"El teatro, que exige la presencia humana, nos salvará de convertirnos en algoritmos"

Lleno en el Principal para los Premios de las Artes Escénicas de Aragón. Pilar Doce y Carlos Vega recibieron el galardón Honorífico.

A la cita no faltaron (en versión humorística, claro) ni Puigdemont ni Rajoy, que acabaron besándose en el escenario. Ni el problema de las pensiones ni el apoyo, siempre insuficiente, al sector del teatro en Aragón. No faltó nada: ni carcajadas, ni emociones, ni espectáculo, sobre todo espectáculo. Porque las dos horas y cuarto de la gala de los Premios de las Artes Escénicas de Aragón, celebrada este martes en el teatro Principal de Zaragoza, pasaron en un puro suspiro.

Pero lo de este martes fue, ante todo y por encima de todo, la gran fiesta del teatro aragonés. La décima. En una gala rodada, divertida y ágil (se notó mucho la mano sabia de Carlos Martín y Alfonso Plou), presentada por Encarni Corrales, Joaquín Murillo y Javier Segarra, los profesionales del sector dieron sus premios.

El de Pedagogía Intantil fue para la PAI; el de Escenotecnia lo recibió Antonio Fernández Garza; Javier Aranda recogió el premio Revelación; Antonio Duque subió al escenario para llevarse el premio Aragoneses por el Mundo; y Luis Felipe Alegre recibió el que distingue a una Trayectoria. Este último tuvo una intervención memorable, al recitar, con la colaboración del público, el poema ‘Apología y petición’, de Gil de Biedma. Todos se esforzaron en romper la ‘cuarta pared’, y el patio de butacas se sintió continuamente llamado a participar en un espectáculo de enorme nivel.

Tres compañías compartieron el galardón al Trabajo: Che y Moche, que cumple 20 años; Tranvía Teatro (30) y Titiriteros de Binéfar (40). Tres nombres claves en la historia de la escena aragonesa, sin cuyas aportaciones no se entendería lo ocurrido en el panorama cultural en las últimas décadas. Los tres demostraron en sus palabras que el sector vive, pese a las dificultades económicas, una pequeña edad de plata en Aragón. Y la ovación de la noche, el punto de emoción en los ánimos, fue para Pilar Doce y Carlos Vega, que recogieron el Premio Honorífico y un sinfín de muestras de cariño.

Además de Corrales, Murillo y Segarra, que jalonaron la gala con sus gags y números cómicos, hubo espacio también para la reivindicación. María López de Insausti, presidenta de ARES, asociación que organiza el acto, reivindicó el papel del sector en la sociedad y pidió más atención por parte de las diputaciones zaragozana y turolense. Y Antonio Duque leyó el manifiesto del Día Mundial, en el que la mexicana Sabina Berman reclama: "El teatro, que exige la presencia humana, nos salvará de convertirnos en algoritmos".

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