La ambigüedad de Hermafrodito

La escultura de la criatura bisexuada, que el Louvre no exponía por pudor, es una de las curiosidades de la muestra 'Mujeres de Roma. Seductoras, maternales, excesivas' que se exhibe en Caixaforum.

Escultura de Hermafrodito, en la exposición de Caixaforum
Escultura de Hermafrodito, en la exposición de Caixaforum
José Miguel Marco

Diosas y criaturas semidivinas, ninfas seductoras, seres híbridos o imágenes ideales de esposas y madres. La exposición 'Mujeres de Roma. Seductoras, maternales, excesivas', que hasta el 5 de junio puede verse en Caixaforum Zaragoza despliega el amplio universo del papel y la representación de la mujer en la Antigua Roma.


A través de 178 piezas de primer orden procedentes del Museo del Louvre, se pone el foco en la decoración doméstica que las rodeaba y sus objetos cotidianos, en una muestra en la que, más allá de los cánones puramente estéticos, se habla de la organización social, religiosa y espiritual a partir de los roles femeninos.


Junto a retratos del ideal de la mujer madre, esposa y pilar del hogar, se contemplan musas, ninfas o seres híbridos o monstruosos como el minotauro fruto de la unión de Pasífase y el toro o la Medusa con cabellera de serpientes que petrifica con la mirada. Como aguardando la sorpresa al visitante, tras una pared, aparece un desconcertante Hermafrodito, con cuerpo de mujer, rostro de Venus, y pene. "He recorrido la exposición varias veces y es curioso ver las reacciones de sorpresa de la gente", comenta uno de los empleados del centro.


Con fines puramente decorativos, las estatuas de Hermafrodito se instalaban bajo los peristilos y jardines de las domus, donde se paseaba la alta burguesía romana en sus reuniones. Se esculpían para causar la sorpresa del visitantes, en una ambigüedad afectada y con pose provocativa, bajo la que subyace la difusa frontera entre lo carnal y lo espiritual de la sociedad de la época. "En la antigüedad, no había oposición, como ahora, entre el sexo y lo sagrado. La sexualidad es vista como un impulso vital y tiene su lugar en la religión", explica Daniel Roger, conservador jefe del patrimonio del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas del Museo del Louvre.


La muestra de esta pieza es excepcional a todas luces. El propio museo francés la mantuvo durmiendo el sueño de los justos durante años, no solo porque su exhibición se tornaba escabrosa sino también porque se dudaba de su autenticidad. "Su restauración en 2012 demostró que la estatua es absolutamente antigua", apunta el conservador.


La pieza iba en la colección de 400 piezas antiguas que Napoleón compró al príncipe Camillo Borghese en 1807 por 13 millones de francos -hoy el Fondo Borghese del Louvre-, y se desconoce cuándo fue descubierta.


Hermafrodito, joven de extraordinaria belleza, hijo de Afrodita y Hermes, rechazó los amores de la ninfa Salmacis, que en un ataque de locura para permanecer unida a él suplicó a los dioses que fusionaran sus cuerpos aprovechando que nadaba en su fuente, creando así esta criatura bisexuada. "Las estatuas de Hermafrodito, como hoy, debían dar lugar a bromas además de plantear interrogantes sobre la naturaleza del deseo y la frontera entre la feminidad y la virilidad - apunta Rogers-. Las cuestiones sobre los límites entre hombre y mujer, humano y animal, hombre y dios ocupan gran parte de las reflexiones filosóficas y morales del mundo romano, sobre todo en la época de Augusto. Se discutía sobre ello tanto en banquetes como en los concursos de retórica".


Las mujeres y los monstruos, la castidad y el rechazo al hombre encarnadas en las castas y feroces diosas Minerva y Diana o las representaciones dionisíacas conforman el ámbito de la alegoría de la seducción y del exceso, de una muestra que patenta la poliédrica y profusa representación de la mujer en la Antigua Roma.La mujer, objeto de amor y de temor

La mujer romana fue objeto de amor y de temor, de deseo y de desprecio. A pesar de ser jurídicamente inferior al hombre -dependía, en primer lugar, de la autoridad del padre, y luego del esposo si contraían matrimonio-, ocupó un papel social preponderante en comparación con otras sociedades antiguas. En esta sociedad hubo cierta evolución de la condición de la mujer perceptible en las costumbres, pero también en la mentalidad, la representación y la decoración familiar, un cambio de mentalidad que genera una contradicción entre una imagen tradicional de tipo aristocrático y la realidad de una sociedad en la que la mujer empieza a emanciparse y se supera el rol ancestral asignado.


Mediante esta selección de piezas se descubre cómo hacia el principio de nuestra era, la mujer empezó a asumir nuevos papeles. La literatura antigua y los mitos clásicos dan cuenta de numerosos personajes femeninos que ocupan el centro de los relatos, figuras históricas o legendarias que invaden la decoración doméstica y la vida cotidiana de los romanos.


Las representaciones, con frecuencia mitológicas, se despliegan en los muros, en la decoración de terracota o en la pintura, las joyas, la pequeña estatuaria y los objetos familiares. El auge y el desarrollo de los retratos que presiden las casas de la época, féminas inmersas en danzas rituales y en ceremonias sagradas como protagonistas de la religiosidad, mujeres representadas bajo el ideal de esposas y madres, encarnando ideales de la fertilidad o la prosperidad y las fuerzas de la naturaleza, ninfas, diosas y musas deleitan en esta muestra de Caixaforum, compuesta por numerosas esculturas y bustos en mármol, mosaicos y abundantes objetos de uso cotidiano, como lámparas de aceite, candelabros, espejos, camafeos y joyas.


Entre las piezas destacan el conjunto de pinturas murales procedentes de Pompeya o las denominadas 'placas campanas', una treintena de relieves en terracota restaurados recientemente, y que se presentan por primera vez en esta muestra itinerante en los centros CaixaForum.

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