Fallece María Pilar de las Heras, histórica cantadora y maestra en el arte de la jota

Nacida en 1926, logró tres campeonatos en el Certamen Oficial y enseñó a varias generaciones de artistas

María Pilar de las Heras, junto a una fotografía de su época dorada, en su domicilio del barrio de San Pablo zaragozano.
María Pilar de las Heras, junto a una fotografía de su época dorada, en su domicilio del barrio de San Pablo zaragozano.
Carlos Moncín

María Pilar de las Heras, una de las figuras fundamentales de la jota aragonesa en el siglo XX, falleció este lunes en Zaragoza a los 91 años de edad. Con ella desaparece una de las figuras indispensables del folclore aragonés. Tanto, que algunos especialistas la consideraban ‘el cronómetro de la jota’ por lo bien que ajustaba su canto a los compases y a la rondalla. "Me lo llamaban por la seguridad en la afinación y el compás –le gustaba decir–. Los finales no los he alargado nunca. Jamás. La jota hay que cantarla en su punto... Yo es que he cantado con artistas como Jesús Gracia o Piedad Gil, entre otros, cuando todos teníamos poco más de 20 años. Y dábamos unos festivales fantásticos". De esa generación no quedan ya apenas exponentes.

Nacida en 1926 en la plaza de Santo Domingo de Zaragoza, María Pilar de las Heras inició su carrera artística en la jota en 1939, tomando clases con Pascuala Perié. Previamente se había iniciado en la música y en la declamación, en las que llegó a destacar. Sin embargo, la jota aragonesa la sedujo desde el primer momento y se consagró a ella.

Fue campeona de Aragón en los años 1943, 1945 y 1946. Formó parte de los más destacados grupos folclóricos de su época, desde Alma Aragonesa a Raza Aragonesa, aunque también dio su nombre a un grupo. Grabó, entre discos de pizarra y de vinilo, 27 jotas de estilo, otras 21 jotas de baile o ronda y 3 jotas con estribillo.

A finales de la década de los años 50 contrajo matrimonio con otro cantador, Ignacio González, y acabó retirándose de los escenarios. Pero no de la jota. Empezó a preparar alumnos en su domicilio y, también, fue profesora de la Escuela Oficial de Jota entre los años 1980 y 1996. Alumnas suyas han sido algunas de las cantadoras más famosas de las últimas décadas, como Begoña García, Trinidad Loscos, Laura Martín, María Auxiliadora Gimeno, María Ángeles Genzor y María Inmaculada Bescós.

Su forma de interpretar partía de las mejores fuentes, ya que heredó sus conocimientos de otra figura clave, Pascuala Perié, que la veía como su sucesora en el mundo de la jota.

Tras su retirada de los escenarios apenas cantó en público. Solo lo hacía, y en contadas ocasiones, para alguno de los alumnos a los que daba clase, o para agradecer alguna ronda. Pero lo hizo en los homenajes que se le tributaron en el Teatro Principal en los años 2000 y 2011, a los que acudieron todas las primeras figuras del folclore regional.

Destacó en estilos como el de ‘Las cerezas’ y brilló con conmovedora interpretación de ‘La magallonera’.

Como muestra de su forma de entender la jota valen estas palabras de una entrevista que concedió a HERALDO días antes del homenaje de 2011: "La primera y principal cualidad de un buen cantador no es la voz, sino el oído –subrayaba–. Uno puede tener una voz muy bonita y potente pero, si tiene mal oído, este siempre acabará traicionándote. Luego hay que trabajar mucho y buscar un estilo propio".

Vivió donde nació, en la plaza de Santo Domingo zaragozana, en el barrio de San Pablo del que fue figura principal. No ha habido ronda callejera en las últimas décadas que no se parara bajo su balcón para rendirle homenaje. Este martes, a las 10.00 recibirá sepultura en el cementerio de Torrero y el mundo de la jota la despedirá entre lágrimas.

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