Así se ve Aragón en la Tate Modern de Londres

La galería guarda en sus fondos un dibujo de Fraga de los años 20, una obra naif de Alcañiz y expone una vista surrealista de Ibdes, obra de André Masson

'Ibdes in Aragón', vista de la villa aragonesa pintada en 1935 por André Masson y expuesta en la Tate Modern.
Así se ve Aragón en la Tate Modern de Londres
THE TATE MODERN © The estate of André Masson

El distrito del Bankside de Londres, junto al río Támesis, es uno de los más turísticos de la ciudad. Allí se concentra el bullicio en torno al imaginado y recreado Shakespeare Globe, el peatonal Puente del Milenio y la Tate Modern, la antigua central eléctrica reconvertida en la que hoy es una de las galerías de arte moderno más importantes del mundo, con el proyecto de adecuación diseñado por los suizos Herzog y De Meuron hace ahora 15 años.


Unos cinco millones de amantes del arte se acercan cada año hasta la tripas de la vieja fábrica, desde que en 2000 se inaugurara la nueva instalación para acoger un recorrido por los principales exponentes del arte desde 1900 hasta nuestros días. Instalaciones rompedoras y muestras transgresoras conviven en las estancias de esta galería con muestras pictóricas organizadas por sus nexos de unión, y no cronológicamente.


En el ala 'Poesía y sueño', junto a composiciones oníricas y ambiguas de los máximos representantes del surrealismo como Giorgio de Chirico, René Magritte, Max Ernst o Dalí, también se exhibe un cuadro de la villa de Ibdes. Sí, Ibdes, el de la comarca de Calatayud.


'Ibdes, in Aragon' es el título de la obra que pintó el francés André Masson (1896-1987), artista prolífico que exploró el surrealismo, el automatismo o la abstracción, enamorado de España, de la tierra y de su iconografía, y a quien también los paisajes aragoneses le sirvieron de inspiración. Los gallos, símbolo del sacrificio y elemento de referencia en la obra masoniada, centran un enfoque desproporcionado de este paisaje terroso y colorista que se ha identificado con el cerro de La Pedriza y que fue pintado en 1935. "En estos paisajes totalmente reconocibles siempre hay un elemento de fantasía, ya sea en el cielo o en la tierra, o bajo tierra", escribía el pintor.


Esta obra se enmarca en una serie de pinturas que el artista realizó en sus incursiones por España entre 1934 hasta 1936, durante los años en los que residió en Tosa de Mar, una etapa en la que también plasmó otras estampas de Aragón con su peculiar visión, como el cuadro 'Sierra aragonesa', en el que plasmó el molino de Malanquilla como una antorcha llameante.Alcañiz, metafísica y naif

Entre el círculo de amistades que Masson cultivó en París en la activa década de los años 20 se encontraba el pintor surrealista inglés Tristram Hillier, que también pasó por tierras aragonesas. En 1961, durante su etapa de estudio en España, estuvo en Alcañiz, y plasmó en una obra nítida e inquietante su Plaza de España, marcada por la geometría de sus edificios monumentales.


"Es una obra desconocida y muy interesante", explica Jesús Pedro Lorente, profesor titular en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza y secretario de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte. "Aunque no esté emparentado formalmente con sus trabajos anteriores de su época surrealista, sino más bien a medio camino entre la pintura metafísica y el arte naif", comenta.


Trasteando por los fondos online de la Tate Modern el visitante también se topa con una imagen de Fraga datada entre 1925 y 1929, cuando la ciudad del Bajo Cinca era un pequeño núcleo rural.

Se trata de un dibujo a tinta del artista inglés Wyndham Tryon que vivió varias temporadas en España a lo largo de su vida, generando un álbum propio del país en el que deja constancia de su debilidad por las arquitecturas, los monumentos y los relieves de porte. "Es una obra bastante convencional, muy alejada de sus interesantes paisajes abstractos contemporáneos, aunque por el punto de vista sobreelevado se podría poner en relación con las panorámicas urbanas que por entonces pintaba Zuloaga", apunta Lorente. Es la búsqueda noventayochista de la España profunda.


"Lo mismo que el pintor vasco, a este artista parecen inspirarle las muelas o montañas redondeadas coronadas por construcciones históricas", comenta el profesor, como muestra la otra obra de este artista que guarda esta galería de un castillo español, que se ha sugerido que pudiera ser el de Jijona, en Alicante.


La vista de Fraga se exhibe en la Sala de Dibujos y Grabados de la Tate y puede verse solicitando cita previa.