​Los aragoneses cumplen ante unos exigentes Algarra

Álberto Álvarez e Imanol Sánchez se repartieron dos orejas. Ricardo Torres marró sus opciones con la espada.

Feria de San Jorge en el coso de la Misericordia
Feria de San Jorge en el coso de la Misericordia
Efe

El día de San Jorge trajo a la Misericordia una terna de toreros de la tierra y estos respondieron con actitud y dejando buenas sensaciones. La corrida de Luis Algarra, bien presentada, permitió que, desde la exigencia, pudieran poner en liza sus particulares modos de entender el toreo. Alberto Álvarez e Imanol Sánchez se repartieron una oreja cada uno. Ricardo Torres dio la sensación de dejar escapar los dos toros. El primero, por no comprenderlo. El segundo, por no matarlo bien cuando era merecedor de trofeo.


Torres comenzó bien con en el capote, con los pies juntos y a la verónica. Lances templados y bien dibujados, que no se correspondieron con la posterior labor de muleta. El toro era noble y repetidor, pero precisó de un espacio que no supo dar. Entorpeció con su colocación la ya de por sí corta embestida y se lió a dar pases simplones, sin encontrar la tecla de un animal al que dejó marchar sin argumentos. Acabó con él de un espadazo caído al segundo intento. Palmas.


En su segundo, sí estuvo a la altura. Volvió a torear bien a la verónica y serenó después su ímpetu al son de largos y templados pases. Hilvanó un par de naturales eternos con la izquierda, marcando la distancia adecuada y consiguiendo que el público se subiera al vuelo de una muleta a la que le faltó encontrar el remate de las tandas. Expuso la calidad del de Algarra en los medios, aferrándose a un espléndido pitón izquierdo al que puso la pierna por delante y el medio pecho en los cites, antes de que la faena perdiera importancia por la anuncia falta de ligazón. Estocada atravesada a la segunda. Hubo tercer y cuarto intento (bajonazos) y descabello. Ovación tras dos avisos.


Bien dispares fueron las faenas de Alberto Álvarez. De la primera, poco se puede decir. Deslucida y corta embestida de un toro que funcionó igual de mal por ambos pitones y no dio opción alguna al de Ejea, que fue cogido sin mayores consecuencias. Mató de estocada casi entera, precisando de dos intentos.


Su segundo, un toro aplaudido desde que asomó por chiqueros y que se empleó a fondo en los dos primeros tercios, funcionó de fábula por el pitón derecho. No tanto por el izquierdo. Álvarez lo recibió con una larga cambiada con el capote primero, y con la muleta y por la espalda después. Supo torearlo con gusto y plasticidad, aún percibiendo que, como a su hermano, le faltaba el cuarto y quinto pase que inyecta la dosis definitiva de emoción. La comunión entre ambos, siempre por la diestra, se tradujo en una oreja.


La primera oreja de la tarde fue para Imanol Sánchez, merced a un toro que colaboró en el capote y tuvo que soportar un puyazo trasero, antes de que el de Pedrola le colocase tres banderillas (el presidente negó el cuarto) repletos de poder. Ya con la muleta, se acercó y mucho, a sabiendas del escaso recorrido de un animal al que había que buscarle las embestidas que después entregaba sin rechistar. Un par de series templadas, con sutiles derechazos y un refinado cambio de mano, antes de que el escaso fuelle del animal suscitase un cierre de faena de pases tan dispersos como comprometidos. Mató de estocada un poco caída pero fulminante. Oreja.


El último de la tarde no dio ninguna facilidad. Se revolvió una y otra vez con peligrosidad cuando Sánchez trató de hacerle tomar el camino de los vuelos y cabeceó desluciendo los escasos muletazos que se le pudieron dar. Murió de un espadazo bien colocado. Palmas para el matador.Ficha:


Zaragoza. Feria de San Jorge. Jueves, 23 de abril de 2015. Toros de Luis Algarra, cinqueños, bien presentados, de variado juego. Ricardo Torres, palmas y ovación tras dos avisos; Alberto Álvarez, ovación y oreja; Imanol Sánchez, oreja y ovación de despedida. Entrada: Un cuarto.