Mercedes Pueyo: "El rap representa hoy la crítica social que hizo el dance aragonés"

Nacida en Zaragoza en 1934, con su tesis sobre el dance aragonés se convirtió en la primera mujer que se doctoró en la Facultad de Filosofía y Letras.

Con la etiqueta de ‘dance aragonés’ se engloba un conjunto de manifestaciones populares de música y baile, con diálogos entre pastores, moros y cristianos y luchas entre el bien y el mal, recitado de romances y danzas de arcos, espadas o cintas. Mercedes Pueyo fue la primera en estudiarlo, inauguró la semana pasada las ‘Jornadas en torno a los dances de Aragón’ y se le tributó un homenaje en Zaragoza.

De Pallaruelo de Monegros a Tenerife, donde vive ahora, pasando por Suecia, donde ha estado 35 años. ¡Vaya periplo!

Sí, pero yo soy zaragozana de la capital. Fue mi padre quien nació en Pallaruelo, donde veraneé muchos años y aprendí a trillar y a montar a caballo. Amo los Monegros gracias a mi padre.

Él le animó a realizar su tesis doctoral sobre el dance aragonés.

Sí. Me la dirigió Antonio Beltrán, un poco por casualidad porque él era arqueólogo, no antropólogo. Pero le gustaban mucho estos temas y era de Sariñena, al lado de Pallaruelo. Mi padre, que había sido maestro, vendía seguros de enfermedad, vida y pedrisco por Aragón. Conocía a todos los curas, maestros y médicos, y eso me facilitó mucho el trabajo.

Usted se recorrió todo Aragón con un magnetófono de quince kilos en las manos, para grabar los cantes y testimonios de los dances.

Doce, pesaba doce kilos, no se me olvida. Era la única tecnología que teníamos entonces a nuestro alcance, y ni siquiera era mío, que me lo prestaba Antonio Beltrán. Mi madre tuvo que hacerle una bolsa de tela para que lo pudiera llevar mejor. Buscaba siempre a los hombres más mayores para que me recitaran los textos del dance. Pasé cientos y cientos de horas hablando con ellos. Pero también había sitios donde existía un texto escrito. En esos casos, siempre lo guardaba el cura.

También recogió música.

Claro. Yo estudié hasta quinto de piano. Recibí en mi colegio una formación completa de lo que en aquella época se entendía que debía de ser ¡una señora de su casa!

Siendo tan variado el dance aragonés, ¿cómo lo definiría?

Es una representación, por un lado profana y por otro religiosa, que criticaba la sociedad de su época, y que también se empleaba para enseñar qué era lo bueno y qué lo malo. Yo vinculé su origen a los moriscos. En la mayoría de los pueblos en los que existió un asentamiento morisco había dance. Pero lo fundamental es la crítica social, a través de romances encadenados con versos de ocho sílabas. Hoy ese papel lo representa el rap. El mayoral del dance de Pallaruelo de Monegros que yo conocí, el Tío Juaner, sería hoy el mejor rapero de Aragón. Sin duda.

Hay letras muy machistas. En una se dice que las mujeres son "puercas, lamineras, malas chandras de verdad, criticonas, trapulleras...".

Sí, eso es lo que más me sorprendió cuando hice mi investigación. Me chocó mucho, la verdad. Pero es que el dance es eminentemente masculino.

¿Por qué se fue a Suecia?

Porque encontré al amor de mi vida en los Cursos de Verano de Jaca, adonde había venido a perfeccionar su español el que luego se convertiría en mi marido. Le seguí primero a Francia y luego a Suecia, donde he sido profesora de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Lund.

¿Conoce la realidad del dance aragonés hoy? Muchas localidades han recuperado el suyo.

Yo estudié unos 70 y ahora, según Mario Gros, hay en torno a 250. Es una cifra enorme, así que imagino que algunos serán auténticos y otros tendrán alguna parte inventada. No estoy muy de acuerdo con que haya mujeres en los dances, porque estos han sido siempre expresiones masculinas de la virilidad. Pero entiendo también que los pueblos se van vaciando y hay razones para que se incorporen. Es preferible eso a que el dance se pierda.

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