Lucha contra la basura

Numerosos grupos de investigación analizan en Aragón cómo frenar los efectos perniciosos del cambio climático. Aunque, también, la batalla comienza por uno mismo.

Trabajo de campo de investigadores del grupo Geoforest-IUCA.
Trabajo de campo de investigadores del grupo Geoforest-IUCA.

En 2017, el coste de la contaminación en el mundo superó los 3,7 billones de euros, el 6,2% de la riqueza del planeta, según un informe de la revista médica británica ‘The Lancet’. Unas cifras que nos echan a la cara lo peor de esa podredumbre esparcida en sus infinitas formas (agua, aire, tierra, química) que mata al año (cifras de 2015) a nueve millones de personas, y es responsable del 16% de todas las muertes del planeta. En la mayoría de las sociedades, la polución es una respuesta a ese paradigma económico derivado del irresponsable principio de usar y tirar. Una polución que desciende sobre la tierra contaminando acuíferos, mares, tierras de labranza, paisajes. ‘The Lancet’ sostiene que, por ejemplo, en Estados Unidos cada dólar invertido en luchar contra la contaminación genera 30 de beneficios: desde 1970 se han destinado 65.000 millones de dólares a este empeño y han regresado 1,5 billones.

En Aragón diversos grupos multidisciplinares dependientes del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza dedican sus esfuerzos para hacer frente al efecto del cambio climático y la contaminación, al impacto también de la acción irresponsable del hombre. Todo eso que parece que no va con nosotros, con lo que convivimos desde hace demasiado tiempo, y en muchas ocasiones de espaldas. Grupos como ‘Clima, agua, cambio global y sistemas naturales’, creado en 2005 y en el que trabajan 22 investigadores; el de ‘Agua y Salud Ambiental’, surgido este 2018 como consecuencia de la unión de los grupos de investigación ‘Calidad y Tratamiento de Aguas y Parasitología, Autocuidados’ y ‘Salud Ambiental’, cuyos miembros desarrollan su actividad desde hace más de 20 años y acreditan una trayectoria de trabajo conjunto desde hace más de 10. El que diagnostica la presencia de antibióticos en aguas del valle del Ebro y sur de Francia, el grupo ‘Espectroscopia Analítica y Sensores’ (GEAS), construido en 1982, en el que trabajan 19 investigadores. Y los 40 científicos del de Geomorfología del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias de la Universidad.

Para Gloria Cuenca, directora del IUCA, estos grupo son en estos momentos los que mejor representan los graves problemas que afectan a nuestra comunidad. "Por una parte, la erosión debida en gran medida a lo árido del clima actual y malas prácticas de extracción maderera, sobre todo de principios del siglo XX. En una comunidad como la nuestra recuperar los bosques que sujetan el suelo ha llevado casi un siglo. Por otro lado es importante el análisis de la contaminación de las aguas, especialmente las de los acuíferos, que son aguas subterráneas. Un grave problema si pensamos que la de los acuíferos es el agua que bebemos y que el cambio climático puede reducir los caudales y el abastecimiento de agua para beber. Hay que pensar que los ríos son como la escorrentía superficial que ‘sobra’ de los acuíferos". La científica es optimista al asegurar que se puede frenar la acción del cambio climático gestionando bosques y ríos de una manera racional, "no sólo para que se enriquezcan unos pocos. Se puede frenar si se gestionan mejor las construcciones de grandes obras hidráulicas, de comunicación, de urbanismo. Se puede frenar si los estudios geológicos, hidrológicos, de territorio, de impacto ambiental y natural se llevan a cabo de manera rigurosa y por científicos, y por supuesto haciendo luego caso a las recomendaciones de los investigadores. Se puede frenar educando a la industria y a la población en general en un uso ‘limpio’ del agua: no vale tirar lo que nos sobra por el desagüe. Medicinas, sobras de aceite, sobras de comida, papeles, sobras de pintura y muchos otros elementos contaminantes –sólidos y líquidos– se vierten cada día por el fregadero o el inodoro". Luchar desde casa, desde uno mismo, contra la contaminación doméstica. Como paleontóloga, indica, también, que "los cambios climáticos a través del análisis de los ecosistemas y organismos del pasado podemos decir que la tierra se recupera después de cada catástrofe climática, aunque los cambios nunca han sido tan rápidos como los que provoca el hombre en los últimos 2.000 años, acelerados en los últimos 150".

CLUB DE ROMA. Porque el cambio climático impacta en todo lo que nos rodea. Presente y futuro. Y no es algo que debamos ignorar. El Club de Roma es uno de los organismos que trabaja en ello. La ONG fue fundada en Roma en 1968 con la inquietud de mejorar el futuro del mundo a largo plazo de manera interdisciplinar, "que reconcilia a científicos, economistas, hombres de negocio, funcionarios internacionales y jefes de Estado de los cinco continentes quienes están convencidos que el futuro de género humano esta aún por determinar y que cada ser humano puede contribuir a la mejora de nuestras sociedades". El grupo aragonés del capítulo español del Club mantiene ese espíritu y debate en profundidad lo que definen como una de las mayores amenazas contra la humanidad del siglo XXI. Diversos especialistas intentarán dar luz este próximo martes en una jornada abierta en Caixaforum de Zaragoza, donde se pondrán sobre la mesa cuestiones que envuelven al cambio climático y que nos parecen lejanas, como la geoestrategia, las migraciones las relaciones internacionales...  tan determinante para el mundo de hoy.

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