Carmen Iglesias (Madrid, 1942) es una apasionada de la neurociencia y este miércoles, en una comida con amigos aragoneses, recordó que "no he dejado de estar al tanto de cómo, en estos últimos 30 años, se han desarrollado las ciencias del cerebro, de la mente, la genética y la evolución", dice. En el Patio de la Infanta recordó a algunos personajes aragoneses: Martín Cortés, que redactó manuales de navegación, Luis de Santángel, un judío converso que apoyó a Colón, Jerónimo de Pasamonte, quizá el autor anónimo que redactó el Quijote de Avellaneda, etc.

¿Qué le sorprende más: que triunfe la primera moción de censura de la democracia o la osadía de Pedro Sánchez?

Como historiadora siempre voy hacia el pasado, y esto es muy actual. Pero creo que la osadía es la nota más característica. Pedro Sánchez estaba deseando ser presidente, y ha jugado y ha tenido la oportunidad de lograrlo por un resquicio totalmente constitucional, eso sí, con aliados difíciles en todo los sentidos. Espero que use la racionalidad y la sensatez y gobierne para la mayoría.

¿Cómo ve la superioridad de mujeres en el nuevo Gobierno?

Lo veo muy bien. Siempre dije, ya en el siglo pasado, que el siglo XXI sería el siglo de las mujeres. Mi amiga feminista Margarita Rivière me hacía ver que lo que estaba cambiando, desde los años ochenta, era la percepción de las propias mujeres respecto a sí mismas. Y ahora eso ha ido a más. Por tanto la presencia de más mujeres me parece casi natural. Está habiendo un movimiento tan claro, como el fenómeno ‘Me Too’, que la elección de Sánchez revela sensibilidad y atención.

¿Es este un buen momento para recordar su libro: ‘No siempre lo peor es cierto’, contra la fatalidad y el derrotismo español?

Ja, ja. Creo que siempre es un buen momento porque lo que nos enseña la historia son sus zigzags. La historia se expande por periodos críticos y de retroceso. La idea de que el pasado es mejor existe desde los hititas, que ya se quejaban en sus tablillas de que estaban en un período grave, de que los jóvenes eran hostiles a los mayores, había crisis de valores.

¿Entonces?

Estoy preocupada por la realidad, pero todas las situaciones son difíciles y comprometidas. La vida y la política viven una situación de perpetuo conflicto.

¿Cómo define el ‘Diccionario Biográfico Español’ digital?

Me parecía una asignatura pendiente. Hemos tenido la suerte de tener un equipo maravilloso. Tenemos una media de 1.000 visitas al día, de cinco a seis minutos de permanencia. Por ahora hemos recibido más de 300.000 visitas.

Usted dijo aquello de que con el ‘Diccionario Biográfico’ "nos comemos a Wikipedia".

Es una exageración. Wikipedia trata de todo, y nosotros hacemos biografía histórica con el rigor y la amenidad de un especialista. Cuando abrimos la web, ese fin de semana recibimos más de un centenar de correos. Nos ofrecían de todo: documentos, un inédito, nos revelaban una errata en una fecha, había familiares de los biografiados. Se ha creado una interacción entre el equipo del ‘Diccionario’ y el usuario y el autor. Todo es contrastado.

Se cuenta la historia de un faquir que vivió en Cuenca y que quiso hipnotizar a un toro de lidia.

Sí, es verdad. Y le hiere en la calle. Era una cosa maravillosa. La biografía está hecha por historiadores muy amantes de los pequeños detalles. Y la anécdota forma parte de la biografía desde el principio. Desde Heródoto o Plutarco. Desde los griegos y los romanos. Hay algunos personajes así. Los cronistas son deslumbrantes. Pienso en aquel Francisco Aguirre que se cuela de polizón con 17 años para ir de las Antillas al continente y va con su perrito, que se llama Lorencico.

Usted ha sido preceptora de Felipe VI. Dijo que era inteligente y bondadoso. ¿Le ha sorprendido algo de él desde que es Rey?

Creo que es inteligente, sereno, valiente y, además, es una buena persona. Así que me mantengo.

Estamos en la Feria del Libro. ¿Podría recomendarnos algunos de sus libros favoritos?

Me da un poco de apuro decirlo, pero es verdad. He pasado muchos veranos con las ‘Obras completas’ de Shakespeare y con el Quijote, y algunos con Thomas Mann, no solo con ‘Los Budenbrook’ y ‘La montaña mágica’, sino con ‘José y sus hermanos’, una novela de la que aprendí dos cosas: el peligro del narcisismo y que la mayor alegría y la mayor tristeza de su vida, según lo cuenta Thomas Mann, eran falsas.