Crítica del concierto de Texas en Zaragoza: un escocés con hielo, por favor

El día 30 de junio tuvo lugar el primero de los dos conciertos veraniegos de la banda escocesa en Zaragoza. El 9 de julio vuelven al Teatro de las Esquinas.

Concierto de Texas en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza. La cantante Sharleen Spiteri con cachirulo
Concierto de Texas en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza. La cantante Sharleen Spiteri con cachirulo
HA

Presentando su último disco, ‘Jump on board’.

Componentes: Sharleen Spiteri, voz y guitarra; Johnny Mc Elhone, bajo; Ross McFarlane, batería; Tony McGovern, guitarra; Eddie Campbell, teclados.

Sábado, 30 de junio de 2018. Teatro de las Esquinas, Zaragoza. Aforo completo

Punto uno: no deja de sorprender que a estas alturas un grupo como Texas, muy lejos de sus buenos tiempos de éxito comercial, llene un recinto como el Teatro de las Esquinas no una, sino dos veces (el próximo día 9 repiten, con todo vendido). Punto dos: desde la aparición de los ‘smartphones’, algunos conciertos se han convertido en un evento social y toca apechugar con que a tu lado te disparen flashazos y todo el mundo ande con el móvil enhiesto. Punto tres: personalmente, la práctica apuntada en el punto dos comienza a resultarme algo irritante. Punto cuatro: Texas ofreció un concierto más o menos digno, basándolo todo en el encanto personal y la sugerente voz de Sharleen Spiteri.

Porque, no nos engañemos, Spiteri es el principio y fin de una banda que hace más de dos décadas facturó unas cuantas atractivas canciones que se hicieron un hueco en las radiofórmulas de la época y que, a juzgar por lo visto anteayer, prendieron en los corazones de un público de muy diverso rango y condición. Piezas como ‘Summer son’, ‘Everyday now’, ‘Let’s work it out’ -una de las escasas concesiones a su último disco, ‘Jump on board’- , ‘In our lifetime’ o ‘So called friend’ representan ese sonido pop con guiños soul que tantos buenos réditos dio a la formación escocesa tiempo atrás.

Pero uno, quizá un poco tiquismiquis, en realidad solo sintió un crujir de vísceras cuando Sharleen se sentó al piano para interpretar ‘Tired of being alone’, de ese monstruo del soul llamado Al Green. ‘I don’t want a lover’, que supuso el pasaporte a la fama de Texas, es una espléndida canción; la voz de Sharleen posee un timbre grave que tiene su aquel, y la banda suena razonablemente compacta pero sin sorpresas, moviéndose en un confortable territorio ‘mainstream’. Y se despiden con otra versión, ‘Suspicious minds’ de Elvis Presley. Nos quedamos con Green y Elvis.

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