Josu Ugarte Gastaminza: "Un extorsionado por ETA tenía unos dilemas morales enormes"

Ugarte (Bilbao, 1954) presentó en Zaragoza ‘La bolsa y la vida’, investigación sobre las finanzas de ETA a cargo de los mejores especialistas en el tema.

Josu Ugarte, el pasado jueves en Zaragoza.
Josu Ugarte, el pasado jueves en Zaragoza.
José Miguel Marco

Escribe un libro sobre la financiación de ETA a la par que la banda se disuelve. ¿Era necesario?

Sí, porque no se sabía mucho al respecto. Todos intuíamos que la banda tenía medios económicos para desarrollar su actividad, y si se estaba mínimamente informado podía saberse que hacía chantajes, que atracaba y secuestraba.

¿Cómo se decidió a escribirlo?

En 2012, después de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia, un alto directivo de banca me llamó para contarme que a él lo extorsionaron. Y me pidió que Bakeaz, la asociación que fundé, investigara este fenómeno por el grave efecto que ha tenido en tantas personas. Que una víctima te llame me pareció magnífico.

Por miedo o por vergüenza, los extorsionados siempre callaban.

Por miedo sobre todo, y por las repercusiones de su acción ilegal, que en definitiva era un delito de colaboración con banda armada.

¿Cómo saber entonces cuántos extorsionados hubo?

Calculamos, a partir de la documentación que se incautó a ETA en Sokoa, que hubo más de 10.000. No podemos probar más. Lo incautado en esa cooperativa daba fe de hasta 9.000 extorsionados en una época concreta. Luego se ha sabido que hubo mil más. Pero de los años 70, cuando comenzaron las extorsiones, no hay datos.

¿Cómo se financiaba ETA antes?

Sus finanzas eran muy precarias. Los propios integrantes aportaban dinero, lo que podían. También solicitaban ayuda a nacionalistas que simpatizaban con esta rebelión juvenil de finales de los 50. Y pedían dinero en las comunidades vascas en Latinoamérica o Europa.

¿Cómo se pasa de una aportación voluntaria al chantaje?

Porque la actividad de ETA se fue haciendo más complicada. La compra de armas, explosivos, la infraestructura para atentar, todo eso exigía dinero, mucho más del que se lograba de forma voluntaria. Y empezaron los atracos.

¿Lograron mucho con ellos?

Al principio fueron un fiasco. En el primero robaron 2,75 pesetas de la época, que era lo que llevaba el cobrador al que atracaron. Pero por este medio sustrajeron, al cambio actual, 19,5 millones de euros. Está todo documentado.

¿Y con secuestros y chantajes?

Las dos terceras partes del dinero que ETA ha necesitado para sobrevivir lo han proporcionado los secuestros. Entre 103 y 106 millones de euros a precios actuales. Con los chantajes, probados, 20,5 millones de euros de hoy. Aunque la cifra será superior porque se pensaba que había una caja única, pero en cartas entre Mikel Albisu ‘Antza’ y Soledad Iparragirre ‘Anboto’ se habla de otras cajas.

Un 90% de los extorsionados se resistieron y aun así se logró tanto dinero. Si hubieran pagado más chantajeados...

... los terroristas habrían ido muy holgados. Hay una correlación entre la obtención de fondos económicos y la capacidad de acción: cuantos más fondos ha tenido ETA, más actividad ha desarrollado, y cuanto más fuerte era, más capacidad tenía para recaudar.

¿Cómo vivían los extorsionados esa situación?

Se enfrentaban a unos dilemas morales enormes, porque sabían que con su dinero se estaba condenando a muerte a otros.

¿Cuándo dinero pedían?

En función del patrimonio que le presuponían al extorsionado, aunque a veces se equivocaban porque la información era inexacta o se la había inventado el chivato, que podía ser un vecino, un trabajador de la misma empresa...

¿Cómo era el proceso?

Primero se recibía una carta que informaba de la lucha contra la "opresión" del pueblo vasco, todo muy grandilocuente. Justificaban la petición de dinero, daban plazos y el interesado podía contactar por los medios habituales.

¿...?

En esa época todos conocíamos a alguien relacionado con ETA. Si no pagabas, llegaba una segunda carta, una tercera... La amenaza se iba incrementando y llenaba de miedo al extorsionado, que no se lo contaba a nadie. A veces, a las organizaciones de empresarios.

¿Y estas qué decían?

En líneas generales, ha habido diferencias en cómo han abordado el tema de la extorsión en el País Vasco y en Navarra. La Confederación de Empresarios de Navarra actuó consecuentemente, quizá porque el contexto político era algo diferente. Allí, los chantajeados se sentían protegidos. En el País Vasco no fueron, en general, capaces de enfrentarse al fenómeno.

¿Le hizo daño la extorsión al tejido empresarial del País Vasco?

Muchísimo. El impacto en la economía vasca fue muy grave desde muchas perspectivas. Hubo empresarios que trasladaron su empresa, o que se fueron por miedo. También afectó al turismo, a las inversiones extranjeras o nacionales, pero no se puede cuantificar.

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