LA RECOMENDACIÓN

Lluís Hortalà retorna a Riglos

El escultor y dibujante catalán muestra en el CDAN un gran proyecto sobre las montañas y los mitos de la escalada

'Cadena de montañas'
Lluís Hortalà retorna a Riglos

El escultor y dibujante Lluís Hortalá (Olot, Gerona, 1959) ha inaugurado una gran exposición en el CDAN, en vísperas de que José Beulas cumpla 90 años. El crítico de HERALDO y escritor Alejandro Ratia es el comisario de este proyecto que no tiene un título específico. Ratia titula el texto que le dedica al artista de Olot, formado en su escuela pictórica que une la pasión por la imaginería religiosa y el paisaje, ‘Teoría particular de las montañas’: en él explica la trayectoria de Hortalà y efectúa un viaje en torno a la fascinación por las cordilleras y picos, y recuerda que Hortalà expuso en 1995 en la galería zaragozana de Javier Ochoa.


Esta muestra consta de varias partes: las esculturas de utensilios y formas minimalistas para contemplar el paisaje, que el artista realizó hace años; algunas esculturas en cerámica colinas escarpadas y una colección de dibujos, que constituye lo más espectacular del proyecto y que arranca con un diálogo poderoso entre las altitudes de Montserrat o los mallos de Riglos (o Lógris, aquí) en la primera sala de acceso; en el montaje se han bajado las piezas para que el espectador pueda contemplarlas muy de cerca y entender la inequívoca técnica del artista.


Hortalá fue escalador en 1975 y 1982: en ese lapso de tiempo estuvo en muchas veces en Riglos, e incluso estaría en el Himalaya. Curiosamente, las montañas se convertirían en un tema obsesivo en 1999, durante una estancia en Londres, becado por la Fundación Botín: quería desarrollar un proyecto basado en la cerámica y se le ocurrió hacer montañas. Cuenta Ratia que luego las paseaba en una carretilla y que las fotografiaba en “localizaciones tópicas, como el Bridge Tower”, y así creó sus famosas postales londinenses, que también pueden verse en una vitrina en la entrada del museo.


La muestra del CDAN recoge sus diarios de escalada de juventud en un políptico impresionante, con las rectificaciones en las rutas, recoge algunos dibujos de las famosas laderas norte, y otros dibujos más recientes de distintos picos. Hay piezas pequeñas, intimistas, pero sobre todo hay obras enormes, resueltas con el lápiz y el carboncillo con una destreza que hace pensar en una técnica hiperrealista o incluso en la fotografía en blanco y negro: te aproximas y ves el gesto expresionista del autor, el trazo rápido; te alejas y las montañas y el paisaje adquieren una total nitidez. El artista mira los acantilados también como una representación, con un sentido espiritual y “con cierta mística pétrea de los surrealistas”, tal como apunta Ratia; también se habla del mito de la escalada, de la virgen de piedra y de la idea del abismo. Dice Hortalà: “El abismo te mira, no te escucha. Hablas con la montaña. Solo he hablado una vez con el abismo, y creo que era mi propio abismo”.


A propósito de la relación entre escultura y dibujo, le dice a Federico Montornés: “Cuando miro una montaña, nunca veo planos: veo el espacio, el volumen; pongo el dedo entre los perfiles de color de las montañas, casi imperceptibles; sé que son valles diferentes, no matices planos y sutiles de una misma tonalidad... Para mí esto es la escultura. Y en mis dibujos hablo de esta fisicidad”. Ratia alude al narrador aragonés Manuel Derqui y a su cuento ‘De rerum malleorum’, donde cuenta cómo le impactó Riglos, que le produjo miedo, “un temor que era un vértigo al revés o doble, por mejor decir”. La muestra se acompaña de algunos vídeos sobre la realización de este proyecto en el que se empezó a trabajar en marzo y abril de 2011.


Lluìs Hortalà. Dibujos, esculturas y vídeos. Comisario: Alejandro Ratia. CDAN. Hasta el 29 de enero de 2012.