Alaitz Leceaga: "Si hay historias que contar no desaparecerán los libros"

Esta escritora bilbaína, nacida en 1962, publica ‘El bosque sabe tu nombre’ (Ed. B), una narración de realismo fantástico, de misterio y de gemelas.

Alaitz Leceaga visitó Zaragoza y presentó su novela.
Alaitz Leceaga visitó Zaragoza y presentó su novela.
José Miguel Marco

Empezaré por su nombre: Alaitz.

Cuando yo era niña no era nada habitual. Alude a un monte o una sierra de Navarra.

Parece que su vida está ligada a la naturaleza.

Fui durante muchos años hija única, solía ir a las afueras de Bilbao a un acantilado y a un bosque en Aixerrota. Me pasaba allí horas y horas. Creo que era muy imaginativa y empezaba a concebir cosas, seres y aventuras.

¿Por ejemplo?

Que tenía una hermana gemela, que había lobos en el bosque y otras presencias. A ella le hablaba. Casi sin percatarme, creaba criaturas y sueños que me visitarían muchos años más tarde. Y la hermana gemela fue una de mis fantasías más poderosas.

Creo que a usted los cuentos se los contaban en casa.

Desde luego. Mi madre y mi abuela, pero sobre todo mi madre. Me leía historias, cuentos, creaba en mi derredor una atmósfera mágica, de misterios, de apariciones, un ambiente de cuentos de hadas. Por eso no me ha resultado luego difícil integrar ese mundo en mi primera novela: ‘El bosque sabe tu nombre’.

Espere un segundo. Usted, antes, ha dicho que escribía cuentos. ¿En un blog, en su web?

No, no. Yo no tenía nada de eso. En portales donde se publicaban, en revistas digitales. He redactado muchos cuentos, en español e inglés, indistintamente.

¿Cómo dio el paso de unos cuantos folios a más de 600 páginas?

Ja, ja, ja. Trabajando mucho, con vocación. Hace no demasiados años volví al acantilado de mi niñez y me sucedió algo curioso: me encontré el zapato rojo de una niña. Era algo muy turbador y se me encendió como una llama. Empecé a hacerme preguntas y más preguntas. ¿Quién era la niña? ¿Qué le habría pasado? ¿Cómo había llegado a casa, descalza? ¿Se habría arrojado al vacío? Armé un nuevo cuento, pero me pareció que me quedaba corto, que regresaban a mí recuerdos del pasado, aquellas imágenes.

¿Qué pasó?

Que empecé a documentarme con minuciosidad, que fui ambiciosa y concebí una novela dividida en los cuatro elementos. Comencé a trabajar, en varias libretas, cómo iba a desarrollar la novela. Soy muy meticulosa. Planifiqué las cuatro partes, cada capítulo, las escenas, confeccioné la biografía de cada personaje, aunque eso luego no aparezca. Y cuando lo tuve todo me puse a escribir. Habré invertido más de año y medio en el proceso.

Ha escrito la novela de una mansión, de dos hermanas gemelas, Alma y Estrella, y una de ellas morirá antes de los quince años.

La novela podría decirse que es el viaje interior y exterior de la protagonista, Estrella, que no habla con los muertos ni ve a su abuela en los muelles como un espectro como le sucede a Alma. Primero es hermana gemela, luego hija, luego novia, esposa y madre._Y siempre, siempre, por distintas razones es la mala.

¿Por qué eligió los años 20 y 30 en una familia aristócrata?

Quería analizar qué podía pasar en la vida de estas mujeres desde una situación cómoda, en la que no les faltase de nada y en un período donde la gente vivía muy bien, sin saber que habitaba un mundo a punto de desmoronarse.

¿Cómo le llega ese mundo de fantasía, de realismo mágico?

Es una característica que se me da de forma natural. No sé escribir de otro modo. Me marcó mucho ‘La casa de los espíritus’ de Isabel Allende, que leí dos veces, y la mitología vasca. En mi obra hay ogros reales y alegóricos, padres que practican el maltrato y lobos; se dice que un lobo mató a alguien en el pasado.

¿Qué le está sucediendo con ‘El bosque sabe tu nombre’?

Que viene la gente encantada, que conecta con el personaje, con los climas, que recibo cartas preciosas, y que no puedo dar crédito, y conecta con el bosque que te protege, te engulle o te refugia.

Entonces, ¿hay esperanza?

¿Esperanza? Por supuesto. Me han traducido a seis lenguas y estoy muy ilusionada. Mientras haya gente que quiere escuchar una historia habrá escritores y libros. El libro no puede desaparecer ni tampoco este oficio. Seguro.

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