"Lo que emociona al final en una película es lo verdadero"

El cineasta aragonés Javier Macipe, director de 'Os meninos do Rio', cuenta cómo fue el rodaje de este cortometraje que se podrá ver por primera vez en abierto a partir de este sábado, en Heraldo TV.

El cortometraje 'Os meninos do Rio', una coproducción hispanoportuguesa entre RiotFilms, Temple Audiovisuales y el cineasta aragonés Javier Macipe, se podrá ver por primera vez en abierto a partir de este sábado en Heraldo TV, la plataforma audiovisual de HERALDO.

Esta obra sencilla y sensible, que en palabras de su director, "trata de la historia del primer amor, contada desde la sinceridad y desde la propia experiencia", se disputó el título a 'Mejor cortometraje de ficción' en los pasados Goya.

Su director, Javier Macipe, nos desvela en esta entrevista algunos de los secretos mejor guardados del rodaje.

¿Qué fue lo que le inspiró para hacer este trabajo?

Con 'Os meninos do Rio', antes que la historia, vino el escenario. Visité Oporto y me quedé enamorado de la ciudad. Una vez que tuve claro que quería rodar una película allí, lo cual era también una excusa para poder vivir en Opoto un tiempo, vi a los niños que saltaban del puente y me impresionó mucho la imagen. Es casi una tradición que ha pasado de generación en generación (los abuelos de esos niños ya saltaban del puente), y que resulta impresionante y muy atractivo para los turistas. Pensé que en la pantalla también sería atractivo y empecé a preguntarme cómo sería la historia del niño que no se atreve a saltar.

Ese es Leo, el protagonista. ¿Cómo es él? ¿Qué relación guarda con su historia personal?

Cuando escribí el corto, lo primero que me pregunté fue si sería de los que se atreven a saltar del puente o de los que no; y lo primero que pensé fue que no. Una de las motivaciones de los chicos al saltar del puente es impresionar a las chicas que están ahí, como un ritual de masculinidad. A mí me gustan las chicas igual que les gustan a esos niños, pero cada uno busca su manera de impresionar, y en mi caso, al igual que Leo encuentra en la poesía la forma de llamar la atención de la chica que le gusta, me dedico al cine en parte por eso. El protagonista tiene todo el rato ese conflicto interno de pensar que no es uno de los valientes, y la resolución de ese conflicto es asumir que no todo el mundo tiene que formar parte de los valientes o que hay otras formas de valentía: que hace falta valor también para escribir un poema y leérselo a una chica; no todo es atreverse a dar un salto desde un puente.

¿El guion se vincula al final con su propia experiencia?

Claro. Al final, yo también he utilizado como forma de expresión la música. Antes tenía un grupo y empecé a escribir canciones con la edad que tenía Leo en el corto. De hecho, para escribir 'Os meninos do Rio' hablé con una chica a la que le escribía cartas de amor para recordar lo que sentía con esa edad, y hay frases literales sacadas en la película que yo le decía a esa chica en mis canciones.

Los actores del corto son los propios niños de las clases sociales más desfavorecidas de Oporto, ¿cómo fue trabajar con ellos?

Estuvimos mucho tiempo en la ciudad e hicimos un casting al que se presentaron unos 200 niños. La mayoría eran chicos del propio barrio de la ribera y de ahí salió el protagonista. Ninguno tenía ninguna experiencia previa.

En este sentido, ¿el cortometraje se asemeja a un documental?

El cortometraje es una ficción porque es una historia inventada, la historia del protagonista enamorado de una chica (los cuales no se conocían de antes), pero sí que es cierto que tiene una parte documental porque los niños son niños reales que viven ahí, las casas que aparecen son casas de la zona. Hay pequeñas subtramas que aparecen en la película que son historias que yo conocí estando en Oporto, durante el casting; y la verdad es que muchos de los trabajos que yo he hecho últimamente están en esa frontera del documental y la ficción. Desde mi punto de vista, es una tontería establecer los géneros así cerrados, cuando el cine tiene la posibilidad de coger elementos de la realidad y organizarlos como tú quieras para construir una historia imaginada.

Lo que emociona al final en una película es lo verdadero

Un fotograma de la película 'Os meninos do Rio'

Esa mezcla quizás de realidad y ficción, ¿es lo que ha hecho más rica para la crítica su obra?

Sí, yo creo que aumenta el nivel de verdad, y lo que emociona al final en una película es lo verdadero. No quiere decir eso que tú con actores no puedas llegar a alcanzar un grado de verdad fuerte cuando el actor llega a sentir y a vivir ese guion… pero claro, cuando tienes a personas reales haciendo de sí mismas y consigues que se relajen delante de la cámara, yo creo que puedes conseguir cosas que con el actor, sobre todo para ciertos personajes como son niños, es muy complicado. Además, poner a un niño acomodado representando a uno del barrio pobre no tendría ningún sentido.

¿Qué es lo que más le impactó de la historia de Leo y del resto de niños del barrio pobre que juegan a saltar de ese puente?

Hay una cosa que me impactó mucho y que aparece en el corto y es que cuando yo estuve ahí era el momento más fuerte de la crisis. Ese puente tiene dos alturas y los niños juegan a saltar desde la altura de abajo, mientras que de la altura de arriba hay mucha gente que se suicida. Cuando viví allí, había aumentado mucho el número de suicidios por la crisis, y precisamente esos niños que están abajo jugando son muchas veces los que ven a la gente caer. En el corto, por ejemplo, se refleja una historia de una persona que se intentó suicidar, pero llevaba una gabardina y por eso no murió. Eso es central en el cortometraje, y esa es una historia real que me contó una de las niñas del casting. Me impresionó mucho ver que esos niños están acostumbrados a convivir con eso, que comparten espacio con esa realidad.

¿Qué vio en Leo, el protagonista?

El ‘casting’ consistía en una entrevista para conocerles. No hacíamos a los niños actuar, porque queríamos un niño lo más parecido al personaje imaginado, y una de las últimas preguntas de la entrevista era: “¿Te gustaría aparecer en la película?”. Leo contestó que para él sería un honor aparecer en la película porque su madre lo que intenta, a pesar de las dificultades económicas que tienen, es que él salga adelante y que hagan cosas importantes en la vida. Lo dijo con mucho sentimiento y con mucha verdad, y nos contagió la ilusión al resto del equipo.

- Con la nominación a los Goya, 'Os meninos do rio' se convirtió en el cortometraje del año. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

Al final han sido casi dos años en los que hemos estado prácticamente de gira. El corto se ha visto en alrededor de 270 festivales y ya lleva 90 premios. Prácticamente cada semana estábamos yendo a algún festival, y eso supone la posibilidad de ver mucho cine que no es posible ver más que en estos eventos, conocer a muchos directores y, sobre todo, la posibilidad de que mucho público vea tu trabajo, cosa que lamentablemente no ocurre con los cortos al no tener demasiados canales de distribución. En este sentido, he tenido mucha suerte porque, además de ir a tantos festivales, el cortometraje ha cumplido otros propósitos como es el hecho de que se vaya a ver ahora en abierto aquí en Aragón.

¿Es difícil en la Comunidad vivir de los cortometrajes?

Vivir de los cortometrajes, da igual en Aragón o donde sea, es casi imposible… Nosotros no es que vivamos del corto tampoco, siempre tienes que hacer trabajos paralelos, aunque es cierto que ahora con internet puedes hacer que sean universales.

A pesar de la crisis económica, el IVA y los recortes en cultura, el cine aragonés parece que está viviendo un buen momento…

Sí, lo cierto es que al final el cine depende mucho de la financiación, porque hacer películas es muy caro, y que haya notoriedad fuera de Aragón ayuda mucho a que futuros proyectos puedan ser apoyados. En este sentido, creo que es muy importante que las instituciones vean que el nombre de Aragón sale de Aragón gracias a esas películas.

A los niños protagonistas, ¿les ha cambiado la vida el hecho de haber participado en este corto?

Más que cambiarles la vida, en el caso de Leo le sirvió para darse cuenta de que esos miedos que tenía y esa timidez eran algo que podía superar. El hecho de vivir un estreno con cientos de personas en su ciudad estoy seguro de que le dio autoestima, y que cuando ahora tenga que enfrentarse a dificultades en su día a día en Oporto ya tiene la experiencia de que una vez fue capaz de hacerlo.

Lo que emociona al final en una película es lo verdadero

Una imagen del estreno del cortometraje en Oporto

Si tuviera que quedarse con algún momento del rodaje de este cortometraje. ¿Cuál sería?

Yo creo que me quedaría con el final del rodaje porque justamente, además, la última escena que rodamos es la última escena del corto, cosa que no se suele cumplir. Acabamos muy tarde, ya de noche, y recuerdo que cuando vi esa toma me emocioné mucho porque se juntaba el que me gustaba cómo había quedado con que era la última escena que rodábamos y que era una despedida. Los rodajes siempre tienen algo de 'viaje': un grupo de personas que se juntan y conviven durante unos días; pero, además, en este caso, era un viaje real porque estábamos en otra ciudad distinta a la nuestra y terminaban cuatro meses de vivir allí. Eran muchas emociones juntas y el propio Leo y todo el equipo estaban emocionados. Es como el final de unos campamentos cuando eres adolescente. Lo que puedes sentir, es igual.

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