El librero Zapila y la calle de las Doncellas

La historia de las bellas hijas de Miguel de Suelves y la calle a la que dieron nombre.

El librero Zapila y la calle de las Doncellas
El librero Zapila y la calle de las Doncellas

Las ciudades importantes tienen librerías importantes. Zaragoza las ha tenido siempre. Ya desde el siglo XVI, desde los tiempos de Miguel de Suelves, alias “Zapila”, aquel gran mercader de libros del que nos hablan Félix Latassa y Cosme Blasco, que se estableció en la casa que hacía esquina a las calles Escuelas Pías y Boggiero y que, tras la muerte de su esposa, se trasladó con sus dos hijas a la que entonces se llamaba calle del Cardo.

Eran sus hijas tan hermosas que en esos años en Zaragoza, si se quería ponderar la belleza de alguien, solía utilizarse la expresión: “Es hermosa como las hijas de Zapila”. A esa casa de la calle del Cardo comenzó a llamarla la gente la “casa de las doncellas de Zapila”, luego “Casa de las doncellas” y finalmente acabó llamándose calle de las Doncellas al estrecho callejón donde vivían. Unos años más tarde los Estatutos de la ciudad ordenaron que “las mujeres públicas y cantoneras que habitan en calles principales… por los grandes escándalos que promueven, ya entre ellas ya con los transeúntes,… se domicilien en lugares apartados del centro de la ciudad o en calles estrechas o de poco tránsito”.

Algunas de aquellas rameras acabaron instalándose en dos casas de la angosta calle de las Doncellas, que se convirtió desde entonces en un lugar poco recomendable para la vida apacible de nuestro buen Zapila y sus bellísimas hijas, que se vieron obligados a vender su casa y buscar otro acomodo. El ambiente prostibulario de la calle de las Doncellas, que muchos aún llegamos a conocer, quedó inmortalizado para siempre en una copla popular que, según Cosme Blasco, formó parte del ‘Coplerillo zaragozano’ que Vicente Fernández de Córdoba y Alagón, Conde de Sástago, mandó recopilar e imprimir en 1783: “Tres calles de Zaragoza / ruines son y pendencieras / las Doncellas, Santa Bárbara / y la de Calabaceras”.

Nunca he visto ese libro ni figura en el Ensayo de una Tipografía Zaragozana del siglo XVIII de Manuel Jiménez Catalán, pero la memoria de Zapila y la mala fama de la calle de las Doncellas aún permanecen vivas entre nosotros. El cantador Nacho del Río, a quien di a conocer esta hermosa copla, ya la lleva en su repertorio y, 234 años después de ser publicada, hoy sirve de soporte textual para las más puras tonadas de jota aragonesa.     

Notas costumbristas / José Luis Melero

1- El tío Rana

2.-Jorge Puyó

3- El libro de Jorge Puyó

4- No valemos para servir

5- El tío Pichorretas

6- Borao, el demonio

7. Los recuerdos de Castro y Calvo. Pasteur y Del Río

8. El librero Zapila y la calle de las Doncellas

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