Cuando en la plaza del Mercado se celebraban corridas de toros

Hasta la construcción de la Misericordia, en 1764, la actual plaza Lanuza fue un improvisado coso taurino.

Salto de la garrocha plasmado en las tauromaquias de Goya.
Salto de la garrocha plasmado en las tauromaquias de Goya.

La plaza del Mercado de Zaragoza, actual plaza de Lanuza, ha sido escenario de múltiples y variopintos acontecimientos. Desde la época medieval hasta la actualidad, en este popular espacio han tenido lugar ejecuciones -la más sonada fue la decapitación del Justicia de Aragón, el 20 de diciembre de 1591-, cortejos fúnebres o procesiones religiosas. También torneos caballerescos más alegres (justas, estafermos, juegos de cañas...) y espectáculos taurinos que amenizaban las jornadas festivas o la llegada de personalidades extranjeras.

Ya en 1472, con motivo del encuentro de Fernando II de Aragón (futuro Rey Católico) con los embajadores del Duque de Borgoña, que traían una misión pacificadora para poner fin a la guerra de Juan II contra Cataluña, se obsequió a los visitantes con la celebración de una singular corrida de toros. La plaza del Mercado se blindó con barricadas de maderos para evitar que se escapasen los astados, que partían de la oscuridad de la calle Olmo; el balcón presidencial se situó a la entrada de las Armas.

Aquella no fue una ocasión excepcional, pues los festejos continuaron ininterrumpidamente hacia el XVI, época de mayor auge. Domínguez Lasierra, en su obra 'Los orígenes de las fiestas taurinas', decía que "especialmente lúcida" fue la fiesta de los toros que, para ensalzar la consagración como mártir de Pedro de Arbués, Zaragoza albergó en 1662. Además, hay constancia de que tanto el día de San Juan como cuando había motivos que celebrar (coronaciones, triunfos militares...) se corrían astados en el barrio a modo de capea, sin lidia.

Al respecto, el marqués de Lacadena, quien en su libro 'Los toreros aragoneses' también escribió sobre los toros en la plaza Lanuza, explicaba que "las corridas comenzaron a fines del siglo XVII, cuando los vecinos de la zona, gozando de una cédula real de privilegio, organizaban festejos que no suponían gasto alguno para la ciudad". El primero de esos permisos -según Lacadena- fue tramitado el 23 de abril de 1712 (día de San Jorge) y, a partir de ahí, se sucedieron las tardes de toros.

En los inicios las corridas eran gratuitas, pero el afán de los zaragozanos por presenciarlas obligó a que pasaran a ser de pago. Con los balcones colmados, la tienda de Navarro (número 16 actual de la calle las Armas), cuentan, era el punto de venta de entradas. Y allí se suministró el papel para el puñado de festejos que constan.

En 1746 se celebraron dos corridas, cuyos beneficios se destinaron a la construcción de un batán y al mantenimiento de las fábricas de lana, lino y seda de los pobres de la ciudad; en 1760, pese a la prohibición real de dar corridas, se autorizaron dos festejos a beneficio del hospital; en 1761, se prolongó el permiso a 12 corridas en seis años por disposición del Rey; y en 1763, un año antes de construirse la Misericordia, se siguieron dando festejos.

Otras plazas improvisadas

Plaza del Mercado aparte, también se sabe que hubo corridas en el Campo del Toro, junto a la Alfajería, en la plaza de San Francisco (actual plaza de España) y en la ribera del Ebro. Además, hay un coso que coexistió con el actual y se situó en los Campos Elíseos, como así se conocía la zona comprendida entre los actuales paseos de Gran Vía y Sagasta. 

Allí, según recoge la obra 'Tauromaquia Aragonesa', de Alfonso Zapater, "tuvieron lugar varias capeas a finales del siglo XIX, una vaca mató a Matías Rodríguez 'Sordito' -popular mojizanguero zaragozano que picaba en caballos de mimbre, banderilleaba en cestos, se vestía de torero antiguo y organizaba funciones taurinas por los pueblos- y se inició Nicanor Villa 'Villita', primer gran matador de toros aragonés de alternativa".

En el Campo del Toro, cuenta Zapater, se celebraron sonados festejos con motivo del advenimiento de Alfonso el Magnánimo (1394-1458), rey de Aragón y Sicilia y conde de Barcelona desde 1416.

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