Àlex Rigola acerca a Chéjov a 60 espectadores en una caja en el Teatro Principal
Ariadna Gil, Irene Escolar, Luis Bermejo y Gonzalo Cunill protagonizan Vania: escenas de la vida, versión que busca la esencia del dramaturgo ruso para un público reducido.
La peculiar caja de la obra Vania: escenas de la vida, de Àlex Rigola, se abrirá este fin de semana en el Teatro Principal de Zaragoza. Cuatro intérpretes y un público reducido se introducirán en un cubículo de ocho metros de largo, seis de ancho y tres de alto sin techo, para evitar claustrofobias, en una función que aborda temas como la desilusión o la tristeza y que está basada en el texto Tío Vania del dramaturgo ruso Antón Chéjov. La obra se interpretará este sábado, a las 19.00 y a las 21.00, y mañana, a las 18.00 y las 20.30. Las entradas pueden adquirirse por 30 euros en cajeros y la web de Ibercaja.
"Es una de las funciones más especiales de las que he estado nunca. La caja te permite mucha intimidad y los espectadores van a poder presenciar toda una delicatessen, porque pocas veces se puede tener a los actores y a su atmósfera tan cerca", explicó la actriz Irene Escolar, protagonista de la obra junto a Luis Bermejo, Gonzalo Cunill y Ariadna Gil.
Vania tiene como tema central la vida, que se puede observar a través de la visión de los personajes y sus respectivas miserias. "Lo que el director quería es que el espectador no supiera cuál es el personaje y cuál la persona, que contásemos cómo nos sentíamos a través del texto de Chéjov", apuntó Escolar.
La obra, producida por Heartbreak Hotel y Titus Andrònic, cuenta la historia de Vania Luis Bermejo, un hombre guiado por el deber que solo ha vivido para los demás postergando sus propios deseos. Comparte hogar con su sobrina Sonia Irene Escolar, que está enamorada del doctor Astrov Gonzalo Cunill. La cotidianeidad de estos se ve perturbada con el regreso del excuñado de Vania y padre de Sonia, y su actual esposa, Elena Ariadna Gil, una mujer más joven y de gran belleza.
Relación espectador-actor
El espacio de la caja de Vania está limitado a 60 personas. Esto es así, porque Rigola pretende "acercar al máximo la relación entre espectador y actor, dar prioridad absoluta al trabajo interpretativo y romper la distancia con el público", según explican los productores de la función. "Preferimos renunciar a tener muchos actores y equipos técnicos, para así dar la posibilidad de soñar dentro de la caja", añaden.
"Los asistentes no interactúan con nosotros, pero sí son un público activo. Les miramos mucho, les contamos nuestra historia. Se trata de un juego en el que los espectadores reciben lo que les transmitimos y nos lo devuelven apuntó Escolar. Pocas veces se puede hacer algo así y a mí me gusta abrir mi corazón, mis cicatrices, contarles mi vida a través de los textos de Chéjov".
Una visión trágica del mundo
Hace ya más de un siglo de la publicación de la obra y el escrito nos permite "reflexionar sobre la pérdida de rumbo como si no hubiéramos aprendido nada. Ofrece una visión trágica del mundo contemporáneo, donde sus protagonistas descubren que la vida no es como se la habían imaginado". "Se trata de un proyecto para cuatro actores, centrado en la búsqueda de una verdad escénica, dramatúrgica y actoral para llegar a la esencia de Chéjov, una propuesta íntima donde intérpretes y espectadores compartirán espacio y melancolía", subrayan los productores.
Su escenografía es el espacio que les acoge, una caja de madera con muy pocos elementos y cuya finalidad es la intimidad absoluta. Los actores visten con sus propias ropas y la iluminación no ofrece ningún filtro. Todo para mostrar de la manera más limpia y descarnada los conflictos de los personajes de Vania.