Ha muerto el escultor Pedro Tramullas

Creó el Simposio Internacional de Escultura de Hecho y realizó una obra de carácter simbólico en todos los materiales.

Puerta de Aspe, de Tramullas
Ha muerto el escultor Pedro Tramullas
Antonio Ceruelo

Este jueves por la noche, en el hospital San Jorge de Huesca, falleció el escultor y dibujante Pedro Tramullas, nacido en Oloron en 1937. Tenía 80 años. Vinculado a Jaca y Hecho, donde creó el Simposio Internacional de Escultura de Huesca entre 1975 y 1984, residía en los últimos tiempos en Grañén. Nieto e hijo de cineastas, ha tenido una vida realmente intensa. Uno de sus grandes amigos, el pintor y diseñador Paco Rallo, explica a HERALDO. “Pedro Tramullas ha desarrollado un mundo muy personal vinculado a las tradiciones ancestrales y a conceptos filosóficos de calado simbólico que le llevaron hasta los druidas. Era un sabio, un pacifista, entrañable, gran cocinero, un humanista integral”.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, y en la capital conoció a grandes escultores, entre ellos Alberto Giacometti y a Constantin Brancusi, que quizá sea su maestro. Y pronto empezaría a desarrollar su propia obra, que cristalizó primero en Austria y luego en Jaca y Hecho. Realizó mucha obra pública: en Hinojosa de Jarque colocó su escultura en piedra, ‘A la memoria de los pueblos’ (1988). En 1992, construyó una de sus obras más conocidas en una rotonda de Oloron: ‘La puerta de Aspe’, que pesa cien toneladas y que resume a la perfección la complejidad y la riqueza de su mundo teórico y también su afán de establecer puentes entre Francia y Aragón. Dijo: “Yo quería hacer la unión entre el pasado, presente y futuro. Es una puerta al valle. Marca la entrada del valle de Aspe en un camino donde se encuentra la tradición occidental adaptada al temperamento occidental. Es una puerta fuera de los tiempos. La unidad de medida es el codo real del lugar”.

En Vera de Moncayo plantó, en el año 2000, ‘El sol de Veruela’. Le interesaba la cábala, la alquimia, el universo céltico, y siempre fue un gran trabajador que experimentaba con muchos materiales: el mármol, el granito, el bronce, el hiello, la madera, la terracota, pero también le encantaba dibujar a carboncillo, que fue una de sus grandes pasiones. En ese sentido, se puede definir como un escultor de oficio, con gran personalidad y carisma, con una prodigiosa mano para el dibujo.

En julio de 2016 fue objeto de un gran homenaje en Oloron-Sainte-Marie, su localidad natal en Francia: allí le expusieron su obra y, además, le adquirieron 50 piezas. Una de sus frases más felices las repitió en estas páginas: “El arte es de todos, no es patrimonio de unos pocos, sino de la humanidad”.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión