Paisajes irreales de Hernández Pijuan y Sempere

Pinturas monocromas y obras en las que el signo y la línea crean mundos misteriosos junto con el color vibrante se exponen en el Museo Salvador Victoria.

Díptico ocre (2004) Óleo sobre lienzo de Hernández Pijuan
Díptico ocre (2004) Óleo sobre lienzo de Hernández Pijuan

Los paisajes irreales inspirados en espacios reales de dos artistas de la vanguardia abstracta, Joan Hernández Pijuan y Eusebio Sempere, llenan desde este sábado las salas del Museo Salvador Victoria de pinturas monocromas y obras en las que el signo y la línea crean mundos misteriosos junto con el color vibrante.


La mirada recorre veinticuatro obras, óleos, gouaches y serigrafías y un aguafuerte y aguatinta, de tamaño pequeño o mediano, fechados entre 1974 y 2004, procedentes de la colección Ars Citerior, que dirige Javier Martín y que inició en los años 60 un familiar del este sábado coleccionista, el serigrafista y compañero de Sempere Abel Martín.


"Aunque no son de la misma generación -ha manifestado a Efe Javier Martín-, los dos artistas vivieron el momento de la abstracción y la época del Museo de Cuenca que tiente tanta relación con el Museo de Rubielos en cuanto estética. Sempere siempre trabajó mucho el paisaje y Hernández Pijuan, después de una época más informalista, a partir de los 90 experimenta un cambio en su pintura con los monocromos y el paisaje, atendiendo a dónde él mira".


Las obras monocromas y los espacios vacíos inspirados en el paisaje de Hernández Pijuan (Barcelona 1931-2005), delimitados por el trazado de un cuadro dentro del cuadro, algunos con sobrias figuras, flores o árboles, líneas, puntos y tramas, acercan al artista, Premio Nacional de Artes Plásticas, académico de Bellas Artes, representado en los principales museos de España, como el Reina Sofía, el MACB y el Museo Abstracto de Cuenca, así como en el Guggenheim de Nueva York y otros europeos y japoneses.


"Muchas veces -escribió Hernández Pijuan- he pensado que este gusto por el vacío y por la parquedad de elementos que utilizo me vienen dados por el sentimiento, por la memoria, y no tanto por el recuerdo, de las temporadas, en mi infancia y primera juventud, de los paisajes sobrios y duros y hermosos por esa misma sobriedad, como el de La Segarra leridana".


La viuda de Hernández Pijuan, Elvira Maluquer, comisaria de exposiciones y Javier Martín, director de la colección Ars Citerior y también comisario, mantendrán un encuentro el próximo 9 de abril en el museo, en el que hablarán sobre la exposición titulada "Pijuan-Sempere. Signo y línea en el paisaje", que se podrá visitar hasta el 2 de julio.


Al lado de los cuadros de Hernández Pijuan, los paisajes de líneas vibrantes, llenos de color y luz de Eusebio Sempere (Onil, Alicante, 1923-1985), ocres, grises, azules, verdes y amarillos, rosas y azules.


"Arte misterioso a fuerza de claridad" de uno de los artistas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, cuya obra se puede ver en los principales museos del mundo.


"Pintar la naturaleza no es copiar un objeto, es la realización de una sensación", recuerda Javier Martin que escribió Paul Cézanne, y señala que "el paisaje estuvo siempre fuertemente unido" a la trayectoria creativa de estos dos artistas de la vanguardia abstracta.

Hernández Pijuan, en las primeras etapas figurativas, dice, realizó obras como "Paisatge d'Horta", de 1950, antes de su estancia en París en 1957-58. Y Sempere, en 1949, antes también de su contacto con el informalismo y la abstracción en París, pintó paisajes de palmeras y la acuarela "Paisaje", con claras influencias de Paul Klee.


Sempere después, explica Javier Martin, profundizó en el paisaje, principalmente el castellano, y también el aragonés, ya que visitaba en verano Mosqueruela, lugar de origen de Abel Martín.

En esta exposición se pueden ver los gouaches de 1983 de "Las cuatro estaciones", tema sobre el que realizó la primera carpeta de serigrafías cuando entró a formar parte del grupo de artistas de la galería Juana Mordó en 1965, estampada por Abel Martín.

Espacio Ocre, de 1977, y Espacio gris, de 1978, son dos gouaches monocromos que sugieren un paisaje geometrizado pertenecientes a la etapa que inicia en los años setenta, en que realizó obras paisajistas, todas sobre tabla, composiciones con líneas de horizontes claros.


Hernández Pijuan se adentró en el paisaje a principios de los setenta, después de una etapa en la que investigó sobre el espacio y el objeto.


En la exposición se puede ver la serigrafía "En gris para Fernando", que realizó en 1984 para la carpeta homenaje a Fernando Zobel, fallecido ese año, en la que el signo utilizado fue una flor de un solo trazo.

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