¿Qué hacemos cuando no hay nada que hacer?

Han llegado las vacaciones, pero esas semanas de tiempo libre que esperamos durante meses pueden llegar a agobiar. ¿Cómo gestionamos el tiempo libre?

Perderle el miedo al aburrimiento. Tras desayunar podemos encontrarnos con que no tenemos nada que hacer durante el resto del día. Esa necesidad nos motivará a realizar actividades nuevas.
Perderle el miedo al aburrimiento. Tras desayunar podemos encontrarnos con que no tenemos nada que hacer durante el resto del día. Esa necesidad nos motivará a realizar actividades nuevas.
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Agosto es el mes favorito del año para muchos porque trae consigo uno de los términos más bellos del diccionario: vacaciones. Tras meses de trabajo, todo el mundo se merece un descanso en el que poder hacer lo que quiera. Pero ¿qué queremos hacer? Muchas veces nos encontramos con que, cuando por fin tenemos tiempo libre, no sabemos cómo "gestionarlo". Este sentimiento puede llegar a ser negativo, pero el remedio es más fácil de lo que parece.

Una de las soluciones para esa inquietud que nos causa el tiempo libre es, paradójicamente, acabar con el tiempo libre. Empezar a asignarnos tareas a nosotros mismos que pueden ir desde aprender a tocar un nuevo instrumento hasta leer ese extenso libro que tenemos pendiente.

Para la psicóloga clínica afincada en Zaragoza Mónica Gorenberg, la clave está en las expectativas que generamos al establecernos esas tareas. Cuantas más expectativas nos creemos para nuestro tiempo libre, más difícil será alcanzarlas y, por tanto, más fácil defraudarnos. Y es que, no nos engañemos, no es fácil aprender a tocar el violín en las dos semanas que podemos tener de vacaciones. Una estrategia más inteligente es establecer unas expectativas más bajas o, en otras palabras, "dejarse llevar más". En realidad, esa viene a ser la clave para gestionar el tiempo libre, procurar no gestionarlo demasiado.

Tener más tiempo libre implica pasar más tiempo con la familias o pareja y, lo que en principio sería algo bueno, es precisamente una de las causas por las que más personas levantan el teléfono y piden cita a la doctora Gorenberg. "Podemos sufrir una ‘sobrecarga’ por estar demasiado tiempo con nuestras familias. ¿Qué hago yo con mi marido todos los días? Debemos recuperar la naturalidad y reducir nuestras expectativas para no tener que ‘gestionar’ el tiempo libre", afirma la psicóloga.

Un ejemplo de que la gestión del tiempo libre es un problema es el denominado "derecho a desconectar del trabajo". La proliferación de teléfonos móviles con acceso a internet nos permite estar conectados continuamente para poder enviar imágenes graciosas a nuestros amigos o consultar qué tiempo va a hacer en Salou el fin de semana, pero también acarrea consecuencias negativas como impedir desconectar de las tareas laborales. La Unión General de Trabajadores considera que el derecho a la desconexión es un "derecho fundamental de los trabajadores" y Francia aprobó el año pasado medidas para garantizarlo.

El riesgo que corremos al no planificar nuestro tiempo libre es aburrirnos, pero esto también es beneficioso. "La gente no quiere pensar y se pone tareas para estar ocupado. Es importante no hacer nada para poder pensar". Esto es especialmente cierto en los niños, que desarrollan su creatividad gracias al aburrimiento. Las vacaciones son el mejor momento para jugar con ellos y que disfruten imaginando (y nosotros, reconozcámoslo, también).

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