Velintonia, 3, en Madrid, fue uno de los santuarios de la poesía española de la posguerra. Allí vivía Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984), galardonado con el Nobel de Literatura en 1977 y autor de poemarios como ‘La destrucción o el amor’, ‘Sombra del paraíso’, ‘En un vasto dominio’ o ‘Mundo a solas’, que publicó en 1970 el poeta y editor Julio Antonio Gómez (Zaragoza, 1935-Canarias, 1988) en la editorial Javalambre, en su cuidadísima colección ‘Fuendetodos’, que tenía detrás a un artista gráfico excepcional e innovador: el fotógrafo Joaquín Alcón (Zaragoza, 1928-2015). Con motivo de esa edición, una de las más bellas de la lírica en España, Alcón y Gómez visitaron al poeta en diciembre de 1969. Joaquín Alcón –objeto de una gran antológica en el palacio de Sástago en 1991– le hizo al menos 16 fotografías, que se exhibirán ahora en la casa del poeta.

Los integrantes del Niké, entre ellos Miguel Labordeta y Luciano Gracia, y de otras generaciones como Ángel Guinda y José Luis Melero estuvieron en la casa de Aleixandre, que era un hombre afable y protector de los jóvenes vates; siempre les mandaba una impresión acerca de sus libros. Joaquín Alcón estuvo en Madrid con Julio Antonio Gómez, que también editó a Gabriel Celaya, Blas de Otero, Leopoldo de Luis o Gloria Fuertes, y al propio Miguel Labordeta. Al ‘Gordo’ Gómez se le ve en ocasiones por el jardín.

Un gran retratista

Joaquín Alcón era un gran retratista como lo prueban sus fotos de los pintores Fermín Aguayo y Antón González, o la serie que le hizo a Miguel Labordeta en el parque que ahora lleva el nombre de su hermano. En 1968 había sido llamado por Yves Saint-Laurent a París para captar el glamur de sus modelos.

Aunque Aleixandre era un hombre lleno de compromisos y un enfermo crónico (fallecería de hemorragia intestinal), el artista aragonés se tomó su tiempo. Lo captó en varios espacios: en la intimidad de la biblioteca poblada, en el interior de la casa, en el jardín, con el perro Sirio correteando por allí. Manejó distintos planos y lo retrató con varias indumentarias: con su capa invernal, con chaqueta de traje y corbata y con chaqueta de lana. Desde distintos ángulos se detuvo en su perfil clásico, en sus ojos claros, en sus manos, quizá en su indecible nostalgia. "Su soledad es intensa como la infinitud del cielo", dijo de una de las fotos el crítico de arte Manuel Pérez-Lizano.

Algunas de las obras, así como sus solarizaciones, pasaron a la edición de ‘Mundo a solas’, que apareció en 1970, que incluía la reproducción de cuatro manuscritos de poemas. Resulta curioso que la primera edición de ese libro la publicase otro aragonés en 1950: Tomás Seral y Casas en el sello Clan, con un retrato y seis dibujos de Gregorio Prieto.

Gratitud

Algún tiempo después, Joaquín Alcón, que trabajó en la galería Libros de 1955 a 1966 y se mudaría a Benidorm, le remitió las fotografías al futuro premio Nobel y este le mandó una de las cartas, fechada el 30 de mayo de 1972, que el fotógrafo conservaba como oro en paño. Aparecía manuscrita en el catálogo de 1991. Dice así: "He recibido su espléndido envío y le escribo estas líneas para manifestarle mi gratitud y mi deslumbramiento ante las obras de arte fotográfico que me manda. Lo mismo las pruebas sin brillo que con él son una maravilla. Los más bellos retratos que de mí se han hecho. Y en cuando a lo que Ud. llama ensayos son otras tantas composiciones con mágica destreza en sus pruebas. Es Ud. un creador y estas muestras son algo impar. Muchas gracias de nuevo y mi felicitación por el alto nivel de arte que Ud. ha conseguido y que hace honor a la fotografía española. Le envía un abrazo. Vicente".

Este reportaje de 16 fotos que cumple casi medio siglo, revelado por Julio Sánchez Millán y cedido por la familia Alcón, se expondrá en la casa del poeta el próximo mes de junio.