LA RECOMENDACIÓN

Ángel Guinda, un poeta con espectros

Ángel Guinda recibe este viernes el Premio de las Letras Aragonesas 2010, en el Museo Pablo Serrano. Hace unas semanas publicaba un libro-confesión, un libro-río de acento surrealista: ?Espectral?.

Ángel Guinda con tres años en 1951.
Ángel Guinda, un poeta con espectros

Ángel Manuel Guinda Casales, Ángel Guinda, recibe este viernes en el Museo Pablo Serrano el Premio de las Letras Aragonesas 2010. Guinda, nacido en Zaragoza en 1948, encarna al hombre que ha vivido la poesía como una urgencia, una condena, una necesidad y una exaltación de la vida. ‘Vida ávida’, ‘Claustro’, ‘Biografía de la muerte’ o ‘Conocimiento del medio’ son algunos de los títulos básicos de un poeta muy particular: existencial y desgarrado, poeta en convivencia con la muerte, poeta metafísico y de la introspección más doliente, poeta social, satírico, comprometido, poeta visionario.


Ángel Guinda es un poeta marcado la noche y sus espantos, pero también por la vocación de utilidad, por la ironía y el humor. Se ríe hasta de su sombra y en un poeta del drama íntimo y de la alucinación, como él, ya es reírse. Hace unas semanas publicaba ‘Espectral’ (Olifante. La casa del Poeta, 2011), un largo poema en prosa que es un viaje a la raíz, un viaje a las tinieblas, una indagación en lo que somos, en los que seremos y en los fantasmas reales e imaginarios que persiguen al escritor: desde la madre muerta cuando le dio la vida hasta Zaragoza, desde el amor, la idea del suicidio al tabaco. El libro nace de una obsesión y de una iluminación: es un viaje al corazón de la noche, es un atravesar la claridad de la existencia sabiendo que la muerte acecha, y la desdicha, y las pesadillas. Y los amores turbulentos.


Ángel Guinda es un poeta en el sentido más extenso de la palabra. Un poeta y un hombre generoso. No solo ha alimentado su obra, sino que ha difundido la obra de los otros, como crítico, traductor, como antólogo y director de revistas: pensemos en Cecco Angiolieri, en Álex Susanna, en Ana Cristina César, en Teixeira de Pascoas, en Florbela Espanca, en las poetas aragonesas de los últimos 60 años, a las que ha recogido en su antología ‘Yin’. Y además, poeta de variados registros, pariente de poética de Baudelaire, León Felipe, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, Ángel Guinda también es un eslabón decisivo en la historia de la poesía aragonesa: él ha asimilado el magisterio de autores como Ildefonso-Manuel Gil, Miguel Labordeta, Julio Antonio Gómez, Luciano Gracia y Rosendo Tello, y a la vez ha abierto caminos para sus contemporáneos y grupos más jóvenes: desde Joaquín Sánchez Vallés y José Verón Gormaz, Manuel Vilas y Fernando Sanmartín hasta David Mayor, Olga Bernad, Carmen Ruiz, Ana Muñoz o Juan Marqués. Ángel Guinda es lo más cercano que tenemos a un poeta popular sin dejar de ser intenso, oscuro, sin dejar de proclamar que «querría morirme de pie como los árboles».