Encuentro con Gabo en Barcelona

El profesor turolense Luis Antonio Pérez Cerra visitó junto a sus alumnos al escritor colombiano en 1973.

Gabo en Barcelona
Encuentro con García Márquez en Barcelona

Casi un lustro después de la publicación de ‘Cien años de soledad’ el escritor Gabriel García Márquez vivía el éxito literario en la Ciudad Condal, donde residió durante siete años y escribió ‘El otoño del patriarca’. En otro otoño, el de 1973, un grupo de estudiantes de COU, animados por Luis Antonio Pérez Cerra, un profesor nacido en Andorra (aunque sus orígenes se encuentran en la localidad de Aliaga), contactó con García Márquez a través de su agente, Carmen Balcells, para hacerle una entrevista.


Tras la reciente desaparición del Nobel colombiano, Pérez Cerra recuerda en su blog el encuentro que mantuvo en Barcelona con el autor de ‘Cien años de soledad’: “Les anime a que entrevistaran a un autor contemporáneo y cuál fue mi sorpresa cuando me dijeron que habían escogido a García Márquez. Para mí era Dios. Por aquel entonces no concedía entrevistas -explica Luis Antonio-. No creo que os reciba, les dije. Pero lo consiguieron”.


En aquellos años, Luis Antonio Pérez Cerra era un joven profesor del colegio de Jesuitas del barrio de Sarrià, distrito en el que vivía García Márquez. No dudó en sumarse a la cita con el autor y acudió con sus alumnos a casa del escritor, en la calle Caponata, número 6.


“Nos abrió la puerta Mercedes, su esposa, quien se dirigió a su marido con el nombre de Gabo y después nos condujo hasta la estancia en la que se encontraba el escritor. Los alumnos habían elaborado un cuestionario para la entrevista pero García Márquez no aceptó el guión. Fue el quién marcó la línea de la conversación”, señala Pérez Cerra.


El profesor recuerda que para romper el hielo les ofreció tomar un cubalibre. “Mientras se preparaban, García Márquez preguntó a los chavales si yo les apretaba mucho en ortografía y gramática. Mis alumnos dijeron que era muy duro y el escritor se puso en su defensa. Ten piedad de ellos. Yo le metí un rollo sobre la importancia de la hache mientras nos animábamos con el ron”.


Sin embargo, el profesor arguyó que las novelas del escritor estaban perfectamente escritas, sin faltas. “Es que me las repasan”, confesó García Márquez.


Aquella cita comenzó a una hora intempestiva, las 21.00; y se postergó hasta las 0.00, momento en el que se precipitó su fin debido a que varios alumnos debían regresar en los trenes de cercanías que realizaban sus últimos trayectos al filo de la medianoche.


García Márquez se ganó la simpatía de los alumnos de Pérez Cerra. Uno de ellos, le espetó durante la conversación: “Para los escritores como usted es muy sencillo escribir porque les viene la Musa y ya está”.


“Gabriel García Márquez pareció contrariado ante esta expresión ingenua. Golpeó un enorme cesto de mimbre que se hallaba en un rincón de la estancia desparramando por el suelo una considerable cantidad de papeles arrugados. Los presentes nos quedamos sorprendidos –recuerda el profesor-. A continuación abrió un cajón de un escritorio y sacó una hoja tamaño holandesa escrita a máquina, a doble espacio, con algunas tachaduras y exclamó: ‘Lo que tú, muchacho, llamas inspiración, son ocho horas de trabajo con el resultado de todos estos papeles arrojados a la basura y esta mera hojita escrita y quizás aprovechable’. ‘La inspiración está en los codos, muchachos’”.


Luis Antonio Pérez Cerra, que marchó desde Andorra y Aliaga hacia la Ciudad Condal, donde estudió Filología Hispánica y ha sido profesor hasta su jubilación, comparte su amor por su tierra natal, Aragón; y por la de adopción, Cataluña, como parte indisociable de su vida.


Prueba de ello es otro de sus blogs: Teruelandia, así como las actividades que desarrolla como miembro activo del Centro Aragonés de Barcelona. En su memoria, queda para siempre aquel grato e instructivo encuentro con Gabo, como si hubiera sido ayer.