Jarnés, Sender, Camón Aznar, Guinda y AFM figuran en una antología del aforismo español

Carmen Camacho publica ‘Fuegos de palabras’, que abarca dos siglos: de 1900 a 2014. Señala a Goya y Gracián como pioneros del género, y elige a 48 autores, desde Machado a Neuman.

Goya fue un maestro del aforismo en sus grabados, como se ve en este detalle magistral: "El sueño de la razón produce monstruos".
Goya fue un maestro del aforismo en sus grabados, como se ve en este detalle magistral: "El sueño de la razón produce monstruos".
Goya

Umberto Eco dijo: "No hay nada menos definible que el aforismo". La RAE recuerda que es "la máxima sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte". Sin embargo, Carmen Camacho, autora de ‘Fuegos de palabras. El aforismo poético español de los siglos XX y XXI (1900-2014)’ (Fundación Lara), afirma: "Curioso: el aforismo, que de raíz (‘aphorízein’) significa “delimitar, separar, distinguir”, es de lo menos delimitado o definible que hay". Es un género que arranca con fuerza en el Romanticismo y que se despliega en las vanguardias históricas y alcanza su apogeo con la eclosión de la literatura de la fragmentación. "Una parte del público ya está familiarizada con ciertos rasgos de las formas literarias breves", dice Camacho, aunque también entiende que "un libro de aforismos no es un libro de ingestión rápida".

48 autores de dos siglos

Carmen Camacho (Alcaudete, Jaén, 1976) dice que "en no pocos de nuestros mejores aforistas conviven sin conflicto, reforzándose, en un vivaz ecosistema, pensamiento y símbolo, juego del lenguaje y entendimiento, eternidad y fugacidades". Resume algunas de las características del aforismo: no es un pensamiento sistemático, es una forma antidiscursiva, despojada y sin argumento, y anota que "los aforismos se presentan de repente en la conciencia de quien los escribe"; tienden a la elevación, son textos autónomos con sentido en sí mismos, aúnan concentración e intensidad y en ellos habita el silencio. "Silencio rima con todo", dice Chantal Maillard.

Carmen Camacho hace un recorrido no solo por sus virtudes sino por su historia a través de 48 autores que escribieron y escriben aforismos. Benjamín Jarnés es el primer autor aragonés seleccionado, entre figuras tan diferentes como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Lorca, el citado Bergamín, Jardiel Poncela, Max Aub, Juan Eduardo Cirlot, que vivió en Zaragoza entre 1941 y 1943, José Ángel Valente, Fernando Arrabal, Andrés Rábago ‘El Roto’, tan goyesco, o autores más jóvenes como Ramón Eder, Trapiello, Lorenzo Oliván o Andrés Neuman.

Las mujeres y los aragoneses

Aunque no ha sido fácil encontrar mujeres, se seleccionan obras de Gloria Fuertes, Dionisia García, Chantal Maillard, Julia Otxoa, Isabel Mellado y Erika Martínez, que no solo escribe aforismos sino que es una teórica del género y parece acercarse a Gómez de la Serna cuando dice: "Un pezón invertido te señala el alma". Además de Jarnés, figuran varios autores aragoneses: Ramón José Sender, José Camón Aznar, Antonio Fernández Molina (AFM) y Ángel Guinda.

Benjamín Jarnés dejó sus aforismos en varios libros. La palabra ‘ironía’ le dio para muchas reflexiones: "Ironía: invención de un hombre raquítico que sintió de pronto su lamentable desnudez".

José Camón Aznar (Zaragoza, 1898-Madrid, 1979) depositó en el libro póstumo ‘Aforismos del solitario’ algunas piezas: "El ciprés crea a su alrededor claustros góticos". "Me gustaría conocer la letra del canto de los mirlos" o "Esta mujer parece sonreír a una barca que se aleja en su recuerdo".

Sender dejó muestras del género en sus ‘Memorias bisiestas’ y en ‘Toque de queda’. Su humor puede ser corrosivo: "El hijo del banquero se tragó una peseta y los médicos no pudieron hacerle devolver sino setenta y tres céntimos". Corrosivo o inquietante: "¿Habrá peces en la laguna Estigia? ¿Qué comerán?".

Antonio Fernández Molina (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1929-Zaragoza, 2005) era poeta y postista y apasionado de los bestiarios; vivió muchos años en Zaragoza. "De vez en cuando, la memoria se puebla de urracas". Y de su oficio, dijo: "Escribir poesía para no andar dando gritos por la calle". "Si no pensáramos estaríamos a la intemperie" es casi una foto del espíritu del aforismo.

A Ángel Guinda, Premio de las Letras Aragonesas de 2010, siempre le han atraído mucho los manifiestos y las formas breves de pensamiento, atravesados del fulgor poético y la paradoja. Escribe: "Estoy atando mi vida para que no se escape la tormenta". "Una casa llama con su abrazo de puertas". Y este autorretrato: "Yo soy un corazón de mal asiento".

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