Cultura y creación alrededor de Fidel

Películas, documentales, novelas... la producción artística en torno al líder cubano ha sido prolífica.

“Un hombre con bondad de niño y talento cósmico (...), un hombre de mañana, al que agradecemos haber vivido esa vida para contarla”, dijo Gabriel García Márquez de su gran amigo Fidel Castro (1926-2016), y a veces uno de los primeros lectores de sus manuscritos. El autor de ‘Cien años de soledad’ (1967) hubo de soportar severas críticas por su amistad con el líder de la revolución cubana. Si al principio, Fidel fue bendecido y aplaudido por los autores del ‘boom’ latinoamericano, muchos se fueron alejando, entre ellos Mario Vargas Llosa y Guillermo Cabrera Infante, que le dedicó un libro tan punzante y crítico como ‘Mea Cuba’, publicado por Plaza y Janés en 1991 y reeditado varias veces. García Márquez recordó, o sugirió, en alguna ocasión que utilizaba su influencia para liberar presos y para desarrollar proyectos culturales como la creación, en 1986, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, que ha sido una factoría de cine constante, y de aprendizaje; allí estuvo la aragonesa Pilar Palomero.


El cine ha querido más al Che Guevara que a Castro, pero este también ha sido objeto de documentales y películas de ficción. Oliver Stone le ha dedicado ‘Comandante’ (2003) y ‘Looking for Fidel’ (2004): la primera es una exaltación y la segunda, impulsada por la ejecución de tres enemigos del régimen y la detención de 75 periodistas, es el fruto de 30 horas de conversaciones con el líder comunista, en un tono más duro. Con todo, Oliver Stone quedó fascinado por el personaje y puede decirse que lo redimió. Castro le dijo: “Estoy preparado para la muerte. Ciento por ciento. Ni siquiera pena me da no terminar algo (…) Yo sí admito que soy un dictador, soy un dictador de mí mismo, esclavo del pueblo, es lo que soy”.




Ignacio Ramonet, autor de dos libros como ‘Fidel Castro. Biografía a dos voces’ y ‘Cien horas con Fidel’ (Debate, 2006), también fue el animador del documental ‘Moi Fidel Castro’ (2004), que dirigió Axel Ramonet. En la ficción, no podemos olvidarnos de películas como ‘Dios o demonio’ (2007), de Alejandro González Padilla, donde Juan Luis Galiardo hacía de Fidel. En ‘Bananas’ (1971), Woody Allen abordaba en tono satírico la revolución cubana, que también aparecería en ‘El Padrino II’ (1974), de Coppola.




Otros títulos con trasfondo habanero y castrista son ‘Cosas que dejé en La Habana’ (1997) de Manuel Gutiérrez Aragón, envuelto en melancolía por el país que se había dejado atrás, y ‘Habana blues’ (2005) de Benito Zambrano, en torno a los sueños de un joven músico. David Trueba fue coguionista del documental ‘Balseros’ (2002). El zaragozano Jorge Nebra debutó en el largometraje con ‘Habanece’ (2003): un thriller sobre la supervivencia en el precario barrio de Colón. Otro título es ‘El rey de La Habana’ (2015), de Agustí Villaronga, un retrato de los bajos fondos inspirado en la novela de Pedro Juan Gutiérrez, autor de otro título demoledor: ‘Trilogía sucia de La Habana’. No puede quedar al margen de este breve repaso ‘Fresa y chocolate’ (1993) de Tomás Gutiérrez Alea, sobre la represión a los homosexuales.




La homosexualidad ha sido un caballo de batalla del régimen. La intolerancia y la persecución la han sufrido en sus carnes numerosos intelectuales. José Lezama Lima, felizmente casado en apariencia, fue capaz de lidiar con ese conflicto personal y lo sobrellevó con toda la dignidad posible y la aquiesciencia del sistema. Virgilio Piñera, un gran escritor de teatro y de cuentos, en cambio, padeció mucho como recuerda Cabrera Infante, con total crudeza, en ‘Mea Cuba’. La literatura de Reinaldo Arenas -tanto sus libros más o menos alegóricos como sus memorias, ‘Antes que anocheza’- tiene en esa intolerancia la espiral de sus conflictos y de su desesperación que le condujo al suicidio. Abilio Estévez, el autor de ‘Tuyo es el reino’ (1997) o ‘Archipiélagos’ (2015), ha descrito en varias novelas el clima de entusiasmo y luego de decepción de la Revolución cubana, y también ha denunciado la homofobia insoportable. Otros escritores como Pedro Juan Gutiérrez, Leonardo Padura o Wendy Guerra, entre otros, han ejercido la crítica al sistema sin irse del país y han denunciado sin tapujos sus contradicciones y su censura, algo que también ha hecho Zoe Valdés. El poeta Heberto Padilla fue encarcelado en 1971, tres años después de la publicación del poemario ‘Fuera del juego’ (1968). Su detención se convirtió en un caso internacional que provocó que muchos escritores le volviesen la espalda al régimen de Fidel. Eliseo Alberto exploró las sociología del país y la falta de libertad en ‘Informe contra mí mismo’ (2004), algo que también había hecho el Premio Cervantes chileno Jorge Edwards con ‘Persona non grata’ (1973).


Cuba ha inspirado a muchos escritores, no caben aquí, entre ellos a Ernest Hemingway, que vivió en la isla y que fue amigo de Fidel; un marino canario, Gregorio, afincado en Cuba le inspiró ‘El viejo y el mar’ (1952). Entre los aragoneses (y la conexión Cuba-Aragón abraza a José Martí, a Ramón y Cajal y al propio padre de Luis Buñuel, entre otros), Juan Bolea publicó ‘Mulata’ (1992), una novela de acción, aventura, intrigas comunistas y erotismo en la isla. Otro aragonés como Miguel Barroso firmó ‘Amanecer con hormigas en la boca’ (1999), que llevó al cine su hermano Mariano Barroso.




Fidel Castro ha sido objeto de un excelente perfil de Jon Lee Anderson, biógrafo de Che Guevara, en ‘El dictador, el demonio y otras crónicas’ (Anagrama, 2009). Otro libro importante, citados los de Ignacio Ramonet, sería ‘Fidel Castro. Una biografía política’ (Península, 2009) de Sebastian Balfour. En la música Fidel y la Revolución Cubana han estado muy presentes. En  una canción de Bob Dylan, ‘Motorpsycho Nightmare’ (‘Pesadilla psicomotora), se decía: “Me gustan Fidel Castro y su barba”. El espíritu de la revuelta y sus logros están en los discos iniciales de Silvio Rodríguez: ‘Al final de este viaje’, ‘Te doy una canción’, ‘Rabo de nube’. Este dijo: “Desde niño lo he visto como un maestro del humanismo y aún lo veo de la misma forma”. Carlos Puebla le compuso ‘Llegó el comandante y mandó a parar’. Y hay piezas de salsas, del bolero, de jazz y de reageton que le rinden homenaje al líder comunista.


En el mundo del jazz ha estado muy presente como se vio en películas como ‘Buenavista Social Club’ (1999) de Wim Wenders, y ‘Calle 54’ (2000), de Fernando Trueba, que hizo posible el reencuentro de Bebo Valdés, exiliado en Suecia, y su hijo Chucho, castrista confeso, ambos excepcionales pianistas. Fernando reincidió, en cine de animación, en su pasión por Cuba en ‘Chico y Rita’ (2010), con los dibujos de Mariscal. Entre los nuestros, Ángel Petisme tiene una canción que se llama ‘Flores de Cuba’; Santiago Auserón cantó con Compay Segundo en varias ocasiones y estudió los sones cubanos, y Distrito 14 grabó un disco en Cuba: ‘A mitad del camino’.




Fidel Castro atrajo el objetivo del fotógrafo Enrique Meneses, al que podemos ver estos días en el Centro de Historias, o del de Jesse A. Fernández, que se convirtió en su fotógrafo personal. El aragonés Andrés Ferrer ha dedicado una de sus mejores series a Cuba, algo que han hecho, entre otros muchos, Walker Evans, Pepe Navarro, Juan Manuel Díaz Burgos o Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía de 2016, por citar algunos nombres. Fidel Castro fue "un soldado de las ideas" y "un guerrillero del tiempo" y supo hacerse notar con todas sus paradojas.

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