Trece al sol de... Magdalena Lasala

"Verano es vivir la fantasía de un mundo sin culpa"

Magdalena Lasala (Zaragoza, 1958) es escritora y responsable de la obra cultural de Ibercaja. Experta en el universo omeya, ha publicado novelas sobre Boabdil, Almanzor, Doña Jimena y Maquiavelo.

Magdalena Lasala
"Verano es vivir la fantasía de un mundo sin culpa"
HERALDO

1. ¿Qué hace una escritora en verano?

-Leer mucho y escribir a mano. En los viajes de vacaciones me encanta escribir a mano en una libreta que siempre llevo en el bolso, mientras voy en coche, viendo el mar por la ventanilla.


2. ¿Dónde suele veranear?

-He escogido distintos destinos, distintos períodos, no siempre en agosto, no siempre en pleno verano. Ahora me gustan períodos cortos, cuatro, cinco días por ejemplo, cada dos meses por ejemplo, pero no tengo norma fija. A lo largo de los años he logrado tener dos lugares referentes para mí, donde me encuentro a mí misma de un modo especial, y a esos sí me gusta volver, siempre que puedo.


3. ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?

-Con la edad necesito el mar cada vez más. La ciudad en pleno verano me gusta, porque cambia el ritmo totalmente de la cotidianeidad y disfruto de otra perspectiva, de otros permisos.


4. ¿Por qué elige un lugar u otro?

-Depende de lo que busque. La playa no es mi objetivo; el mar sí, y me gusta en cualquier tiempo, sobre todo si tengo que retirarme a trabajar con mi ordenador, me acompaña mucho cuando levanto los ojos y lo veo. No tengo cultura ni vivencias de pueblo, y las “fiestas” de pueblo no me van mucho.


5. ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida?

-Verano del 89, como si naciera otra vez, en una ciudad vacía al pleno sol, saboreaba la felicidad (clandestina) cada día.


6. El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Cómo fue esa época?

-Todavía tengo que recuperarla. Vivo hacia adelante y hay etapas de mi pasado que están en la sombra.


7. ¿Cuál es su mejor recuerdo?

-En el jardín de la casa familiar de la playa, mi abuela está sonriendo, maravillosa y complacida, mientras yo canto “o mio bambino caro”.


8. ¿Qué tipo de lecturas u otras actividades realiza en estos días?

-Los tiempos y los ritmos cambian en verano y tengo más espacio para mí, me encanta pasar horas descalza en mi sofá, con varios libros a la vez, algo de beber, piezas de fruta y el ventilador, y leer hasta que pierdo la noción de las horas.


9. ¿Qué libro, qué cuadro, qué museo, qué película están asociados a un verano inolvidable?

-‘Las mil y una noches’, las obras completas de Shakespeare (tragedias y sonetos), y la ‘Divina Comedia’… En Zaragoza hacía mucho calor y yo no quería ir a la piscina con mis hermanos pequeños. No tenía permiso para salir con amigas. Me quedaba sola en casa, leyendo en la habitación más oscura y fresca. Mi salvación. Huía en los libros.


10. ¿Cuál ha sido el gran personaje de sus vacaciones?

-Mi padre hasta que murió.


11. ¿En qué han cambiado los veranos con internet?

-Siguen siendo para mí un tiempo de pausa para todo, que yo aprovecho para estudiar. Pero ahora comprendo que hace falta tener vacaciones de todo en la vida, y el verano es el momento de esas vacaciones internas. Con internet los veranos han cambiado lo mismo que han podido cambiar los inviernos.


12. Si tuviese que resumir en un ‘tuit’ el espíritu estival, ¿qué diría?

-Verano es sueño y huida, vivir la fantasía de un mundo sin culpa. Llegará el verano que sé que existe y me instalaré para siempre en él.


13. ¿Cuál es la mejor, la más extraña o sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?

-Un viaje de vacaciones a Galicia, verano del cambio de milenio, recorriendo lugares del interior no habituales. Frente a una portada pequeña de transición a un gótico muy misterioso, un hombre de muchos años, con un perro, me miraba desde lejos y se fue acercando. Me siguió por la aldea hasta el cruceiro a la salida y allí me abordó directamente: “Yo estoy aquí de paso, fui mala mujer antes y ahora tengo que purgar… -señaló al perro-: este era mi hijo en otra vida y por eso no se separa de mí, ahora lo tengo que cuidar como no lo hice antes”. Miré al perro, tenía ojos humanos de verdad. Entonces el hombre se acercó un poco más a mí: “Tú eres barquera… Vas a la otra orilla y te traes gente a esta… Te traes a los que tienen algo que hacer todavía aquí –me cogió una mano-: con esta mano les ayudas a que salgan de la barca y te dejan su huella”. Mi hija, que era pequeña todavía, estaba escuchándolo conmigo, abrió mucho los ojos y dijo: “Mamá, ha adivinado que eres escribidora de historias de muchas personas y que se alegran porque hablas de ellas”.