The Rolling Stones: los dioses del rock y la aparición de la lluvia

El 29 de septiembre de 2003, en la Feria de Muestras de Zaragoza, Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood ofrecieron un concierto inolvidable.

Keith y Mick. Así captó José Miguel Marco el diálogo musical entre el cantante y el guitarrista.
The Rolling Stones: los dioses del rock y la aparición de la lluvia

El 29 de septiembre de 2003, hará pronto tres lustros, "Zaragoza perdió el miedo a los grandes montajes de una vez para siempre", según dice Míchel Zarzuela, director de cultura del Ayuntamiento de Zaragoza entonces, y ofreció un concierto de los Rolling Stones, "el mayor espectáculo de rock’n’roll que puede verse en el planeta", escribió en HERALDO Santiago Paniagua.

El exconcejal y escritor Juan Bolea estuvo a punto de apuntarse el tanto con el PP, pero la alcaldesa Luisa Fernanda Rudi no tenía claro que el grupo británico "fuese cultura". Algún tiempo después, la concejalía que encabezaba Rosa Borraz recibió una llamada de Nacho Royo, mánager de Enrique Bunbury, y dijo que aquel era un buen momento para contratarlos. "En un mes y medio organizamos el concierto –dice Zarzuela–. Pasaron muchas cosas: fue decisiva la colaboración de Ibercaja, el entendimiento del alcalde Juan Alberto Belloch y del presidente de la entidad bancaria, Manuel Pizarro. Ibercaja colaboró como nunca. De repente, nos dimos cuenta de que en la Romareda no entraba todo el montaje de la banda y se nos ocurrió la Feria de Muestras. Para mí gusto fue todo un éxito, a pesar de los problemas con los accesos". Se reunieron 38.000 personas y los Rolling Stones ofrecieron una memorable noche, con "un escenario mastodóntico, apabullantes medios lumínicos y sonoros y el repaso a un repertorio inigualable en la música popular moderna", insistía Paniagua.

Todo había empezado el día anterior. La banda, con su séquito de medio centenar de personas, llegó al aeropuerto de Zaragoza, procedente de Lisboa. El avión aterrizó hacia las 18.40 y Mick Jagger, que no tardaría en asomarse, y sus compañeros pidieron que se acercase el aparato a la valla donde esperaban los fans. Fue la primera toma de contacto, que se repitió luego ante el hotel Palafox. Allí, a media tarde, se agolpó un centenar de personas. Ana Usieto, cronista de su llegada a la ciudad, describió así a los artistas: "Se bajó Mick. Llevaba pantalón gris como de seda y camisa al tono un poco más clara. Seguía sosteniendo una pequeña cámara de vídeo en la mano e hizo un gesto como de levantarse la camisa. (…) Junto a él se bajó el impoluto y discreto Charlie Watts, el batería, que pasó trajeado y casi desapercibido, fiel a su estilo. Después, Keith Richards. Llevaba una cazadora verde militar, tipo bomber, y unos pantalones-malla de los que colgaba un pañuelo amarillo. (…) Para el final se quedó el guitarrista Ron Wood. También dedicó una sonrisa a sus seguidores, aunque más tímida que sus compañeros".

Los Rolling hicieron deporte en el gimnasio del hotel, y quizá en la jaima blanca que levantaron en la Feria de Muestras, comieron productos aragoneses, entre ellos melocotón con vino de Calanda, pasearon por las calles de Zaragoza, con sus guardaespaldas, y se acercaron a la plaza del Pilar, donde preguntaron por el significado de la fuente de la Hispanidad.

Les precedió Primal Scream. Sobre el escenario, un Jagger locuaz y arrollador condujo la fiesta: "Hola, Zaragoza. Estoy feliz de estar aquí por primera vez". Arrancaron con ‘Brown sugar’ y tocaron una veintena de temas. El penúltimo fue ‘Satisfaction’, pero antes ocurrió algo casi inefable: irrumpió la lluvia cuando cantaban ‘Just Like a Rolling Stone’.

"La escena de la lluvia fue increíble, fue poéticamente preciosa y exquisita", dice Zarzuela. Algunos se hicieron fotos con el grupo, entre ellos un Enrique Bunbury inmensamente feliz.

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