Alberto Menjón Bohanna (Zaragoza, 1993) es el único español que se ha colado en el océano de pianistas rusos, chinos, coreanos, japoneses y estadounidenses que han superado la primera fase del concurso internacional de piano María Canals, que se celebra en Barcelona. El único de los 81. Ayer participó en la segunda ronda (un preludio y fuga de Bach, un estudio de cualquier compositor y una sonata de Beethoven). Y estaba satisfecho. "El nivel es altísimo pero estoy muy contento. No soy muy de concursos, pero me gusta participar en alguno de vez en cuando, porque te obligan a mejorar. Ahora soy mucho mejor intérprete que hace seis meses, así que, gane o pierda, el mejor premio es la preparación". Mañana sabrá si es uno de los elegidos para pasar a la segunda ronda (18 intérpretes), que se disputará el jueves y el viernes. La semifinal (serán 6) tendrá lugar el domingo, y la final (3) el jueves 6 de abril. "Es muy difícil quedar primero, pero hay muchos premios y –bromea– con un poco de suerte creo que me llevaré el del mejor candidato español".

Menjón estudia desde hace casi tres años en Dresde, a cuyo conservatorio llegó hace dos años para hacer el máster. En la actualidad está haciendo allí el primero de los dos años del ‘meisterklasse’, lo que podría considerarse como una especie de doctorado, aunque sin investigación. Toda su estancia en Alemania ha sido bajo el magisterio de Winifried Apel. Antes de él, se confiesa en deuda con Iván Citera, su profesor en el Conservatorio Superior de Aragón; Pilar Armijo (Conservatorio Profesional) y Nairi Grigorian. Todos le han aportado cosas que ahora afloran en el concurso y en los conciertos.

"Lo que más me gusta, como a todos los pianistas, son los conciertos. No basta con manejar bien el instrumento, eso ya se da por supuesto. Hay que trasmitir algo con él. La diferencia entre ser bueno y ser excelente, cuando te sientas a tocar el piano, es muy sutil. Pero se nota. Quizá radique en saber quién cuenta la historia más bonita. Porque toda la música te está contando una historia. La música es una forma de comunicación, quizá más abstracta que otras, pero te tiene que contar algo".

Cuando acabe su ‘meisterklasse’, Alberto Menjón decidirá entre dos opciones: seguir aprendiendo piano en Estados Unidos o, si se queda en Europa, estudiar dirección de orquesta. "La única manera de tener una relación íntima con una obra que no es para piano es dirigirla", concluye.