Nueve cantantes españolas elevan el espíritu de Pilar Lorengar en una gran noche
Repasaron arias de ópera y piezas de zarzuela que interpretó y grabó la soprano zaragozana. La Orquesta Reino de Aragón, dirigida por Ricardo Casero, amenizó la gala del Principal.
En los preámbulos de la noche de Homenaje a Pilar Lorengar. XX Aniversario de su fallecimiento, durante los ensayos, las sopranos elogiaron la solidez de su repertorio y su modo de cantar. Para muchas de ellas "ha sido una referencia", así lo dijo Ainhoa Arteta. Todas aceptaron con sumo gusto cantar fragmentos de ópera y de zarzuela que ella interpretó. Pilar Lorengar (Zaragoza, 1928-Berlín, 1996) encarnó la soprano luminosa y simpática que hizo una carrera impecable. Un espejo del canto.
Todas las cantantes líricas, las nueve de anoche y Ainhoa Arteta el pasado miércoles se desplazaron a Zaragoza con absoluta generosidad. Ensayaron con la Orquesta Reino de Aragón, formada por 50 instrumentistas de diversos lugares y conservatorios, dirigidos por Ricardo Casero..
La emoción se instaló en el ambiente: el Teatro Principal al fin y al cabo ha sido el gran escenario de aquella Pamina ideal del barrio del Gancho. La orquesta atacó la obertura de Las noches de Fígaro y sonaron los primeros aplausos. Había compromiso, calidad, pasión y deseos de agradar.
Maite Alberola cantó un fragmento de Fausto de Gounod en francés y su voz, bien empastada y brillante, pareció mecer el recinto. Yolanda Auyanet se lució con Cosí fan tutte de Mozart, y alguien gritó con espontaneidad: "Fantástico. Qué noche tan maravillosa". Era una señora de Huelva que había venido a ver a una hermana y quiso acercarse al Teatro Principal; por instantes pareció levitar aupada por las voces.
Eugenia Boix interpretó una pieza de Las noches de Fígaro, con una plasticidad especial y una garganta delicada, que dibujaba nota a nota su suavidad, su temblor y su coloratura. Parecía estar en la película Arroz amargo de Giuseppe de Santis. Logró muchos aplausos. Alguien, de nuevo desde las filas de atrás, susurró: "Qué forma tan bonita de interpretar. Es que me encanta".
Rebeca Cardiel, con un vestido azul marino y afilada sobre sí misma, se convirtió en Pamina de La flauta mágica de Mozart y resultó sofisticada, soñadora, como transida por un viaje interior. Si alguien no la conocía bien, fue una hermosa sorpresa. Alejandro Martínez, uno de los promotores del recital, dijo:"Sabía que iba a gustar mucho". Eugenia Enguita abordó el Caro nome de Rigoletto de Verdi y alcanzó momentos impresionantes: es una cantante con oficio, con energía, con sensibilidad y brillo. Otra voz deslizó una valoración global: "Esto es emocionante".
El concierto, variado, ascendía canción a canción. Y quizá la apoteosis llegó cuando Ruth Iniesta, menuda y vibrante, expresiva como una actriz dramática, se atrevió con Follie
Sempre libera de La traviata. Lo hizo con coraje y apasionamiento, segura de su voz, pero tenía un as en la manga: el tenor Jorge Franco, recién llegado de Huesca, le respondía desde lejos. Fue un momento más que mágico, y el teatro pudo venirse abajo. Si el nivel de las sopranos aragonesas ya estaba siendo deslumbrante, Ruth se metió a la gente en el bolsillo.
Amparo Navarro pareció ayer, con su cabello rizado, una estatua griega o quizá Irene Papas: cantó con elocuencia y mucha clase un tema de Don Carlo de Verdi, y pareció despedirse como defraudada de sí misma, con un mohín de disgusto. Quizá fuese una impresión falsa. Isabel Rey lució su experiencia en un breve fragmento de Tosca de Puccini, y cosechó muchos aplausos por su elegante sobriedad. Y fue una espléndida y meticulosa Carmen Solís quien cerró esta primera parte con Un bel di vedremo de Madama Butterfly de Puccini.
La narradora de emociones observó: "La voz es el instrumento más hermoso". En el descanso, Alberto Castejón, que trabajó en el Teatro Circo, dijo: "Tardará algunos años en darse una conjunción así. Qué bonito todo".
Alejandro Martínez y Sergio Castillo, organizadores del recital desde la Asociación Aragonesa de la Opera Miguel Fleta, estaban radiantes: por el color de las voces, por la hondura y la luz de la emoción, creyeron oír (y ver) a Pilar Lorengar en el escenario del Principal. La noche, eso sí, seguiría con un escalofrío general de romanzas de zarzuela.