El niño, a la vista

Algunas normas son necesarias para evitar un susto en la piscina o la playa. La primera, no perder de vista nunca a los menores. La segunda, hacer bien la digestión

Una jornada en la piscina en el Club Deportivo Municipal La Granja, en Zaragoza
El niño, a la vista
OLIVER DUCH

Hacer la digestión. Quizá era ese era el momento más odiado del día durante las largas vacaciones de verano de la infancia. Esas dos horas que había que esperar después de haber comido la paella o la ensaladilla, momento en que los padres aprovechaban para hacer la siesta y el calor era pesado y lleno de moscas. ¿Se trataba en realidad de una leyenda urbana inventada por los padres para poder descansar un rato de tanta piscina o playa? «Para nada. El corte de digestión existe y es uno de los mayores peligros a la hora del baño. Cada año se producen muchos sustos que pueden acabar en tragedia debido al mareo e incluso desmayo de niños porque no han guardado el tiempo prudencial para hacer la digestión», zanja Richi Pérez, socorrista zaragozano de 36 años que vigila la piscina del Centro Recreativo Ebro Viejo, en la capital aragonesa. «Algunos padres creen que el corte de digestión es un invento y son varias las veces que tenemos que advertir a los padres de que el niño se está bañando cuando hemos visto que la familia aún está comiendo. Hace cinco años, tuvimos un buen susto por un corte de digestión y hubo incluso que llamar a una ambulancia», advierte.

Cada año mueren por ahogamiento en España más de 300 personas. En lo que va de año, siete personas han fallecido ahogadas en Aragón, el 3,8 % del total nacional, que suma 184. Para evitar que la cifra aumente, son varios los consejos a la hora de disfrutar del baño, el primero y más importante no perder nunca de vista al niño cuando se está bañando.

Cada diez segundos

Según Pérez, «algunos padres creen que los socorristas lo vemos todo, pero no se puede estar pendiente de todos los niños a la vez. Si hay un problema, el primero que tendría que tirarse al agua es el padre». La Asociación Nacional de Seguridad Infantil recomienda mirar a la piscina cada 10 segundos, como mínimo, y comprobar que puede llegar hasta donde está el menor en menos de 20 segundos.

Además, hay que recordar que los flotadores no eximen a los adultos de vigilar a los niños y que, algunos de ellos, incluso pueden ser peligrosos. En opinión de Richi Pérez, «el flotador de toda la vida, el redondo que se pone a la cintura, depende de si el niño tiene los brazos por encima. Se puede escurrir fácilmente. Los manguitos, al menos, mantienen al niño a flote, por eso yo recomiendo ese tipo de protecciones». Tampoco hay que subestimar el riesgo de las piscinas hinchables, que pueden volcarse, dejar al menor atrapado y llevar a una desgracia.

Lo curioso es que, aunque las precauciones se centran en los niños, el perfil del ahogado en España es el de un hombre adulto, de más de 30 años, lo que demuestra que el principal consejo sería tener precaución «y sentido común». «En las piscinas privadas, como hay una serie de normas, resulta más sencillo controlar determinados comportamientos: están prohibidas las zambullidas peligrosas, que traen consigo muchos accidentes», señala el socorrista. De hecho, entre 5 y 10 personas quedan paralíticas al año en España por una mala zambullida, según datos del Hospital de Parapléjicos de Toledo.

La razón por la que el perfil del ahogado corresponde más a un adulto que a un menor se basa en que la mayoría de accidentes se producen en lugares no vigilados. Según datos correspondientes a 2017, el 53% de las muertes se producen en playas y en el 89% de los casos el espacio o instalación acuática carecía de un servicio de vigilancia, al tratarse de un embalse o un río.

Richi Pérez concluye que «si se educa desde pequeños a respetar a los demás, a meterse poco a poco para evitar un golpe de calor, a no hacer zambillidas peligrosas, se evitan problemas. Antes de meterse hay que ducharse para quitarse la crema, mojarse manos y nuca y entrar por los pies. Y ya, disfrutar lo que se quiera».

¿CÓMO REACCIONAR?

Reconocer la emergencia

Existen dos tipos de ahogados: los blancos, que son aquellos que presentan tez pálida y que sufren una afección previa al ahogamiento, como hidrocusión o corte de digestión; y los azules, que presentan labios y tez azulada propia del ahogamiento por el agua.

Pedir ayuda

Se debe explicar qué tipo de ahogado es cuando se llama a emergencias. Se puede avisar al 061, que permite actuar con mayor rapidez en estos casos porque contacta directamente con el personal sanitario, quien dará algunas indicaciones, o al 112.

Cuidado al sacar del agua

Se debe mantener a flote al ahogado para evitar la inmersión y, si los servicios sanitarios lo consideran oportuno, sacarlo del agua siguiendo sus pautas, ya que la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias no recomienda sacar del agua al afectado si no se dispone de los conocimientos para hacerlo correctamente.

Atender al herido

Una vez fuera del agua, si las constantes vitales están estables, debe colocarse en posición de seguridad, esto es, tumbado de medio lado, para que si el afectado necesita vomitar, pueda hacerlo sin ahogarse. Si carece de pulso, resulta necesaria la intervención del soporte vital básico, que se puede aplicar de dos formas: con desfibrilador o el conocido ‘boca a boca’. Sin conocimientos de primeros auxilios, es más seguro el desfibrilador, que tiene las instrucciones claras y suelen ser automáticos. Si se hace la maniobra cardiopulmonar, deben darse 2 insuflaciones por cada 30 masajes.

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