LA RECOMENDACIÓN

La memoria inmortal de Pepín Bello

El realizador Tomás Studer presenta esta noche, en ProyectAragón, su documental sobre este ?inspirador de genios?, que ha montado Samuel Gómez.

Pepín Bello con Buñuel y Dalí y otros compañeros de la Orden de Toledo.
La memoria inmortal de Pepín Bello

“Pepín Bello no tuvo ambición de obra propia y eso le sirvió de levadura para la obra ajena”, dice Agustín Sánchez Vidal a propósito de ese hombre, “soy un muerto rezagado” como él se definió, que hizo de la amistad y de la inactividad una obra de arte. Confesaba al final de sus días que “me hubiera gustado ser artista”, y en cierto modo lo fue: poseía una cultura oral riquísima. Sabía contar, sabía adornarse, poseía la precisión de la atmósfera y del detalle, y eso lo hacía deslumbrante. Tomas Studer es el director de ‘Pepín Bello. Inspirando a los genios’, un documental de 51 minutos, que ha montado Samuel Gómez y que se presenta esta tarde en ProyectAragón 2011 en la CAI. Se articula con testimonios y, sobre todo, con la voz del propio Pepín, que recorre todos los períodos de su vida con una prodigiosa memoria y esa expresividad teatral que atesoraba.


Nacido en Huesca en 1904 y fallecido en Madrid en 2008, José Bello Lasierra fue un ciudadano muy singular y cautivador, un catalizador de la creación ajena, que colaboró activamente en muchos proyectos como el desarrollo del surrealismo español, la leyenda de la Orden de Toledo o la forja de las imágenes de ‘Un perro andaluz’. Su biógrafo José Antonio Otín lo define como “un liberal y un costista” que poseía “una capacidad para unir contrarios que es excepcional”.


La vida de Pepín Bello ha sido contada del derecho y del revés. En libros, en documentales, de viva voz, pero siempre quedan cosas. Y fue un hombre puente, entre la gente de su época y algunos algo más veteranos como Ignacio Sánchez Mejías, entre los grupos de posguerra y de la Transición, y creadores que ahora rozan la treintena. Tenía algo narrador y memoria oral de una tribu: la generación del 27, la Residencia de Estudiantes o el triángulo mágico Buñuel-Lorca-Dalí, que en realidad era un cuadrado con su presencia. Pepín Bello vivió una infancia maravillosa y salvaje entre las grúas: estuvo, con su padre el ingeniero y pintor frustrado Severino Bello, en el pantano de la Peña entre los obreros y las máquinas. Luego se fue a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, donde cursó el Bachillerato y por allí vio pasar a Einstein, Chesterton, Wells o Marie Curie, entre otros. Conoció a Dalí, que pintaba maravillosamente bien y había sido un gran portero del Girona, según recuerda Antonio D. Olano, y era “un ignorante enciclopédico, que no sabía nada de nada”; conoció a Buñuel y a Lorca. Los tres son recordados ampliamente: Pepín fue preparador ocasional de un púgil indolente como Buñuel, con quien mantendría una complicidad muy especial, y se quedó prendado de Lorca, que encarnaba la bondad y la generosidad y el talento.


El granadino está muy presente: lo veía trabajar en su cuarto, compartieron habitación de hotel en ocasiones, y Pepín Bello describe su método de trabajo; cuando Lorca cerraba un verso daba un saltito. Es un gran momento del documental. Pepín Bello dice que Lorca era un arrebato de simpatía, de gracia, que poseía un estupendo sentido del humor y que era lopista, seguidor de Lope de Vega. Otro personaje muy especial para él fue el torero y escritor Ignacio Sánchez Mejías, con quien se encontró en Sevilla. Uno de los poemas de su vida fue el ‘Llanto’ de Lorca a la muerte del torero: pieza que acaba siendo muy determinante en este documental con voces nuevas –Feliciano Llanas, su sobrino Severino Bello, el joven poeta Marc Sandra, Enrique Vila-Matas, Laura García Lorca o María Asunción Mateo, entre otros muchos- que se mezclan con clásicos como Agustín Sánchez Vidal. El documental ofrece materiales inéditos o poco vistos del álbum familiar.


La cinta también recorre la Guerra Civil, los dos negocios ruinosos de posguerra, la peletería y el motocine, el posterior regreso de Pepín Bello a la vida social, que le permitió conocer a Ava Gardner (se levantaba como una rosa tras una formidable borrachera, dice) o su permanente soltería, que era la medida de su libertad y su independencia. Pepín Bello tuvo algunos amores, aquí se sugiere que estuvo enamorado de Encarnación López Julvez ‘La Argentinita’, la amante de Mejías, y el propio Pepín dice: “Lo que lo acerca a uno al cielo es el amor”. Enrique Vila-Matas cita a Marcel Duchamp y recuerda que con su actitud Pepín “llevó el arte a la vida”. Fue un esnob y un diletante con el don de la amistad que se complacía en contar y escuchar como nadie.



'[Pepín Bello. Inspirando a los genios'. Dirección: Tomás Studer. Montaje: Samuel Gómez. Fotografía: Kanzaman S. A. 2008. Presentación en ProyectAragón, a las 20.00. Salón de la CAI.