Moda de mesa y mantel

Las grandes marcas del lujo ya no solo buscan sacar rédito de su glamurosa imagen en perfumes, gafas o pañuelos. Ahora también extienden su universo a los restaurantes:la gastronomía está más de moda que la moda.

Prada:Bar Luce (Milán). Tiene el Bar Luce, situado en el Fundación Prada de Milán, un doble gancho. Por un lado, para los que les gusta la moda. Por otro, para los amantes del cine, especialmente el de Wes Anderson, que ha sido el encargado de la decoración llena de guiños retro de la cultura pop.
Prada:Bar Luce (Milán). Tiene el Bar Luce, situado en el Fundación Prada de Milán, un doble gancho. Por un lado, para los que les gusta la moda. Por otro, para los amantes del cine, especialmente el de Wes Anderson, que ha sido el encargado de la decoraci

La gastronomía está de moda. Y el mundo de la moda no lo ha pasado por alto. Las redes sociales, con la potente etiqueta ‘foodie’ (que, en inglés, denomina a los aficionados a hacer fotos de lo que van comiendo), han convertido el cocinar e ir de restaurantes en una experiencia compartible, epítome del postureo, al que no son ajenos las grandes marcas del diseño internacional, cuyos ingresos dependen sobre todo de productos franquiciados, convenientemente marcados con sus logos evocadores del lujo y el glamur, que convierten gafas, pañuelos, carteras, perfumes o cosméticos en irresistible objeto del deseo. En este afán de hacer extensible su marca, las grandes ‘maisons’ del lujo y no pocos diseñadores han puesto la vista, también, en los fogones. No son pocos los que extienden su aura lujosa y su estilo a una cafetería, un bar o un restaurante.

Entre lo más etiquetados en las redes sociales está el Bar Luce, el que la Fundación Prada tiene en Milán. Es un sueño para los ‘instagramers’ y también para los amantes del ‘vintage pop’ más exquisito. El director de cine Wes Anderson, cuya universo estético es uno de los más influyentes del mundo, es el decorador de este local con suelo de terrazo, colores pastel, mesas de formica y ‘pinballs’ setenteros.

Es el de Prada el ejemplo más original de la traslación de una marca de ropa a la hostelería. El resto basculan entre el lujo clásico, el minimalismo o la vanguardia arquitectónica. Como Ceresio 7, también en la ciudad italiana (una de las capitales mundiales de la moda), donde el dúo canadiense DSquared2 regenta un bar-restaurante que cuenta con una espectacular cocina en el ático del rascacielos Enel. En Milán también se puede hacer una parada en el Café Armani (una firma que tiene otros locales hosteleros por el mundo, hasta un pub en Hong Kong).

Modernidad sobria es también la elegida por la firma japonesa Comme des Garçons, que abrió una cafetería en Dover Street Market, el centro comercial londinense consagrado al diseño más vanguardista.

Muy diferente es la atmósfera de la Villa Casa Casuarina, en Miami. Se trata de la residencia en la que vivió Gianni Versace y a cuyas puertas fue asesinado por Andrew Cunanan. Un suceso que ahora está de actualidad por la serie de televisión ‘American Crime story’, protagonizada por Penélope Cruz. La recargada mansión es ahora un hotel y alberga un restaurante donde se sirve "comida mediterránea". Por ejemplo, pulpo a la española’ (con chorizo) y pasteles decorados con ornamentos típicos de la firma como la cenefa griega o su famosa cabeza mitológica de medusa.

Chanel y Dior: en Tokio

Chanel y Dior, los paradigmas mundiales del lujo (por lo menos en el imaginario colectivo), han lanzado sus filiales gastronómicas en el exclusivo barrio de Ginza, en Tokio, y en Osaka (donde también hay un Café Marni y un restaurante Bulgari de comida italiana).

Chanel apuesta por Beige, un restaurante que tiene al frente nada más y nada menos que al tres estrellas Michelin, Alain Ducasse. Dior, por su parte, ha abierto un café asociándose al famoso repostero Pierre Hermé, conocido por los dulces ‘macarons’.

También por la repostería y por el encanto de la ceremonia inglesa del té se ha decidido Burberry’s. La firma de las gabardinas y los estampados de cuadros ofrece en la calle Regent un rincón clásico, puro ambiente ‘british’.

Los franceses, por su parte, no solo exportan su fama asociada a la moda y París también recibe iniciativas foráneas. En Ralph’s, una sucursal del restaurante que Ralph Lauren tiene en Nueva York, se funden los sabores de ambos lados del océano:‘croque-monsieurs’, hamburguesas y champán.

Uno de los últimos en incorporarse a esta ruta es Gucci Garden, que a principios de este año se inauguró en Florencia, en plena plaza de la Señoría, en el Palazzo della Mercanzia. El chef con tres estrellas Michelin Massimo Botura es el encargado de la ‘osteria’, que comparte también espacio con una espectacular tienda.

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