José Dault : "El teatro de máscaras es esencial, una montaña rusa de emociones"

Este zaragozano ha ganado el Premio Max a la mejor obra teatral de 2017 con su compañía Kulunka y lamenta no haber actuado aún con ella en Aragón.

José Dault, el pasado lunes al recoger el premio Max a la mejor obra de teatro
José Dault, el pasado lunes al recoger el premio Max a la mejor obra de teatro
David Ruiz

José Dault (Zaragoza, 1976) tiene una espina clavada. Desde que en 2010 fundara la compañía Kulunka Teatro (en Guipúzcoa, y junto a Garbiñe Insausti) no ha podido traer sus obras a Aragón. Un año estuvo a punto de hacerlo. Era agosto de 2011 y estaba previsto que pusiera en escena ‘André y Dorine’ en Mora de Rubielos, en el marco del festival Puerta del Mediterráneo. Pero una tormenta de proporciones bíblicas lo impidió.

Por eso el pasado lunes, cuando subió al escenario para recoger el premio Max a la mejor obra teatral de 2017 por su ‘Solitudes’, expresó en voz alta su deseo. Quiere actuar en Aragón. "Recogimos el premio con humildad y orgullo, sintiendo que detrás del galardón había mucho trabajo por nuestra parte –señala–. Lo dediqué a mi gente de Zaragoza y deseando llevar nuestras obras al Principal, que es donde tendría que verse".

Que una obra como ‘Solitudes’, de teatro de máscaras, sea considerada la mejor del año en España, indica bien a las claras su enorme calidad. "Hemos tenido que pelear contra los prejuicios que puede despertar una obra sin texto, de una hora y veinte minutos de duración, y de máscaras. Pero creemos que el público necesita tener la mente abierta a nuevos códigos expresivos. El teatro de máscaras es mucho más esencial que el de texto, porque se basa en gestos normales, que todo el mundo entiende. Y cuando ocurre eso, que el público entiende todo lo que está sucediendo sobre el escenario, el efecto, la conexión con el público, se multiplica por mil. Para nosotros, los intérpretes, la dificultad está en encontrar la ‘partitura’ de acciones que haga que el público entienda lo que está pasando. Pasan cosas sorprendentes. Hay quien ve uno de nuestros espectáculos y tiempo después cree recordar que tenía texto, cuando en realidad no pronunciamos ni una palabra. Esa es la capacidad del teatro de máscaras. Lo que necesitamos es que el público se libere de sus prejuicios".

El teatro de máscaras es más esencial, puede llevarte a una montaña rusa de emociones

Kulunka nació para poner en escena ‘André y Dorine’, una obra inspirada por el filósofo André Gorz y su esposa, que acabaron suicidándose después de que ella entrara en fase terminal de su alzhéimer; y también en el libro, en realidad una misiva de amor, que él le dedicó, ‘Carta a D.’

"Entonces conocimos el código de las máscaras y nos sorprendió su capacidad comunicativa –relata Dault–. El teatro de máscaras te exige trabajar mucho porque cada gesto tiene una importancia vital. Y cada objeto: como no hay texto, los objetos son nuestras palabras. Coger algo a una velocidad, o hacerlo a otra, dice mucho sobre lo que les está ocurriendo a nuestros personajes. Para hacer un teatro sin texto nosotros tenemos que hablar mucho. Y nuestra obsesión es que cada obra se entienda. Esto nos obliga a trabajar ocho horas al día durante meses antes de estrenar una obra".

De ‘André y Dorine’ han dado más de 500 funciones en 30 países, y el espectáculo sigue en gira (actualmente, en Hong Kong). El segundo destino internacional de la obra fue Nepal, donde el alzhéimer prácticamente no está diagnosticado porque la media de vida es de 54 años. "Teníamos mucho miedo de que no nos entendieran porque su cultura es muy distinta a la nuestra; ni siquiera mueven la cabeza igual que nosotros para decir sí o no. Para nuestra sorpresa, la entendieron perfectamente desde el primer momento. Y ha ocurrido lo mismo en Siberia, en Estados Unidos, en Malasia o en China, donde ya llevamos 14 giras con esta obra. En todas partes la historia se ha vivido y ‘leído’ de la misma manera".

Luego llegó ‘Solitudes’, aunque antes hubo un experimento fallido: un montaje completo, que llegaron a presentar ante los amigos, y que abortaron porque "nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado en la dramaturgia".

En 2014 empezaron a trabajar en ‘Solitudes’, cuyo argumento se centra en un antiguo trabajador social que enviuda y se queda al cuidado de su hijo, acaba metiendo en su casa a un mendigo para jugar con él a las cartas, y su hijo termina por echarlo. "La obra habla de la soledad, de la incomunicación, de la incapacidad", señala Dault. Y ya se ha representado más de un centenar de veces, en España y en países como Italia, Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos.

"La obra contiene una paradoja muy humana –señala Dault–, y es que muchas veces, pensando que haces el bien, te acabas equivocando. Pero nosotros no juzgamos a los personajes, solo contamos lo que les pasa. ‘Solitudes’, como todo nuestro teatro de máscaras, acaba llevando a los espectadores a una montaña rusa de emociones". Y eso es lo que ha reconocido el jurado de los Max.

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