Aventuras de verano / 26

“¿Mi primer tres mil? Esa sí fue una experiencia al límite”

Antonio Cardiel (Zaragoza, 1962) es escritor, enamorado de la naturaleza, coleccionista y rastreador de fotografías. Este lunes se proyecta en Calanda la película ?Cenizas? de Lorenzo Castañer, de la que él es coguionista.

Antonio Cardiel
?¿Mi primer tres mil? Esa sí fue una experiencia al límite?
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- ¿Qué hace un escritor como usted en verano?

- Soy un amante irredento del verano. Para mí, es la mejor estación del año. Ansío la llegada de la noche de San Juan, una fiesta que además, en Cataluña, donde vivo, se celebra a lo grande. Disfruto del calor, de los baños de sol y de mar, de los paseos por la montaña y los chapuzones en un río helado, de las noches de charla a la fresca con amigos, de la cerveza fría y los aperitivos que uno se puede permitir con mayor frecuencia…


- ¿Dónde descansa?

- Desde hace unos años, en el Pirineo de Huesca, cerca de Bielsa, en el valle de Pineta, un territorio extraordinario cubierto de bosques, a la orilla del Cinca y rodeado por alturas de más de tres mil metros. Allí, puedo compaginar mi afición por el senderismo con el descanso, la lectura, las comidas y cenas con amigos, y las noches frescas del valle.


- ¿Cuáles son sus canciones preferidas del verano? ¿Y los libros qué más le han marcado?

- Ya hace unos años que me chifla Radiohead. Hay canciones que nadie debería perderse, como ‘Let down’ y ‘No surprises’, del álbum ‘Ok computer’, o ‘Stop whispering’ y ‘Thinking about you’, del álbum Pablo Honey, por citar algunas. Quizá porque el verano es la época ideal para hacer grandes planes de lectura, recuerdo que en 2001 leí ‘En busca del tiempo perdido’ entero, los siete volúmenes, día tras día, hipnotizado por la prosa de Proust. Y el año pasado, en 2012, se me ocurrió releer, y no recuerdo cuántas veces lo he hecho, ‘Madame Bovary’. Estoy convencido de que este libro es la cumbre de la novela.


- ¿Qué hace diferente al resto del año?

- El calor, desde luego, y las ganas de despojarme de la ropa o, al menos, de reducirla a su mínima expresión. Me encante vestir con camisetas y pantalones cortos, con sandalias, luego llega el otoño y siento que la ropa me aprisiona. Y también las vacaciones, para qué ocultarlo, ese largo y jugoso mes que sirve para olvidarse de la rutina y dedicarse a la pura holganza, el estado natural del hombre.


- ¿El viaje y la ciudad de verano de su vida?

- Combinando ambas cosas, el viaje que hice en 1991 con mi mujer, Ester, y mis amigos Carmen y Javier, a Venecia. Estuvimos dos semanas y en verdad puedo decir que lo vimos todo. Además, sirvió para escribir mi libro ‘Insectos en el Véneto’, una especie de diario de viaje. Desde entonces, prefiero salir a la calle en busca de historias.


- Es un gran aficionado a los rastros. ¿Qué encuentra allí?

- Historias reales, el pasado de la gente sin importancia, la memoria de los hombres y mujeres que pasan por la vida de puntillas. Los rastros están llenos de cosas así, ropa vieja que alguien se puso una vez, zapatos con los pasos marcados por decenas de kilómetros recorridos, fotografías de rostros cuya memoria se desintegra poco a poco y que ya nadie recuerda, documentos que hablan de los eternos problemas que a todos nos hermanan, cartas de amor como ecos de un tiempo irrecuperable… Me siento reflejado en todo esto, como en un adelanto de mi propia desaparición. Y me gusta escribir sobre esos seres olvidados, los antihéroes, los aburridos humanos sin rostro…


- ¿Cómo fue la primera vez?

- ¿Mi primer tres mil? Caramba, esa sí fue una experiencia al límite… Hace unos años subí, con mi mujer, al pico de La Munia, de 3150 metros, una cima tenida por complicada debido al llamado “paso del gato” y a los precipicios que lo jalonan.


- ¿Por qué le apasiona tanto el boxeo?

- Por azar, desde luego. Me encanta el azar. Él quiso que encontrara un álbum de fotografías de un viejo boxeador en el rastro de Barcelona. Allí estaba mi boxeador, Lenda se llamaba, posando junto a las grandes estrellas del boxeo español de los años 30 a 60, Paulino Uzcudun, Hilario Martínez, Ricardo Alís, Luis Romero, Mimoun Ben Ali, el aragonés Ignacio Ara… Quise buscar a Lenda por la ciudad a la vez que investigaba la historia del boxeo en nuestro país, tan rica como desgraciada. Y de todo eso me salió un libro, “El boxeador”, que espero vea pronto la luz.


- ¿Cuál es su menú ideal?

- Hablaría de dos menús bien distintos pero complementarios. El Menú Tradición, que consiste en levantarme más bien tarde y satisfecho, en desayunar en el jardín esas magníficas y proustianas magdalenas de Labuerda, leer un buen rato, bajar al río a darme un baño con mi mujer y mis hijas, comer una verdura, una longaniza de Graus a la plancha, un melocotón y una onza de chocolate, la siesta, más lectura, un paseo por el bosque y, para terminar el día, una buena cena con amigos, vino y la consiguiente tertulia. Luego está el Menú Ligero, que consiste en levantarme a las cinco de la madrugada para iniciar, a las seis, una buena excursión, también con buenos amigos, que durará entre diez y doce horas, si hace falta incluso se sube un tres mil.


- ¿Cuál ha sido el gran personaje, real o imaginario, de sus veranos?

- Últimamente, el oso. Sí, es verdad, desde que un ganadero vecino mío me dijo que el oso había sido visto deambulando por allí.


- Ha escrito varios diarios. Uno de ellos relativo a la naturaleza. ¿Por qué?

- Por pura impregnación. Contagiado por la Naturaleza del valle de Pineta, comencé a escribir ‘En el bosque’ (Mira) durante el verano de 2001. Luego, entre 2005 y 2006, seguí describiendo las demás estaciones, otoño, invierno y primavera en el valle, hasta darle su forma definitiva. Afronté la obra desde los postulados de la llamada ecología profunda, aquella que da el mismo valor a todas las formas de vida.


- Vive en Barcelona. ¿Siente nostalgia de Aragón? ¿Cómo lo ve desde Cataluña?

- Nostalgia quizá no sea la palabra. Aragón es una realidad que vivo día tras día. Visto desde Cataluña, Aragón es una realidad viva. Y puede que al vivir en Barcelona las cosas de Aragón se valoren más. Yo siempre digo, y no es ninguna broma, que el casco antiguo de Zaragoza es uno de los más importantes de España. Y luego todo el tema del nacionalismo catalán, que me hace valorar mejor el saber ser y saber estar de las gentes aragonesas…


- ¿Cuál es la mejor anécdota veraniega vinculada a la literatura?

- Tiene que ver con la frustrada presentación de mi libro ‘En el bosque’, en Bielsa. Yo esperaba que a la gente le interesase saber de un libro que habla, exclusivamente, de las montañas y bosques de Pineta. Pues bien, yo creo que del pueblo no asistió nadie, lo juro. Apenas se acercaron media docena de amigos. Pero luego, en compañía de Joaquín Casanova, mi editor, y de dos buenos amigos, Antonio y Enrique, montamos una partida de guiñote que resultó memorable.