Zaragoza recuerda a Ingmar Bergman en su centenario

El traductor y poeta Paco Uriz recuerda al cineasta y director sueco con motivo de la publicación de un libro de Jörn Donner en Libros del Innombrable

Ingmar Bergman en una escena familiar.
Ingmar Bergman en una escena familiar.
AFP/Archivo Heraldo

“Ingmar Bergman es un gran director de cine pero, para mí, aún es mejor director de teatro. Dirigió más de 150 montajes escénicos de alto nivel. Es un gran creador en varios campos: obsesivo, minucioso, muy ordenado. Tenía planificada su vida casi día a día, a dos años vista. Y esto también explica que fuese capaz de llegar adonde llegó: a dirigir teatro, a realizar un cine que tanto influyó en Woody Allen, a escribir sus memorias y diversos libros de ficción, donde está su propia vida y su relación con sus padres. En algún momento pensó que había sido injusto con ellos y reescribió lo que había escrito”, dice el poeta y traductor Francisco J. Uriz (Zaragoza, 1932), que acaba de traducir al español el libro ‘Ingmar Bergman’, del escritor finlandés, de origen sueco, Jörn Donner, que acaba de publicar la editorial Libros del Innombrable de Raúl Herrero. Ingmar Bergman nació en 1918, hace ahora un siglo, y falleció en 2007.

Zaragoza recuerda a Ingmar Bergman en su centenario

“Conocí a Jörn Donner en 1955 en Helsinki. Era yo un pipiolo, recién licenciado en Derecho. Me trató muy bien. Sigue todavía en activo y acaba de publicar un libro inmenso: ‘El mamut’, que es una autobiografía de más de mil páginas, donde cuenta muchas cosas, donde agrupa recuerdos y recortes, textos ya escritos, y donde habla de su sufrimiento: padeció cáncer de pulmón, es el fumador más empedernido que conozco, y cáncer de próstata. Se ha recuperado y lo cuenta con el humor negro más demoledor que he visto nunca”, añade Uriz.

El traductor zaragozano, doble Premio Nacional de Traducción, ofrece otros matices de Donner, que es novelista, escritor de libros de viaje (sobre Berlín, el Danubio o Finlandia) y ensayista. En 1962 firmó el libro ‘Ingmar Bergman, el rostro del diablo’. Uriz rescata una anécdota. “Recuerdo que vimos juntos, Jörn y yo, todas las películas que Bergman había hecho hasta entonces: ‘Un verano con Mónica’, ‘El séptimo sello’, ‘El manantial de la doncella’, ‘Fresas salvajes’, ‘Juegos de verano’ o ‘Noche de circo’. Conservo los cuadernos con todas las notas manuscritas que tomé de la aquella experiencia”, confiesa.

Zaragoza recuerda a Ingmar Bergman en su centenario

Donner, que vivió con la poeta Sun Axelsson (1935-2011), traducida por Uriz y Marina Torres en Libros del Innombrable, y con la actriz Harriet Andersson, musa inicial de Bergman, también es director y productor de cine, y recibió el espaldarazo y el apoyo del propio Bergman para que filmase sus propias películas. Con ‘Un domingo en septiembre’ ganó un premio a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes. Andando el tiempo, sería productor de la película ‘Fanny y Alexander’ de Bergman, que obtuvo el Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1984.

“Y ahora viene el vínculo de Jörn Donner con Zaragoza, y más específicamente con el cineasta aragonés José Luis Borau, colaborador de HERALDO durante años. Fue clave para que se pudiera rodar su película ‘La sabina’, en la que trabajaron desde la actriz Harriet Andersson a técnicos suecos. Donner dirigió la Cinemateca Finlandesa y el Instituto de Cine Sueco”, matiza Uriz, y recuerda que también se ha dedicado a la política.

“El libro de Jörn sobre Bergman no es un manual al uso ni una biografía. Es un libro personal, de recuerdos, de instantes, de observaciones y de conocimiento de su cine. Jörn estuvo muy cerca del director de ‘El huevo de la serpiente’ y ‘Gritos y susurros’, y tiene información de primera mano”, insiste.

El propio Uriz tradujo las memorias del cineasta, ‘La linterna mágica’, con su esposa Marina Torres, y el ensayo ‘Imágenes, con su hijo Juan Uriz Torres. Y recuerda que hace algunos años, cuando el Dramaten de Estocolmo, la compañía sueca que dirigía, vino de gira por España, él y su esposa pudieron entrevistar al dramaturgo y cineasta, y publicaron su entrevista en la revista teatral ‘El público’. “Bergman es cordial, incluso, cercano, cariñoso, pero también dado al arrebato, de enfados monumentales. A las dos horas se le han pasado sus cabreos. No es rencoroso. Es un maniático del orden y también es un creador traumatizado por la culpa. Lo que le define es su capacidad de trabajo, la minuciosidad y su compromiso con la creación”, resume Francisco J. Uriz.

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