FESTIVAL

¡Viva la canción, en toda situación!

Cinco cantautores iberoamericanos de vanguardia se asoman esta noche a la sala López, con entrada gratuita.

El venezolano que es gato y araña, porque el nombre de guerra le solapa su nacionalidad: Algodón Egipcio.
¡Viva la canción, en toda situación!

'Viva la canción'; sí señor. A pleno pulmón, en la salud y en la enfermedad, hasta que la musa Euterpe se ría tan a gusto como el Cuñao y Peíto frente a la jeta de Jesús Quintero. El encuentro de nuevos compositores iberoamericanos que organiza Zona de Obras, ese ¡viva! tan sonoro, es un grito de alborozo ante ciertas simpáticas criaturas que se suelen vertebrar en estrofas, puentes y estribillos. La semana pasada, con el arropo de Casa de América y su duende aragonés Andrés Perruca, Madrid vivió cinco días de festival, con 17 artistas en total. Todo un banquete, o más bien una degustación de múltiples sabores y colores musicales. Zaragoza se lleva hoy una versión reducida, pero sustanciosa, con cinco protagonistas: Javiera Mena, Alex Ferreira, Bigott, Onda Vaga y Algodón Egipcio. La cita es en la sala López, a las 21.00, y sin apoquinar un céntimo en la entrada.


Javiera Mena es chilena. No se dejen engañar por sus formas suaves, por la dulzura que destila su voz: suelta cargas de profundidad al mínimo despiste. Tiene el buen gusto de no gustarse en exceso, de jugar con las rimas como si se tratara de canicas o peonzas. Con su primer álbum, 'Esquemas juveniles', volvió loco al personal en toda América Latina hace más o menos un lustro. Ahora ha salido con el segundo, 'Mena', y los fantasmas de la duda se han ido a jugar al black jack: hay madera, no se ha dormido en los pétalos de rosa lisonjeros que le llueven por todas partes.


Javiera tiene un poco de muchas cosas: pizcas de Erica García, guiños de Ely Guerra, otro poco de Juana Molina, toquecitos de Edie Brickell y, sobre todo, mucho de Javiera Mena: personalidad y raudales y una voz arrastrada que hipnotiza al más pétreo de los corazones mortales. Por cierto, vuelve dentro de 15 días al mismo escenario, solita en esa ocasión.


Dos afros y un destino


Alex Ferreira ha tocado varias veces en Zaragoza en escenarios pequeños: Penguin Row, El Ángel Azul, la sala Zeta (compartió cartel con los vascos Zenttric) y más recientemente, La Lata de Bombillas junto al guitarrista Huma. En esta nueva visita, el dominicano afincado en Madrid viene a mostrar su madurez compositora e interpretativa, después de cinco años, tres EP y un largo con Warner que le han situado en la primera división del 'indie' nacional. Las canciones de Alex son de una sencillez nada simplona: llegan directas a las meninges, pero no le hacen ascos a una vueltecita por el extrarradio cerebral.


El sábado, Alex acompañó al argentino Lisandro Aristimuño como invitado y, finalmente, se embarcó en el tren hacia Zaragoza. Mejor para la fiesta. Aquí se va a encontrar con otro afro de considerables dimensiones, el que luce el venezolano Algodón Egipcio. Un recién llegado a los titulares que, sin embargo, lleva ya un tiempo partiendo la pana en su tierra.


Ezequiel 'Cheky' Bertho dejó el dúo pop Jóvenes y Sexys y relanzó su carrera como Algodón Egipcio para probar terrenos más experimentales. Lo de psicodelia se le queda corto al muchacho: voces ahogadas en samplers, atmósferas cargadas de humo sonoro, fraseo cadencioso y cuasimaquinal... no venderá galletas ni cremas solares, pero podría poner perfectamente música a unos títulos de crédito, si la película fuera apta para el festival de Sitges. Y desde luego, todo aquél que disfrute de la superposición de texturas y capas en la creación musical encontrará en este 'chamo' un nuevo referente.


La bomba argentina


Onda Vaga está constituyéndose poco a poco en revolución musical. Los popes de la pampa -Fito Páez, el primero- hablan maravillas de los muchachos. Y lo merecen. No esperen una banda 'stoner', ni rimas sobre los teatros de Corrientes o los muelles de Puerto Madero. Lo de Onda Vaga son canciones de playa y hoguera, un poco de Jack Johnson y Kevin Johansen con aroma de campiña y trompeta tristona, para compensar la ensoñación y el componente festivo que subyace en sus temas. Son muy 'de verdad', y ahí radica la clave de su éxito.


El anfitrión, Bigott, cerró el sábado en Madrid con el escenario caliente por los afanes de El Gordo (Guatemala), Aristimuño y Onda Vaga. Como siempre, brilló: los directos son la salsa de cebolla y coca-cola para este filete de artista. Hoy juega en casa; generoso él, se le adivina dispuesto a lanzar un viva a Porús y respirar satisfecho, sin perder la calma, claro...