La polémica generada por la censura de la obra de Santiago Sierra no ha sido un obstáculo para las ventas en ARCO, que este domingo se ha visto inundada por el público en un ambiente de celebración y de curiosidad frente a la pared de la discordia, donde las fotografías de Thomas Ruff recibían una inusitada atención.

Todos los galeristas consultados han asegurado que las ventas han ido bien, a falta de un día para hacer el balance final.

En la de Helga de Alvear, además de los "presos políticos" de Sierra, han vendido una no menos reivindicativa acuarela de Marcel Dzama titulada "La revolución será femenina" y obras de Ángela de la Cruz o James Casebere.

Una de las piezas más caras de la feria, una naturaleza muerta de Picasso valorada en 2,5 millones de euros, seguía buscando comprador en el estand de la galería de Leandro Navarro, que también acogía una escultura de Calder por 1,65 millones.

Entre las más exitosas, de público y de ventas, la galería Marlborough ha dado salida a obras de grandes artistas españoles como Abraham Lacalle, Manolo Valdés, Antonio López, Juan Genovés o Pablo Armesto.

"Estamos especialmente contentos con el coleccionista privado, también ha comprado alguna institución internacional, pero menos", han señalado a Efe los responsables de Marlborough.

Juana de Aizpuru ha vendido una serie titulada "Caminando sobre la tierra, entre árboles y piedras" de Pedro Cabrita Reis a la Fundación María Cristina Masaveu y fotografías de Wolfgang Tillmans, entre otras.

En su galería también ha sido muy visitado el proyecto de Jordi Colomer, una selección de partes de edificios de apartamentos construidos en la costa española entre los años 1968 y 2008, versión de la instalación que presentó en la pasada Bienal de Venecia.

Las obras con un componente tecnológico han llamado especialmente la atención de los visitantes, como el Pavilion de Dan Graham, adquirido por Helga de Alvear, una galería de cristal y espejo donde pueden verse vídeos de rock, las instalaciones de pantallas de cristal líquido de Daniel Canogar o la interactiva "Titiland" de Pablo Armesto.

Una de las paradas favoritas de los adictos al selfi era una instalación de la artista belga Maen Florin consistente en una colección de cabezas de cerámica que representan a personas de distintas partes del mundo.

Los responsables de ARCO han puesto este año especial énfasis en introducir a neófitos al mundo del coleccionismo, con iniciativas como #mecomprounaobra, un sello distintivo para piezas que cuestan menos de 2.000 euros y que pueden encontrarse en distintos estands, o la ventanilla "First Collector", que se dedica a asesorar a nuevos compradores.

"Viene gente dispuesta a gastar desde 700 euros a 200.000, y la filosofía es tratar a todos por igual, lo importante es comprender que cada uno tiene sus gustos y sus intereses", ha señalado Elisa Hernando, directora de la consultoría Arte Global y responsable de la ventanilla del primer coleccionista.

El objetivo, subraya Hernando, es "romper el mito de que hay que ser rico y culto para comprar arte, y meter el coleccionismo en la cultura de la gente", algo que en su opinión se está logrando poco a poco.

Entre los visitantes de hoy en ARCO se han dejado ver algunos rostros conocidos, políticos como el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, o el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, artistas como Lita Cabellut, actores como Álvaro Cervantes o Santiago Alverú y directores de cine como Pablo Berger.

La feria cerrará sus puertas este lunes, una edición en la que han participado 208 galerías de 29 naciones, sin país invitado y bajo un lema: "El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer".