FOTOGRAFÍA

El fotógrafo del realismo mágico de cada día

Rodney Smith se autodefine como «un hombre modesto ajeno a los efectos especiales, de sensibilidad ecléctica».

El fotógrafo del realismo mágico de cada día
El fotógrafo del realismo mágico de cada día

Rodney Smith (Estados Unidos, 1947) llega hoy a la galería Spectrum Sotos con una selección de 28 fotografías que forman parte de su último libro: 'The End', que presentó el pasado verano en el Museo de Teruel. Julio Álvarez, responsable de la sala, lo define «como un fotógrafo narrativo, de carácter fantástico, que posee un toque surrealista». Smith, con ironía, se retrata como «un hombre modesto ajeno a los efectos especiales, de sensibilidad ecléctica».


Álvarez añade que pertenece a una estética que tiene una amplia presencia en la fotografía contemporánea, aunque a este norteamericano que estudió con Walker Evans en Yale y que se reconoce en los grandes maestros (desde Irving Penn y Henri Cartier-Bresson a Dorothea Lange y Lartigue), lo singulariza el hecho de que realiza una toma única y no usa el fotomontaje.


Agrega Julio Álvarez: «Rodney Smith es un artista sorprendente, imaginativo, que posee una calidad impresionante en sus fotos». Smith no es exactamente un alquimista del laboratorio o un experto en trucos o Photoshop, sino un creador que usa los valores tradicionales de la fotografía que se basan en la calidad del negativo. «Se trata de un buen fotógrafo, de un hombre que conoce su oficio y que ofrece piezas técnicamente impecables. No deja de ser paradójico que nos llame la atención eso. A la fotografía, desde hace tiempo, están llegando artistas de otras disciplinas que no poseen este sentido de la perfección».


Curiosamente, a Rodney Smith le interesa mucho la pintura: desde Vermeer y Rembrandt a René Magritte, cuyo impacto parece indiscutible en algunas de sus piezas, como la de esos tres hombres con sombrero y tijera en medio de un viñedo, o Salvador Dalí. La veta fantástica o de realismo mágico, el juego de espejos y de apariencias, una atmósfera etérea, poética y divertida, y un clima de refinamiento son algunas de las características de Rodney Smith, que paseó por Teruel y se quedó fascinado con las angostas y rojizas callejas de Albarracín.


Rodney Smith es un creador que aspira a la belleza y que exhibe una concepción artesanal de su profesión. Smith revelaba a mano hasta hace muy pronto y solía trabajar con dos cámaras Hasselblad y un trípode. «La calidad de la imagen final es muy importante para mí. Es la consecuencia de todo lo que he hecho y la considero una obra de arte», suele decir.


Algunas de sus fotos, bellamente compuestas, respiran la puesta en escena de la moda, como se percibe en esos interiores, dibujados casi detalle a detalle. «Eso le pasaba, pienso ahora, a Javier Valhonrat. En su primera época se percibía su trabajo en la moda. Y con Smith eso está muy claro. Esta es una gran exposición de un artista muy especial que cautiva por su excesiva imaginación, por la abundancia de ideas que tiene y por lo bien que sabe plasmarlas». Smith, profesor en Canadá y autor de cuatro libros de fotografía, ha escrito: «Quizá parezca un poco anticuado pero debo mi éxito exclusivamente al trabajo duro y la perseverancia constante. Soy muy meticuloso y me fijo en la belleza de los detalles. Se podría decir que es una obsesión pero yo pienso que debería ser normal».


Rodney Smith posee un gran sentido del humor, imprime «sueños divertidos sobre papel», y es un observador minucioso que domina el lenguaje de los objetos.