La maldición de los hombres Malboro, un espectáculo sobre la masculinidad tóxica

El Palacio de Congresos de Jaca ofrece hoy la producción de danza contemporánea creada y dirigida por la bailarina y coreógrafa Isabel Vázquez

Un momento del espectáculo 'La maldición de los hombres Malboro'
Un momento del espectáculo La maldición de los hombres Malboro

"No me interesan nada los espectáculos donde lo que pasa sobre el escenario se queda solo para sus intérpretes. No me interesan ni como coreógrafa ni como público. Un espectáculo solo merece la pena cuando hay interacción". Lo dice la sevillana Isabel Vázquez, directora y coreógrafa de una de las obras revelación del año pasado, ‘La maldición de los hombres Malboro’, que se podrá ver esta noche en Jaca (Palacio de Congresos, 22.30). Está programado también en la Feria de Teatro de Huesca y seguramente llegará en los próximos meses a distintos puntos de la geografía aragonesa, Zaragoza incluida.

¿Qué es ‘La maldición de los hombres Malboro’? Una reflexión corrosiva sobre la masculinidad realizada desde el lenguaje de la danza contemporánea. Seis bailarines sobre el escenario, moviéndose rápidamente entre la risa y el llanto, al ritmo de la música y de las palabras. "Hay danza y hay teatro –subraya Isabel Vázquez–. Siempre trabajo así porque no sé contar una historia solo con movimiento o solo con palabras. Hay textos que aportan cosas a la danza y danza que aporta cosas a los textos".

‘La maldición de los hombres Malboro’ se articula en torno a una serie de escenas enlazadas entre sí, al modo de una obra teatral. Se estrenó hace ahora un año en el monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla) en el marco del Festival Internacional de Danza de Itálica. Y en los últimos tres meses ha sido candidata a tres premios Max, ha sido distinguida con los galardones al mejor espectáculo de danza, mejor coreografía y mejor intérprete de danza en los Premios Escenarios y en los Premios Lorca. Crítica y público se han sentido seducidos por una obra ambiciosa que mira a los ojos a uno de los grandes problemas de convivencia de las últimas décadas.

"La obra habla de la incapacidad emocional de muchos hombres para exteriorizar sus sentimientos, de las dificultades a la hora de dejar aflorar su yo sensible. Quería poner esta cuestión encima del escenario, y hacerlo desde la mirada de un hombre".

Quizá buena parte del éxito de la obra radique en el enfoque. Un enfoque que no deja a nadie indiferente. Y no es una frase hecha. "No me esperaba la repercusión que está teniendo ‘La maldición de los hombres Malboro’. Ha recibido incluso algunas críticas por parte del sector feminista más radical, que cree que esa incapacidad emocional del hombre que inspira la obra es intrínseca a su naturaleza. Yo pienso que no, que en gran parte es un reflejo condicionado por la educación que reciben, por una especie de maldición que echamos a los hombres y que les obliga a aparentar que no tienen sentimientos. Y en todo ello, las madres tenemos también alguna responsabilidad".

Los intérpretes son bailarines y actores. Como no hay compañías con seis varones en plantilla, Isabel Vázquez, que es profesora del Centro Andaluz de Danza, ha seleccionado los que necesitaba de entre sus antiguos alumnos. Para cada representación vienen desde sus lugares de trabajo habituales, algunos incluso del extranjero: David Barrera, Baldo Ruiz, David Novoa, Arturo Parrilla, Javier Pérez e Indalecio Seura. Su trabajo es danza contemporánea, actual, pero muy accesible a todo tipo de públicos.

"Me molesta mucho que se hable de espectáculos fáciles o difíles –concluye la directora de la obra–. No creo en absoluto en esa diferencia que se establece porque muchas veces es artificial. También es cierto que muchas veces se ha vendido una idea equivocada de lo que es la danza contemporánea. Hay profesionales que creen que cuanto menos se entienda una obra más elevada o más moderna es. Y no es así en absoluto. No hay ninguna manifestación artística que esté reñida con su capacidad para ser entendida por la mayor parte del público. Lo ininteligible no tiene por qué ser moderno".

Un libro de Max Arel Rafael

‘La maldición de los hombres Malboro’ es un espectáculo de danza contemporánea pero es, también, un libro. Lo acaba de publicar la editorial gaditana Dalya. Su autor, Max Arel Rafael, ha colaborado en varias ocasiones con Isabel Vázquez, y el proyecto de los ‘hombres Malboro’ fue creciendo paralelamente como coreografía y como una cadena de textos literarios que al final han sido recogidos en un libro.

Max Arel Rafael (seudónimo de un profesional de la comunicación), confiesa que el proyecto literario ha evolucionado a la par que el coreográfico. "Hemos colaborado en tres ocasiones desde los años 90 hasta la actualidad –señala–. En esta ocasión, Isabel quería hacer un espectáculo de danza en torno a la masculinidad, y en un momento dado ella quiso centrarlo más concretamente en la incapacidad que a veces, o casi siempre, tenemos los hombres para expresar nuestros sentimientos. Así que me puse de ejercicio expresar qué sentía yo como hombre, no lo que la sociedad ve en mí".

Son textos breves, intensos, a veces desgarradores pero con rasgos de ternura e incluso humor. "La petición de Isabel me dio un poco de vértigo porque era muy directa. Tenía que hablar de mí, y empecé a investigar en qué es ser hombre, qué nos pide la sociedad... Me puse el deber de reflexionar qué somos y cómo somos los hombres, cómo nos ven las mujeres, cómo es nuestra lucha, a veces incomprendida pero lucha al fin, por ser perfectos como hombres, como padres... Quise mostrar todas nuestras aristas y responder a preguntas como ¿qué es la hombría? o la masculinidad, ¿es biológica o cultural?". Son textos luminosos que cabalgan entre lo personal y la ficción. "La escritura es siempre personal porque, si no lo es, no resulta auténtica. Y lo que no es auténtico no conmueve", concluye el escritor.

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