Cinco escenarios de película aragoneses
Profesionales de Hollywood recorren Aragón en busca de localizaciones para sus películas. Solo en Huesca se han rodado ya más de cien.
Atraídos por su rico y sólido patrimonio histórico artístico y por unos escenarios naturales de ensueño, los profesionales de Hollywood, y los europeos también, recorren el territorio aragonés en busca de localizaciones para rodar sus superproducciones. Desde el Pirineo Oscense, pasando por las estepas monegrinas, hasta perderse en tierras turolenses
Aragón, está claro, cautiva y convence.
Estas son algunas de las apuestas cinematográficas internacionales en territorio aragonés: Castillo de Loarre (Huesca). En el 2004, el director y productor británico Ridley Scott eligió Loarre, una de las fortalezas medievales mejor conservadas de Europa, para rodar El reino de los cielos, protagonizada por Orlando Bloom, Eva Green y Jeremy Irons, entre otros. Monasterio de Veruela (Zaragoza). El checo Milos Forman se paseó por el cenobio cisterciense, donde se rodaron en 2005 algunas de las escenas de Los fantasmas de Goya, una producción hispano-estadounidense, con Javier Bardem y Natalie Portman al frente del reparto. Mirambel (Teruel). Conocida como La bella del Maestrazgo, a las órdenes del británico Ken Loach, la localidad turolense revivió en 1994 la Guerra Civil española en Tierra y Libertad. El carismático actor británico Ian Hart y las españolas Rosana Pastor e Icíar Bollaín figuraban entre los protagonistas de esta coproducción británica, española, italiana y alemana. Belchite (Zaragoza). Las aventuras del barón Munchausen, rodada en 1988 por el ex Monty Pyton, Terry Gilliam, se materializaron entre las ruinas dejadas por la Guerra Civil en el pueblo viejo de Belchite. La localidad vivió un despliegue cinematográfico sin precedentes, solo recordado a finales de los 50 durante el rodaje de Salomón y la reina de Saba de King Vidor, en Valdespartera, con los ya míticos Yul Brynner y Gina Lollobrigida como protagonistas. Pirineo oscense. Una de las persecuciones aéreas de El mañana nunca muere, dirigida por Roger Spottiswoode y protagonizada por mismísimo James Bond, sobrevoló en 1997 la mágica pirámide de el macizo de la Maladeta, en el Pirineo oscense.