"Las novelas históricas son un paso previo para aficionarse a la Historia"

El escritor Chufo Lloréns recorre la Barcelona de finales del siglo XIX en su último libro.

Chufo Lloréns
Chufo Lloréns
Laura Uranga

'La ley de los justos' (Grijalbo) es el título de la nueva novela del escritor Chufo Lloréns (Barcelona, 1931), un retrato de la sociedad barcelonesa en la que se retratan los cambios sociales y políticos de la Ciudad Condal a finales del siglo XIX.


En 'La ley de los justos' ha escogido la ciudad de Barcelona como escenario de su novela, un lugar que usted conoce muy bien...

Evidentemente. No es la única ciudad que aparece en mis libros. 'Catalina la fugitiva' versaba sobre Madrid y sobre Toledo. Y una parte de 'La saga de los malditos' transcurría en Sevilla y Madrid. Con el ciclo de 'Te daré la tierra' y 'Mar de fuego' aparece la Cataluña del siglo XI. La historia del siglo XI catalán es una novela en si misma. En la 'La ley de los justos' aparece la Barcelona del siglo XIX porque en esa época es una ciudad apasionante que se abre al mundo con la Exposición Universal de 1888, que descubre la electricidad, el telégrafo, el teléfono... cada generación cree que vive en la cumbre del mundo pero cada una tiene sus inventos y sus cosas.


A finales del siglo XIX, se dieron una serie de cambios sociales y políticos que usted refleja en su libro...

Ese periodo es históricamente brutal para España: perdemos Cuba por la ineptitud, una vez más, de los gobiernos, porque pedían únicamente diputados en las Cortes con voz, sin voto, y no se concedieron. Se pierde una guerra vergonzante donde los soldados que venían heridos o medio muertos se escondían para que no los vieran. Durante la Exposición Universal una ciudad de 500.000 habitantes recibe a 2.500.000 y la burguesía se enriquece, se enloquece de modernidad y de modernismo y de creerse que es lo máximo. Al acabar la Exposición Universal quedan en el paro miles de personas que habían venido del resto de España y que no tienen que comer y llega el anarquismo y los atentados. Murieron en aquel año en Barcelona más gente que en todo el tiempo de ETA. Los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres.


El anarquismo, la burguesía y las clases bajas condicionan la vida de los personajes de la novela...

Ese clima tremendo ese es el telón de fondo de la novela, donde se encuadran los personajes- Las modas eran las que eran, las costumbres las que eran. Al Liceo iban todos los miércoles los burgueses con las queridas, no con sus mujeres. Llenas de joyas, para ver quién llevaba la querida más enjoyada. Hasta había competencia en los entierros por quién tenía el coche más grande y más importante en la familia, quién poseía el panteón más grande. Era una locura de dinero para unos y una locura de miseria para otros. Y en ese ambiente los amores tremendos y desgraciados, donde destaca el amor entre un chico humilde que ama la cultura y una chica que se niega a ser la niña de su época que casan con otra familia para hacer más dinero. Ella se niega pero la fuerzan a que diga que sí, de una forma cruel y rastrera. Su amado se va a Cuba, casi destinado a que lo maten en un pabellón de castigo. Y en fin, la trama de la novela surge a dos orillas. También hay un tema que es el esclavismo y sus últimos coletazos tras la ley Gamazo.


Desde su publicación, 'La Ley de justos' esta siendo muy bien recibida por sus lectores...

Estoy muy contento, vamos por la séptima edición. Un libro tan grande que no es un libro para comprar al desgaire. Es un texto muy denso aunque yo pretendo que se haga corto para el lector. Tengo buenas referencias de lectores que cuando les quedan 200 páginas para el final se lamentan de que se acabe.


La obra de Shakespeare está muy presente en la historia de amor de sus personajes...

Shakespeare lo inventó todo. Con 'Othello', el tema de los celos; en 'Macbeth', la ambición; 'en Hamlet', la duda. Todas las pasiones humanas han pasado por Shakespeare y el amor es una de ellas. El amor mueve montañas y un amor entre una muchacha de 17 años y un chico de 25 no se puede parar. Ya pueden aconsejar no aconsejar. No hay nada que hacer. Ese amor apasionado provoca la simpatía de la gente por lo injusto que pretenden que sea su final.


¿Qué huella dejó aquella época en la Barcelona actual?

La huella que queda es que quienes visitan la Ciudad Condal vienen a ver lo que hizo aquella burguesía que amaba su ciudad y que ahora no existe porque nadie daría nada por Barcelona. La Pedrera, La Sagrada Familia, La Casa Batlló, el parque Güell... Nadie hace cosas singulares ahora. Todo lo que hoy día se fotografía de Barcelona se hizo entonces.


Su novela, ¿resulta fácil de leer para cualquier lector?

Soy muy lineal escribiendo. No me gustan los 'flashback'. Procuro ser un clásico en esto: planteamiento, nudo y desenlace. El planteamiento debe explicar al lector dónde está y quiénes son los personajes. El nudo ha de intrigar al lector diciendo 'qué interesante es esto, qué va a pasar'. Y el desenlace tiene que ser coherente y sorpresivo. Coherente porque no me gustan los desenlaces en los que la gente diga: “Pero qué final más tonto”. Lo que busco es que la gente se sorprenda, que diga: “Oye, qué bien, no me lo esperaba así”. Cuando alguien ha leído el libro le pregunto si suponía el final. Y casi todo el mundo me dice que no. Eso me gusta mucho. Procuro respetar a los grandes y no me gusta complicar la vida al lector por tener un falso lucimiento. Procuro ser muy lineal para facilitarle el avance en el libro.


Su forma de narrar resulta muy visual. ¿No ha recibido ofertas para llevar al cine o a la televisión sus obras?

Me lo han dicho muchos lectores. La época es muy atractiva, mucho más próxima que otras novelas que he escrito. Hay que emplear o usar facilidades que te da la época para atraer al público femenino, que es el gran lector. No quiere decir ni mucho menos que desprecie al masculino. Procuro utilizar lo que sirve para algo en la novela. La realidad supera muchísimo a la ficción. No he sido nunca un hombre televisivo y no he tenido una novela adaptada a la pequeña pantalla, tristemente para mí. Ojalá. Porque las obras de los autores que juegan en esa división: 'Alatriste', 'El tiempo entre costuras', 'Pulseras rojas'... las compran los lectores y la gente que a lo mejor no la leerá nunca pero la adquiere porque sale en televisión. Pese a no tener esa suerte se vende muchísimo.


Usted comenzó hace 25 años en el mundo literario, tras una carrera en el ámbito teatral...

Hacía guiones cómicos para teatro. Hace 25 años, cuando me jubilé, empecé a escribir novela histórica. Muy poca gente se adentraba entonces en este género. Empecé porque mi pasión es la Historia. No pensaba escribir para vivir, mis necesidades estaban cubiertas. Nunca pensé que alcanzaría el éxito que estoy teniendo. Ni mucho menos vender 1.000.000 de libros.


¿Cómo realizó el proceso de creación de una obra tan voluminosa?

Siempre busco nuevos horizontes y, sobre todo, las anécdotas. Lo que me interesa es la pequeña historia, la gran historia la conoce todo el mundo. Alejandro Dumas decía: “La anécdota de la historia es donde yo coloco mis personajes”. Las novelas históricas son un paso previo para mayores logros, un escalón previo para aficionarse a la Historia. Cuando escribo no me gusta dejar un capítulo a mitad. Me gusta dejar capítulos cerrados, cortos, para que el lector sepa donde reemprender la lectura. Es un libro de 1.150 páginas en los que he invertido cuatro años. Uno de profundo estudio y tres en escribirlo.


¿En qué época y en qué escenario se desarrollará su próxima novela?

No lo sé. Hasta que no lo tenga claro no seguiré. No hay nada peor que una novela por encargo, en el sentido de que te obliguen a escribir sobre un tema. Yo no sé. Otros sí, y lo hacen muy bien. He de encontrar algo que me apasione y que sienta curiosidad por saber. Merche Salisachs me decía: "Si no tienes algo que te guste, no empieces". Porque se nota mucho. Hay muchas segundas novelas de autores que han triunfado con su primer libro y al leerlas uno se pregunta: "¿Cómo es posible que la primera fuera tan buena y la segunda tan mala?". Porque han escrito contracorriente, a la fuerza. Yo prefiero que se escape el tren. Escribir algo que no me pida el cuerpo. Si no tengo nada, no escribo nada. Mientras, puedo esperar viendo pasar la vida, sentado en el estribo. No tengo urgencias. Surgirá. A mi edad, he de plantearme muy bien lo que hago.