El artista Enrique Radigales expone su colección 'Ni hueso, ni pepita' en Zaragoza

Permanecerá abierta al público en la Galería Carolina Rojo hasta el 14 de noviembre.

El artista Enrique Radigales expone su colección 'Ni hueso, ni pepita' en la Galería Carolina Rojo, situada en Paseo de Sagasta, 73 de Zaragoza, donde se inaugura este jueves y permanecerá abierta al público hasta el 14 de noviembre.


Las seis obras que se exhiben, una de ellas es un díptico y otra un políptico, están elaboradas, en su mayoría con la técnica del óleo sobre impresión digital en vinilo y a través de ellas, el autor narra el proceso y objetivos de su proyecto más reciente.


La colección relata el origen de este proyecto que surge de una fotografía tomada en 1959 en la Escuela Rural de Nuestra Señora de Cogullada , en la que aparecen tres alumnos durante un ejercicio práctico de injertos frutales y uno de ellos es el padre de Enrique Radigales.


El siguiente paso ha sido la reunión que Radigales mantiene en julio de 2014 con la investigadora científica del Departamento de Pomología en la Estación Experimental Aula Dei (EEAD) de Zaragoza, María Ángel Moreno.


La idea era participar con esta institución en el diseño de un árbol multi-injertado. A partir de un patrón desarrollado íntegramente por Moreno, se irían injertando otras variedades de árboles hasta formar un árbol frutal adulto. Proceso

En marzo de 2015 se transplantan dos patrones del híbrido desarrollado por María Ángeles Moreno que servirá de base para los futuros injertos.


Este híbrido es un prototipo experimental formado por varias especies de melocotonero, almendro y ciruelo.


En septiembre de 2015, el árbol no supera los 40 centímetros de alto, pero ha trascendido en una serie de ejercicios artísticos del autor, que "reflexionan en torno al tiempo orgánico y la tecnología, la información como paisaje, y la reclamación de la medida humana en un mundo dominado por el paradigma de la velocidad", han informado desde la Galería.


"Ni hueso ni pepita" hace referencia a la relación de antipatía existente entre la tecnología y la naturaleza. Mientras la naturaleza se rige por el principio de autolimitación en términos de tamaño, velocidad o violencia, generando un sistema sutil que tiende a equilibrarse con su entorno; la tecnología actúa como un cuerpo extraño, exponencial, y particularmente voraz con los recursos naturales.


"Este proyecto quiere convertir el experimento botánico del injerto en una acción decrecionista y abrir un debate sobre el uso de las nuevas tecnologías desde el paraguas del equilibrio natural", han explicado en una nota de prensa.

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