Aventuras de verano/35

"Mi ciudad es París. Repetiré las veces que haga falta"

Pedro Elías Domínguez es un clásico de los programas radiofónicos de música. Trabaja desde hace años en Radio Zaragoza. Se confiesa vitalista, enamorado de su oficio y de los paisajes, y un gran viajero.

Pedro Elías, en el lago de Como
?Mi ciudad es París. Repetiré las veces que haga falta?
MARY DE LOS ARCOS

¿Por qué se hace uno locutor de radio?

En mi caso, por una inquietud cultural juvenil, que me llevó, junto a un grupo de amigos de Salesianos, a solicitar un tiempo de radio al entonces director de Radio Zaragoza, Jesús Muro, en la incipiente frecuencia modulada. Aquel programa semanal, ‘Puerta abierta’, coral y multidisciplinar, derivó en una propuesta de la emisora para, ya en solitario, realizar programas puramente musicales. Yo estudiaba, a la vez, Medicina, pero con los años pudo más el micrófono…


¿Qué lugar ocupaba la radio en los veranos de su niñez?

Desde muy niño ya trepaba desde la silla a la mesa de la cocina para, de puntillas, llegar a los mandos de la radio y escuchar los programas más musicales, como los “discos dedicados”. Salvo unas semanas en el pueblo soriano del que proviene mi padre, los veranos los pasaba en Zaragoza, porque mi padre no se podía permitir coger vacaciones, así que la radio estuvo siempre presente como banda sonora…


¿Qué relación existe entre la radio, el verano y la noche?

Hablando de “discos dedicados”, para mí esos tres conceptos se relacionan íntimamente en las noches de un verano, a principio de los años 80, en que puse en antena un programa (‘La hora de los pseudónimos’) en que los oyentes, amparados en apodos de lo más disparatado e, incluso, pornográficos, se dedicaban canciones unos a otros. El programa consiguió tal audiencia que me descubrí escuchando a gente en los bares hablando de él y llegué a asustarme por vez primera de la popularidad. La verdad es que los amigos, que me echaron una mano a organizar el correo y las llamadas, y yo nos lo pasamos bomba.


¿Quiénes han sido sus referentes?

En lo musical, Ángel Álvarez. En lo convencional-musical, Plácido Serrano.


¿Qué fue primero la radio o la música?

En mi caso, la música en la radio, porque en la casa familiar no existía otro aparato en el que escuchar música.


Usted es un experto en canciones del verano. ¿Cuáles serían las tuyas? ¿Y los mejores conciertos?

En cuanto a canciones de verano, me quedo con algunas de mi adolescencia: ‘Es muy fácil’ de Los Mitos, ‘In the summertime’ de Mungo Jerry,… ¿Conciertos? Recuerdo muchos del Rincón de Goya, la Orquesta Platería en los terrenos de la Hípica…


¿Cuáles serían los tres o cuatro discos que recomendarías a un buen amigo?

Recomendaría diez o doce, pero, a bote pronto, citaré ‘Back to the roots’ de John Mayall, ‘Selim Sivad’ de Miles Davis, ‘Wave’ de Antonio Carlos Jobim o ‘Mediterráneo’ de Serrat.


¿El mejor viaje y la mejor ciudad?

Nuestros viajes (mi pareja, nuestro perro y yo) suelen ser largos recorridos en coche por Europa y quizá el mejor fuese el que hicimos en 2011 por Francia, Suiza, Luxemburgo y Bélgica, aunque el de este verano por los lagos alpinos de Italia no ha estado nada mal. Da gusto la normalidad de viajar con perro en el tranvía de Ginebra o en el metro de Milán, o desayunar con él al lado en un hotel de cuatro estrellas en Suiza. En cuanto a ciudad, París. La visité en 1982, he repetido cinco veces y repetiré las veces que haga falta. Quizás influya que el idioma en mi bachillerato fue el francés…


¿Puede decirse que Aragón es tierra de música o de músicos? ¿En qué lugar estamos?

No me gustan demasiado los rankings. Creo que gozamos de “buena salud”, a juzgar por la gala anual de los Premios de la Música Aragonesas, de Aragón Musical, que, como jurado, intento no perderme nunca. Otra cosa es la repercusión que la música y los músicos aragoneses tienen fuera de nuestra tierra…


¿Qué sitios nos recomendaría para un buen verano por Aragón?

Lo siento por el resto de Aragón, donde existen maravillas de pueblos y paisajes, pero siempre he mirado más al norte, a los Pirineos, en general. En lo musical, Pirineos Sur, en Sallent y Lanuza. En lo gastronómico, la posada naturista de Tiesas Altas, junto a Aísa, en Huesca, o La Alquería de Ráfales, en Teruel.


Radio Zaragoza celebra 75 años en 2013. ¿Cómo le explicaría a un extraterrestre la importancia de la radio y de esta emisora en concreto?

La radio es la noticia inmediata y cercana. Radio Zaragoza, la que yo he conocido, ha seguido esa máxima y se ha distinguido por aglutinar a los aragoneses alrededor de hechos puntuales (movimientos antitrasvase del Ebro, ayuda a pueblos americanos que sufrían catástrofes naturales, reparación del Rosario de Cristal…), aunque respetando el protagonismo de la gente anónima. Esa es la Radio Zaragoza de la que me enorgullezco en formar parte.


 ¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

Paseo matutino por Pineta u Ordesa, comer alcachofas o borraja con almejas de primero y huevos fritos o ternasco de segundo (el postre da igual, siempre que sea dulce…), una buena película en una buena sala de cine por la tarde, realizar un programa de radio de dos horitas, totalmente personal, a primera hora de la noche y hacer el amor a cualquier hora.


¿Cómo fue su primera vez?

La radiofónica fue el 18 de octubre de 1972 y en diferido. Sobre la otra, siempre he vivido como primera vez cada primera ocasión con mis sucesivas parejas, pero la primera, cronológicamente hablando, en un piso de la calle Pignatelli, fue tardía, mágica e imperfecta. Eso sí, recuerdo unos pechos perfectos.


¿Cuál es la mejor anécdota veraniega vinculada a su profesión?

No sé si es la mejor, pero recuerdo con cariño uno de los primeros veranos de los años 80 en que aparecieron por Radio Zaragoza Pedro Deglané, hijo del gran maestro Bobby Deglané, y Pedro Preciado, hoy popular locutor de la SER y presentador televisivo en Andalucía. Deglané vino en prácticas y Preciado estaba haciendo aquí el servicio militar. Coincidimos los tres Pedros en el Canal 2 de Radio Zaragoza a diferentes horarios y congeniamos en seguida. Comenzamos a salir de copas juntos, pero siempre ligaban a la primera de cambio y yo me veía de carabina, por lo que acabé abandonándoles en sus salidas. Pedro Deglané falleció pocos años después en accidente de tráfico, truncando una carrera radiofónica meteórica. Pedro Preciado y yo seguimos siendo muy buenos amigos.