La sugerencia... de Antón Castro

Todo sobre Labordeta

López Susín coordina el libro-disco ?M?aganaría? y Joaquín Carbonell publica ?Querido Labordeta?, que aparecen a los dos años de su muerte.

José Antonio Labordeta
Todo sobre Labordeta
CANO

José Ignacio López Susín es un apasionado de Aragón y del aragonés; lleva años pugnando por hacerlo visible y audible. Él, en primer lugar, está detrás del librodisco ‘M’aganaría. Textos y canciones sobre el aragonés’ de José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1935-2010), que se presenta esta tarde a las 20.00 en el Teatro Principal. La canción que da título al conjunto la escribió la poeta en cheso Mariví Nicolás.


En la parte textual, el propio López Susín reconstruye la vinculación del cantautor con sus raíces, y rescata la entrevista que José Luis Melero y Chesús Bernal le hicieron en 1983 para la revista ‘Rolde’. Confesaba Labordeta: “Yo siempre he sentido un gran amor por esta tierra. Desde mi infancia ha habido dos paisajes que siempre me han marcado mucho: uno el del Pirineo, el del valle de Canfranc (donde pasé casi los primeros años de mi vida) y otro el de Belchite. (...) hay una persona a quien yo debo el conocimiento de la literatura aragonesa: Rafael Gastón. Él tenía una fabulosa biblioteca de literatura aragonesa y, a través suyo, conocí a gentes como Acín y a todos los cuentistas aragoneses: él fue el primero que me habló de la existencia en Aragón de otro idioma distinto del castellano y así conocí en 1952 la poesía en aragonés cheso de Veremundo Méndez”.


López Susín explica cómo nacen y en qué contexto los once temas del álbum, donde están canciones tan conocidas como ‘El villano’, ‘Chinchecle’, ‘Coplas del tión’, las ‘Crónicas de Paletonia’, cuya versión literaria apareció en ‘Andalán’ entre 1977 y 1984 con ilustraciones de Carlos Azagra, ‘Aqueras montañas’ o ‘Mai’ (el poema de Ánchel Conte con música de Gabriel Sopeña); el disco se completa con su canción más famosa: ‘El canto a la libertad’.


Francho Nagore analiza la presencia de términos aragoneses en algunas obras de Labordeta como su libro de memorias ‘Banderas rotas’, pero también aborda las voces creadas por él o que no aparecen registradas en los diccionarios. Un ejemplo: “Amartelamiento. S. m. ‘Acaramelamiento’. ‘Este follón lo organizábamos cuando la película era un bodrio y nos aburríamos de tanto amartelamiento como veíamos en la pantalla’”.


Joaquín Carbonell publica Querido Labordeta’ (Ediciones B), que se presenta mañana en las Cortes de Aragón a las 19.30. Paco Ibáñez llama a Labordeta un “hermaño” y dice que “es una hierba que no abunda mucho... Su vida se regía por una trayectoria moral, eso requiere tener voluntad y carácter y decir que no cuando es necesario”. El propio autor dice que la biografía de Labordeta lo estaba esperando. “Labordeta es buena gente. Una buena persona. Con su genio, su mala hostia, sus prontos, pero siempre desde el manantial de la buena agua. A partir de ahí, todo lo que quieras”, afirma. Y a partir de ahí, en una suerte de vidas paralelas, sobre todo en la música, Joaquín Carbonell recorre la vida del autor de ‘Cantar i callar’.


Desde su encuentro en Teruel en 1964 en el colegio San Pablo, analiza sus conciertos, esas tardes y noches de “furgoneta y manta”, sus giras, el movimiento de la canción de autor en Aragón, sus libros, la política, el divertido anecdotario. Y habla del hilo de complicidad que existió entre ellos, y que se extendió a Eduardo Paz y Javier Maestre, Ana Martín, Valentín Mairal, Petisme, Sopeña, María José Hernández... Joaquín Carbonell habla de Labordeta y de sí, y de numerosos compañeros de viaje en todos los órdenes de la vida. Rescata anécdotas, confesiones, rinde homenaje a Félix Romeo, conversa con amigos cercanos al cantautor como Antonio Pérez Lasheras, que lo ha estudiado en todas sus dimensiones, Eloy Fernández Clemente, autor del epílogo, el escritor Ignacio Martínez de Pisón o el crítico musical Matías Uribe de HERADO.


Uribe recuerda que el cantautor era sordo de un oído y lo retrata así: “Labordeta encontró una forma de expresarse tanto en lo musical como en lo poético, acorde con la sustancia de esta tierra. Sus cantos son cantos de desolación, socarronería y ternura”. Carbonell reproduce sus canciones y algunos de sus poemas, y también da noticia de algunas inquinas: “No es ningún secreto que José Ángel Biel mantuvo en esos años una indisimulada aversión a Labordeta”. Eso explicaría, sostiene, uno de los detalles más extraños de su funeral: la Medalla de Oro de Aragón a título póstumo.