logró adhesiones entre los españoles derrotados, y su viaje a Andalucía, donde lo recibieron como a un rey. "En un par de meses hizo allí 12 regimientos –subraya Sorando–. A su hermano le entraron celos y le quitó todos los territorios al norte del Ebro: Navarra, Aragón y Cataluña, que a partir de 1810 dependieron directamente de Napoleón. Nunca llegó a ser un gran ejército, y el emperador, que no se fiaba, dio instrucciones a su hermano para destinar los españoles a labores de retaguardia o a escoltar convoyes... Solo hubo dos unidades que estuvieron luchando continuamente, la Guardia Real, con un importante número de franceses, y el Real Extranjero, formado por soldados de varias nacionalidades. Hubo muchas unidades antiguerrilla, especialmente en Andalucía".

Algunos españoles, y su peripecia se recoge ampliamente en el libro, fueron presos en combate y, tras ser conducidos a Francia, se los mandó a pelear a Rusia. Fueron los primeros en entrar en Moscú y los últimos en retirarse.

El irlandés Gonzalo O’Farrill, ministro de Defensa de José I, fue el encargado de organizar este ejército, que comenzaría con una columna de la Guardia Real de Nápoles, que llegó a España en octubre de 1808, y que seguiría con la formación de los primeros regimientos a lo largo de 1809. Las tropas estuvieron en continua reorganización hasta que a partir de agosto de 1812 entraron en un declive que se prolongaría hasta finales de 1813.

El libro recorre la peripecia vital de algunos nombres famosos, como el artillero Cipriano de Palafox y Portocarrero, padre de la famosa Eugenia de Montijo, que casó con Napoleón III. O Carlos Mori, que no quiso asumir el mando militar de Zaragoza durante el primer sitio y que acabó siendo gobernador de San Sebastián. Las páginas de esta obra, que se presentará próximamente en Zaragoza y Madrid, iluminan aspectos poco conocidos de la Guerra de la Independencia.

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