El Monasterio de Piedra restaura una pintura mural del siglo XVI con un gran valor

Se han recuperado los colores de los frescos, las almagras de las celosías y se ha limpiado la obra para permitir la identificación de las escenas.

Parte de la pintura mural restaurada
El Monasterio de Piedra restaura una pintura mural del siglo XVI con un gran valor
Monasterio de Piedra

El Monasterio de Piedra, en la comarca de Calatayud, vuelve a brillar por completo otra vez. Tras dos meses de trabajo, ha terminado la restauración de la pintura mural que se situaba en la fachada de la capilla del zaguán de la antigua portería. Después de cinco siglos en los que la pintura se había oscureció y deteriorado, la restauración ha coincidido con el 800 aniversario del Monasterio y con ello, los visitantes podrán volver a disfrutar de los colores naturales del mural e identificar a sus personajes: La Virgen María, San Martín, San Benito, San Bernardo y San Jorge con el dragón.

La pintura presentaba una gruesa capa de suciedad superficial y barnices oxidados que oscurecían las imágenes y no dejaban apreciar el dibujo o su cromatismo. Asimismo, la obra estaba dañada por grafitis, excrementos de ave, una grieta vertical que recorría parte de la pintura mural y los bordes superiores de la puerta se habían tapado con capas de yeso, ocultando los capiteles resaltados de las pilastras que había a los lados de la puerta.

“Con estos trabajos de restauración hemos sido capaces de aportar a la obra una perfecta armonía devolviéndole el esplendor que presentaba años atrás, antes de las sucesivas intervenciones agresivas que ha sufrido con el paso del tiempo” ha comentado José Pont, director general del Monasterio de Piedra. Para Pont, el compromiso con el Monasterio implica trabajar en “cada uno de sus rincones y obras" con el objetivo de continuar perpetuando el legado histórico y cultural del lugar.

Respetar la originalidad de la obra

La obra data del siglo XVI con influencias del estilo gótico internacional pero ya en pleno Renacimiento. Por ello, la restauración ha seguido los criterios científicos de conservación con el fin de respetar la historia material de la obra y el paso del tiempo. Para ello, se ha atendido principalmente a aspectos estructurales o de fijación de la película pictórica inestable, con reintegraciones cromáticas mínimas para permitir la identificación de las escenas.

La restauración se ha limitado a continuar la imagen que quedaba del original y, en los casos de grandes pérdidas, no se ha reconstruido el dibujo con el fin de no falsear la obra. Para ello, se han aplicado técnicas discernibles de tramas, de rayado o puntillismo según las características de cada zona aportando una restauración adecuada que permite integrar las pérdidas y superficie original, a la vez que sirve para diferenciar la intervención.

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