"El IVA cultural y la piratería han destrozado por completo la cultura española"

La autora acaba de publicar la novela 'Dios no tiene tiempo libre' (Suma de Letras).

Lucía Extebarria
Lucía Extebarria

Lucía Etxebarria (Valencia, 1966) regresa a la novela con 'Dios no tiene tiempo libre' (Suma de Letras), una historia de intriga, poder, amor y humor que, antes de llegar a las librerías, tuvo una versión teatral representada en el Teatro del Arte de Madrid, dirigida por la propia autora.


En ‘Dios no tiene tiempo libre’ hay amor, humor, intriga pero… ¿cuál es el género que predomina en su novela?

Comedia negra romántica. Es un thriller sin asesinato que habla sobre la corrupción.


Basado en historias reales...

No exactamente. El punto de partida se basó, por una parte, en la historia real del exconcejal de Urbanismo del Ayuntamiento de palma Rodrigo de Santos López; por otra parte, en la de la escritora Elena Figueras. A partir de ahí, no hice un documental ni una investigación periodística, sino una novela que parte de dos hechos reales y va adonde ella quiere. Pero no está basada en hechos reales.


¿Es difícil escribir una obra así cuando la realidad supera tanto a la ficción?

Comencé a escribirla antes que 'Liquidación por derribo' (2013), un ensayo sobre la crisis. Trabajé a la par en ambas y por eso en 'Dios no tiene tiempo libre' se habla tanto la corrupción, porque estaba escribiendo de eso. En el caso de 'Liquidación por cierre' era un ensayo puro y duro, explicaba todos los mecanismos de corrupción y la tesis era, precisamente, que el problema de España era la corrupción. En el caso de 'Dios no tiene tiempo libre', es ficción, el otro lado, porque ya tuve la suerte de poder explicar todo lo demás en el ensayo. Y esto habla de muchas más cosas, dejo un tanto de lado la corrupción económica para hablar de la corrupción moral y la de la pareja. La frase estrella del libro: “Hay gente tan pobre que solo tiene dinero” refleja lo que es la novela. Cuando lo único que se tiene es dinero se vive en un estado de pobreza tremendo.


El triángulo protagonista de su libro no son personajes al uso…

Elena es la mujer de un concejal corrupto que, cuando salta toda la historia, está marginada socialmente, en un hospital, con leucemia. Su prima Alexia, que es la mujer de otro empresario corrupto, llama a David, al primer novio que tuvo Elena y le paga para que la visite porque ese novio representa todo lo que pudo ser y no fue. El actor en paro, buscavidas, trepa, acepta el dinero. El thriller aquí es: ¿Elena sabía o no sabía lo que pasaba?, ¿Alexia por qué paga a este tipo? ¿Qué interés tiene en remover esta historia? Y este tipo que reinicia una historia de amor con su primera novia ¿qué hace cuando va a heredar seis millones? Cada personaje tiene exactamente el mismo protagonismo, el mismo número de páginas en la novela, aunque Alexia y Elena se comen al pobrecito David. Esta gente pasiva agresiva es mucho más dura. Para vivir en un entorno así tienes que ser increíblemente resistente. Entonces se empieza a ver lo manipuladores y lo hábiles que son, cómo han aprendido en todo este tiempo a manipular y a mentir.


¿Cómo fue el proceso de creación de la novela tras la versión teatral?

El problema del teatro en España ahora mismo es el 21%. Solo funcionan obras con actores conocidísimos, actores de la tele y cosas muy light. Dirigí la obra pero no podía mandar mis barcos a luchar contra los elementos, casi me arruino en la producción. Como me daba tanta pena que se perdiera la historia decidí novelarla.


Desde las primeras líneas se aprecia una ritmo, una musicalidad en sus textos. ¿Qué papel juega la música en su literatura?

Estudié solfeo y, en mi caso, la música es matemática pura interiorizada. Se nota mucho que me gusta la música porque escribo marcando compases.


¿Y qué música suena actualmente en el 'song list' de Lucía Etxebarria?

Es más fácil decir lo que no me gusta: no me gusta Melendi, no me gusta Sabina... compases de cuatro por cuatro, estribillo y puente. Sabina le gusta a la gente que no ha estudiado música porque son cosas fáciles. Cuando has estudiado música te gusta el jazz porque es difícil y porque te han educado el oído para poder oír diferentes armonías. Me gusta muchísimo el jazz, la música clásica, la electrónica moderna, que creo que es el nuevo jazz porque es la misma idea de improvisación. Me gusta cualquier tipo de música que se atreva a innovar.


¿Qué tal lleva su relación con las redes sociales?

Ahora, sorprendentemente, es buena. No sé que ha pasado. Hubo un momento de troles pero creo que se han asustado mucho desde que Cristina Cifuentes empezó a poner denuncias. Eso creó un precedente jurídico y la gente se ha dado cuenta de que igual sale más caro insultar en twitter que en la calle.


Con alguno de sus mensajes causó polémica, como cuando anunció que dejaba de escribir por culpa de la piratería…

España sigue siendo el país que más piratea del mundo, en términos puntuales. En otros países de Europa como Francia o Alemania te cae un multazo si pirateas. En España no, porque las compañías telefónicas presionaron todo lo posible al Gobierno de Zapatero y, después, el Gobierno de Rajoy tampoco quiso poner solución. Antes o después lo tendrán que hacer porque los demás países empezarán a presionar. La presunta cultura libre ha venido de gente que es todo lo contrario. Entre el 21% y la piratería se ha producido una labor sistemática de destrucción de la cultura española que se ha hecho porque molestábamos. De repente, todo creador español tiene que salir fuera de España. ¿Es que de verdad la gente quiere que esto vuelva a ser el exilio? La combinación del 21% del IVA cultural y la piratería han destrozado por completo la cultura española.


¿Como han impactado esas actuaciones en la red?

Tenemos la wifi más cara y los sueldos más bajos de Europa. Cuando se creó la Asociación de Internautas lo que pedía era wifi gratis pero las compañías telefónicas se hicieron con el negocio y cambiaron la idea: la piratería gratis. Si alguien gana 300 euros y se gasta 45 en ADSL es para piratear. No hay otra razón. Esto es pan para hoy y hambre para mañana porque cargarse la cultura es cargarse no solo industria sino identidad.


Varias de sus novelas han sido adaptadas al cine. La más reciente, ‘El contenido del silencio’, se está rodando ahora…

Le cedí todo a Helena Taberna, la directora. Hay una frase de Ken Follet que dice: “Si vendes tu obra al cine es como si vendieras tu hija a un burdel”. Decidí confiar en Helena y no meterme. Sabía que la iba a cambiar porque no puede entrar todo. Pero el hecho de que salga Jon Kortajarena desnudo en la película ya es un punto. Me hace mucha ilusión, aunque parezca una frivolidad. Y que en la cinta también trabaje Goya Toledo, que me parece una pedazo de actriz, muy desaprovechada en España.


Tiene una buena amistad con el director aragonés Miguel Ángel Lamata, que está a punto de rodar el filme 'Nuestros amantes’ ¿Le gustaría trabajar con él en algún proyecto futuro?

Muy, muy, muy buena. Somos muy amigos pero Madrid es como un destructor de amistades, una trituradora. La última vez que lo vi me lo encontré por la calle. Lo que me he podido reir con Lamata. Pero no le veo trabajando con otros, es muy controlador con su cine, tiene muy claro lo que hace, dónde va y cómo lo quiere. Creo que me mataría si intentara tocarle algo. Acabaríamos matándonos. Imposible.