Asís Camacho: "Con la pintura quiero hablar de sentimientos e historias"

La sala de Bantierra (en Canfranc, 12), bajo la dirección de Mario Ortiz, inicia una nueva época que se inauguró ayer con la muestra ‘Linealismo pop’ del artista madrileño

El pintor madrileño Asís Camacho, en Bantierra; detrás las botas Counter que su madre le trajo de Estados Unidos.
El pintor madrileño Asís Camacho, en Bantierra; detrás las botas Counter que su madre le trajo de Estados Unidos.
Toni Galán

Asís Machado cuenta una historia conmovedora: cuando tenía 13 años, en Ruidera, su padre sufrió un accidente mortal cuando practicaba esquí acuático, se dio un golpe en la cabeza y murió entre juncos picudos, que apuntaban al cielo. Aquella imagen le quedó en la cabeza, en el fondo de la memoria o en el subconsciente, y tardaría algunos años en emerger. Asís Camacho, madrileño nacido en 1963, intuye que su pasión por la raya vertical que caracteriza su ‘Linealismo’ viene de ahí…

¿Solo usa rayas verticales?

Sí. Es algo que sucede en todos mis trabajos, y también en esta muestra de ‘Linealismo pop’.

¿Cómo surgió este proyecto?

He pasado por varias fases de linealismo, una de ellas en blanco y negro. He utilizado hilos, infinitos hilos, que pegaba luego en una operación compleja. Y hace poco expuse con Sotheby’s: fue una experiencia intensa, de exigencia y esfuerzo. Quería respirar, divertirme…

¿Le parece esta una exposición divertida?

Creo que sí, y en cualquier caso es íntima. Muy personal. Le había dedicado exposiciones a mi madre, a mi padre, a mi mujer Sandra, y aquí he querido acordarme de mi infancia, de las vivencias con mis hermanos, y este es el homenaje.

¿Ha querido imitar a Andy Warhol?

No claro que no. En absoluto. Sí me gusta su sentido del color, su inclinación a los tonos chillones, su desenfado, y eso está aquí, pero no quiero copiarlo ni mucho menos. El cola cao formaba parte de nuestro infancia como las sopas Campbell de la suya. No soy mitómano; de los pintores me interesan las atmósferas, los ambientes, más que las técnicas. De hecho lo que más me gusta es ver como estos cuadros míos, tan poco ceremoniosos o ceremoniales, de repente decoran espacios importantes, suntuosos, severos. Eso me ha reír: me siento muy feliz.

¿Ha querido apostar, deliberadamente, por los objetos?

Por los objetos, claro, por los marcianos y comecocos con los que hemos jugado. Por el triciclo que usaron mis hermanos y luego yo; por el teléfono que había en casa, por la cámara Contax de mi suegro Luis, por la vespa en la que alguna vez me llevó mi padre, por las primeras botas Counter que mi madre me trajo de Estados Unidos.

Es muy importante la técnica: usa acrílico, colores monocromos o bicromos y sus particulares líneas que, en función de la luz, dejan una sombra u otra.

A mí me importa mucho la luz. De eso va mi obra, claro, tratada de una manera tan especial. Hago esas incisiones o relieves con un bisturí en la madera hasta labrarla y logro dar algo que me preocupa mucho: la sensación de volumen. Con la pintura quiero contar sentimientos, emociones, hablar de mí, llegar al espectador sin artificios; no busco su aprobación. Si la logro, mejor que mejor.

¿Es verdad que sus cuadros nacen de un dibujo a bolígrafo?

Totalmente. Al principio no le daba importancia. Y ahora incluso los expongo, y se agotan de inmediato. Antes de nada hago un dibujo de la Vespa o la Contax, estudio la luz, con un bic naranja, verifico las sombras y pinto. Esta es mi colección personal, por decirlo así. A mí me interesa mucho la arquitectura; mis edificios se levantan en el aire y de la base, que parece levitar; se escurren la manchas, el goteo de pintura.

¿El dibujo es su pasión?

Una de ellas. Dibujo desde muy chico. Y al principio me decían que era el que peor dibujaba de todos los hermanos. Mi madre me dio un consejo: dibuja todos los días. Y ahora insiste: “Pinta todos los días. Si viene la creatividad, que te coja en faena”. Y en ello estoy.

¿Cuál es su mejor cuadro?

Hace algunos años tuve un linfoma y me fui a Londres con mi mujer y con mis hijos. Vi una puerta, creo que se llamaba la Puerta de los Sueños, e hice un dibujo. Me impresionó mucho. Hice el dibujo y escribí por atrás un mensaje para los míos. Y les he dicho que lo leyesen cuando yo ya no esté. No se expuso nunca, no es de mis mejores cuadros, quizá sea el peor, pero para mí es el más importante. No sé si me entiende.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión